
27/05/2025
A veces creemos que la distancia entre hermanos adultos es por “diferencias” o porque “cada quien tomó su camino”…
Pero muchas veces, debajo de ese silencio hay una infancia que no dio espacio para reparar.
🔍 Desde la psicología sistémica familiar, sabemos que la forma en la que una familia maneja el conflicto, las emociones y los roles durante la infancia marca profundamente la manera en la que los hermanos se relacionan más adelante.
Cuando mamá o papá comparaban, triangulaban o asignaban etiquetas como *“la que no hace las cosas bien”*, *“el que tiene que disculparse”*, *“la rebelde”* o *“el responsable”*, los hermanos aprendieron a relacionarse desde el silencio, la competencia o el alejamiento. No desde el vínculo.
Y cuando las emociones difíciles no se hablaban o no se reparaban, evitar se volvió el estilo de comunicación… incluso hasta hoy.
Pero hay algo más: a veces no soltamos esa dinámica porque, en el fondo, tememos que cuestionarla sea perder el control, quedarnos sin “nuestra razón” o reconocer heridas que duelen demasiado.
🧠 Nos aferramos a ciertas etiquetas, juicios o roles —no porque nos hagan bien— sino porque nos dan una sensación de certeza, de identidad o de justicia que nos es difícil soltar.
Y estas dinámicas no solo afectan la relación con los hermanos.
También se extienden a otros vínculos familiares: con primos, tíos, e incluso con nuestras propias parejas o hijos. Porque cuando no cuestionamos lo aprendido, lo repetimos.
Así que si hoy te sientes distante de un hermano, un familiar, o notas patrones que se repiten en tus relaciones… quizá no tenga que ver con quién eres tú.
Sino con todo lo que tu sistema familiar nunca te dejó nombrar, cuestionar o sanar con seguridad.
💬 ¿Qué patrón, rol o herida familiar todavía se repite en tu historia como adulto?
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