22/11/2025
Hoy vemos a muchos niños creciendo rodeados de pantallas… pero la verdad es que ellos no tienen la culpa. La responsabilidad es nuestra.
Imagina esta escena: un niño frente a su plato, pero con la mirada fija en una tablet. No está haciendo nada “malo”; simplemente responde a lo que un día le enseñamos. Fuimos nosotros quienes les dimos el dispositivo “para que se distraigan”, “para que coman sin pelear”, “para poder avanzar con el día”.
Sin darnos cuenta, les quitamos pequeñas cosas que valen oro: La costumbre de conversar mientras comemos.
El hábito de escucharnos de verdad.
La oportunidad de disfrutar un momento simple, sin estímulos constantes.
Les dimos una pantalla…
y sin querer también les dimos prisa, desconexión y un silencio que pesa.
No se trata de culparlos a ellos.
Se trata de despertarnos nosotros.
Porque los niños no nacen con la necesidad de una pantalla para todo; la aprenden de lo que ven en casa. Y a veces creemos que es “inocente”, sin saber que estamos moldeando hábitos que mañana serán muy difíciles de cambiar.
La mesa debería ser un espacio para mirarnos, para contarnos el día, para reír…
no un lugar donde cada quien está atrapado en su propio mundo digital.
Si tú también sientes que necesitamos recuperar esos instantes tan nuestros, empieza hoy, sin presión pero con conciencia. Apaga la pantalla, enciende la conversación. ❤️
Porque cambiar comienza cuando aceptamos lo que podemos mejorar… y damos el primer paso con amor.