19/06/2025
Una vez Jim Carrey dijo que el duelo no es solo una emoción, sino un desgarro profundo, un espacio que queda vacío donde algo hermoso alguna vez vivió. El duelo te atraviesa, dejando un dolor sordo donde antes habitaba el amor.
Al principio parece insoportable, una herida que nunca cerrará. Pero con el tiempo, las heridas comienzan a sanar, suavizando el dolor sin borrar la marca que queda como testimonio silencioso de aquello que fue. Nunca se supera realmente el duelo, sino que aprendes a vivir con él. El amor no desaparece; se transforma en ecos de risas, en la calidez de recuerdos antiguos, en esos instantes silenciosos cuando buscas aquello que ya no está. Y eso está bien.
El duelo no es una carga para ocultar ni una debilidad de la que avergonzarse. Es la prueba más profunda de que el amor existió, de que algo hermoso tocó tu vida. Permítete sentirlo, llorarlo y recordarlo.
No existe una línea de tiempo correcta para vivir el duelo. Algunos días serán difíciles y otros más livianos. Algunos momentos traerán olas inesperadas de tristeza, otros vendrán cargados de gratitud por haber conocido ese amor.
Honra tu duelo, porque es sagrado. Es un reflejo profundo de tu corazón. Con el tiempo, en medio del dolor, hallarás la sanación, no porque hayas olvidado, sino porque aprendiste a llevar contigo tanto el amor como la pérdida.
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