21/10/2024
𝗘𝗦 𝗟𝗔 𝗖𝗔𝗥𝗥𝗘𝗥𝗔 𝗠𝗔́𝗦 𝗗𝗜𝗙𝗜𝗖𝗜𝗟 𝗬 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗧𝗢𝗗𝗔 𝗟𝗔 𝗩𝗜𝗗𝗔.
Pero todo vale la pena.
Ser mamá no viene con un manual, es lanzarse al desafío de educar, inculcar valores, disciplina, modales y tantas otras cosas. Todos los hijos duelen, desde que están en el vientre hasta que crecen, y algunos te hacen la vida más fácil, mientras que otros te la complican. Y aunque les hayas dado la mejor educación, hay hijos que parecen rebeldes por naturaleza, que simplemente se te escapan de las manos.
Algunos son tranquilos, serios, callados, pero parece que aunque sean mayores de edad, todavía no han madurado. Viven en una especie de niñez eterna, sin ver mucho sentido en la vida. Esos hijos necesitan más amor y atención, porque aunque sean adultos, su inocencia los deja vulnerables.
Otros, en cambio, no han llegado a la mayoría de edad, pero parece que han vivido más que uno. Son los que te sorprenden con su sabiduría, los que te enseñan a ti sobre la vida, cuando pensabas que serías tú quien les daría todas las lecciones.
Luego están esos hijos que, a pesar de todo el esfuerzo que hiciste, parecen olvidarse de dónde vienen. Crías cuervos y te sacan los ojos, dicen. Esos hijos que, cuando pueden volar, se van sin mirar atrás, sin recordar el amor y sacrificio que les diste para que sean lo que son hoy.
Pero también están los hijos agradecidos, los que crecieron sin mucho, pero reconocen lo poco que les diste. Son aquellos que, aunque tú pusiste más empeño en los hijos rebeldes o en los que se alejaron, siempre están ahí para ti, recordando cada sacrificio y devolviéndote el cariño.
Hay hijos conflictivos, rebeldes, violentos, que creen tener la razón en todo. Y hay hijos nobles, aquellos que ayudan, que entienden el esfuerzo que cuesta sacar adelante una familia. Ellos no juzgan las dificultades que enfrentaron, simplemente agradecen lo que tienen.
No es que una madre quiera más a un hijo que a otro, sino que se enfoca más en aquellos que más la necesitan. Sabe que el hijo que parece adulto sabe defenderse solo, pero el que sigue siendo niño, aunque ya sea mayor, es quien más puede sufrir en el mundo.
No todas las madres tienen las herramientas o la educación para criar a sus hijos. Algunas simplemente no saben cómo ser madres, porque Dios así lo quiso y los hijos llegaron sin preparación alguna. Algunas traen hijos al mundo sin pensar en cómo criarlos, dejándolos a la deriva. Y aunque todas las madres aman a sus hijos, algunas necesitan la sabiduría para no seguir trayendo al mundo niños que carezcan del amor y afecto que merecen.
Al final, sea cual sea el tipo de hijo, todos duelen y todos se aman. Para una madre, cada hijo es especial, y aunque cuide a cada uno de manera diferente, el amor siempre es el mismo. No te confundas pensando que tu mamá no te quiere porque cuida más a tu hermano; a todos los hijos se les quiere por igual, solo que algunos requieren más atención que otros...
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ZANAT'E.Psicoterapia