13/12/2025
EXTRAÍDO DE ELISIR, MI ÚLTIMO LIBRO SOBRE ANTI-AGING…
(quien esté interesado lo puede encontrar en la sección SHOP de mi sitio WEB).
Buena lectura y espero vuestros comentarios:
«Una ciudad está compuesta por edificios y otras infraestructuras que, de forma orgánica, “evolucionan” con el tiempo de acuerdo con las necesidades de la población.
Una ciudad hoy es muy diferente de lo que era hace 100 años: edificios que ya no servían han sido demolidos para dejar espacio a los nuevos; los edificios que no se destruyen deben, de todos modos, ser continuamente mantenidos y renovados mediante la construcción de nuevos techos, instalaciones eléctricas e hidráulicas. En esencia, incluso sin novedades tecnológicas y/o sin un aumento de la población residente, las ciudades deben ser constantemente readaptadas y mantenidas simplemente porque las cosas, con el tiempo, se desgastan.
He utilizado la analogía de la ciudad porque los organismos vivos necesitan más o menos el mismo cuidado.
El cuerpo que tengo hoy no es el mismo que tenía hace 7 años, y aún menos el que tenía hace 21 años (he usado múltiplos de 7 porque sabemos que el cuerpo se renueva completamente cada 7 años).
Las células de las que estamos compuestos, así como el esqueleto y, en general, casi todo, son continuamente reemplazados en un proceso constante que podría definir como de demolición controlada.
Algunas partes de nuestro cuerpo son bastante “estáticas”, como por ejemplo el cerebro y los huesos, pero incluso estas hoy sabemos que están sujetas a un cierto grado de plasticidad que permite su renovación. Otras partes, como los músculos, la piel y las células que componen las paredes de nuestro intestino, responden más rápidamente a las condiciones ambientales, como la dieta y el ejercicio, y son capaces de repararse y renovarse mucho más rápido.
Piensa ahora en una civilización en decadencia que ya no tiene los recursos para mantener sus ciudades y deja que los edificios se derrumben (no estoy hablando de Italia…), que los techos se deterioren y que la basura se acumule en las calles. Pues bien, esta incapacidad de los sistemas para autorregenerarse y repararse es quizá la mejor forma de ejemplificar lo que sucede cuando envejecemos.
Si bien otros marcadores y las patologías derivadas del envejecimiento, como por ejemplo la resistencia a la insulina, el estrés oxidativo, la disfunción mitocondrial y la creciente inflamación sistémica, son importantes signos de envejecimiento, podemos sin embargo afirmar que todo lo que acabo de enumerar está relacionado o es relacionable con un declive de las capacidades autofágicas de nuestro organismo (la autofagia, como se ha dicho anteriormente, es el proceso fisiológico mediante el cual nuestro organismo se limpia para permitir reemplazar lo viejo por lo nuevo).
Aumentar los niveles de autofagia mediante la restricción calórica (RC), el ayuno o a través de la manipulación de nuestros genes extiende la vida en los animales de laboratorio más que cualquier otra práctica conocida.
La palabra “práctica” en este contexto adquiere una gran relevancia, ya que a través de una práctica correcta podemos intentar controlar, al menos en parte, el envejecimiento.
Intentar actuar sobre otros aspectos que sabemos que están ligados al envejecimiento, como por ejemplo alargar los telómeros de nuestras células o renovar y aumentar nuestras células madre, son prácticas mucho más complejas y, a día de hoy, solo han sido posibles y experimentadas en laboratorio y, en cualquier caso, parecen ser menos importantes que activar los procesos de autofagia.
Aumentar la actividad autofágica no requiere el uso de fármacos costosos ni la necesidad de consultar médicos en clínicas especializadas en anti-aging; lo que se necesita es simplemente un poco de autodisciplina junto con el conocimiento de cómo funcionan las cosas en tu cuerpo. En el libro intentaré transmitirte este conocimiento utilizando un lenguaje lo más coloquial y menos científico posible.
Como se afirmó anteriormente, la autofagia disminuye con el paso de los años, pero ¿cuánto disminuye?
En algunos estudios con ratones se ha observado que los ratones viejos muestran una reducción de la capacidad autofágica de aproximadamente 6 veces en comparación con los jóvenes. Lamentablemente, no disponemos de datos sobre nuestra especie; sin embargo, la experiencia nos sugiere que, por lo general, las cosas funcionan de manera bastante similar.
Durante un tiempo, los mitocondrios disfuncionales fueron considerados los principales responsables del envejecimiento, hasta el punto de llevar a la formulación de la Teoría Mitocondrial del Envejecimiento.
Los mitocondrios se encuentran dentro de las células y sus funciones son múltiples; sin embargo, son conocidos sobre todo por la producción de energía mediante la oxidación de los sustratos energéticos (grasas, aminoácidos y azúcares), proceso necesario para la síntesis de ATP (adenosín trifosfato).
Es bien sabido que los mitocondrios envejecidos y disfuncionales no solo producen menos energía (y por lo tanto cansancio y menor vitalidad), sino que también producen muchos más radicales libres (uno de los productos de desecho del metabolismo energético mitocondrial), que con el tiempo dañan tanto al propio mitocondrio como a toda la célula, contribuyendo así al envejecimiento celular y sistémico.»
¡Que tengáis todos un excelente día Anti-Aging!