Centro Psicológico Animus

Centro Psicológico Animus Desde 1990, comprometidos con la salud mental. Nos especializamos en consejería psicológica, psicoterapia individual y de pareja.

Brindamos servicios de atención psicológica en sus diversas especialidades desde 1990. ANIMUS es un vocablo que deriva del latín y significa: aliento, alma, espíritu, mente. Por todas estas acepciones optamos por asumir este nombre y es por ello que tenemos una visión más amplia del Ser Humano y sus problemas.

𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐂𝐀𝐌𝐁𝐈𝐀 𝐄𝐋 𝐂𝐄𝐑𝐄𝐁𝐑𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐓𝐄𝐑𝐍𝐈𝐃𝐀𝐃Artículo publicado en el Diario El País de España. Los hombres también viven tra...
22/08/2025

𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐂𝐀𝐌𝐁𝐈𝐀 𝐄𝐋 𝐂𝐄𝐑𝐄𝐁𝐑𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐓𝐄𝐑𝐍𝐈𝐃𝐀𝐃
Artículo publicado en el Diario El País de España. Los hombres también viven transformaciones hormonales que los preparan mejor para la crianza. Pasar tiempo con los bebés ayuda a despertar los instintos paternos y crear una conexión mayor.

Durante siglos se ha creído que solo el cuerpo de las madres se preparaba para la crianza. Sin embargo, la ciencia está demostrando que el cerebro masculino también tiene su propio “modo papá”, esperando a ser activado. Requiere más tiempo y ciertas condiciones, pero los hombres también experimentan cambios neurológicos que los ayudan a mejorar la conexión con su hijo y con la familia.
El embarazo es uno de los procesos de mayor transformación personal. El cuerpo de las mujeres experimenta cambios significativos, incluyendo el cerebro, moldeado por las hormonas que facilitan la transición a la maternidad. La transformación es tan profunda que, incluso, los niveles de hormonas que acumula una mujer embarazada en nueve meses equivalen a los que alcanzaría una mujer no embarazada durante 35 años, según la doctora Susana Carmona, líder del grupo Neuromaternal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, centro de referencia internacional en el estudio del impacto neurológico del embarazo. La doctora Carmona, autora del libro Neuromaternal (Ediciones B, 2024), denomina a este proceso matrescencia, una palabra que recoge la similitud entre la maternidad y la adolescencia, etapas caracterizadas “por importantes cascadas hormonales acompañadas de profundos cambios físicos, psicológicos y sociales”. Pues bien, las transformaciones que viven las futuras madres son las que precisamente ayudan al cambio en el cerebro del padre.
Las feromonas de las mujeres, que se transmiten a través de la piel y de la sudoración, hacen que el cerebro del futuro padre comience a descender su nivel de testosterona hasta un 33% y aumente la prolactina en más de un 20% al final del embarazo. Dicho cambio consigue que el hombre reduzca su deseo sexual, aumente su plasticidad neuronal, agudice su oído para escuchar el llanto de su hijo cuando ha nacido y se prepare mejor para sacar adelante a la familia. En el caso de la testosterona, por ejemplo, se ha demostrado que su descenso favorece una mejor crianza. Un reciente estudio que analizaba los niveles de la hormona de 27 parejas que esperaban un hijo demostró que aquellos varones que tuvieron un mayor descenso de la testosterona durante el embarazo e, incluso, sincronizaron sus niveles con los de su pareja estuvieron mejor preparados para la paternidad y para el compromiso con la familia. Todo ello ayudó a fortalecer su vínculo con la madre y los preparó para una participación más activa en la crianza.
Ahora bien, dichos cambios no son intrínsecos, como les sucede a las mujeres. Solo se producen cuando interactúan con el contexto. Podríamos decir que el padre no nace; el padre se hace. “Vive cambios en su cerebro, pero suceden por el entorno: primero, acompañando a la madre, y segundo y más importante, por la interacción con el bebé”, aclara la doctora Carmona. Otra investigación reciente, realizada entre España y EE UU con padres primerizos y hasta los seis meses de vida de sus bebés, ha demostrado que aquellos que han disfrutado de una mayor baja por paternidad experimentan cambios más pronunciados en las regiones cerebrales que apoyan la atención dirigida y la empatía. De este modo, están mejor preparados para sintonizarse con las señales de sus bebés, a su llanto o a sus necesidades, en comparación con los padres que no han vivido dicha baja. En el estudio se analizó con resonancia magnética el impacto de la paternidad y se descubrió que había mayores cambios cerebrales en padres españoles que en estadounidenses. Entre las posibles causas que barajan las autoras del estudio están los permisos por paternidad. En España los hombres habían disfrutado de 16 semanas a diferencia de los padres estadounidenses, con apenas tiempo libre para cuidar al recién nacido. Según la doctora Magdalena Martínez García, coautora del estudio e investigadora del cerebro parental en la Universidad de California en Santa Bárbara, “el comportamiento del padre es un proceso de aprendizaje, y cuanto más se practica, más se especializa y más se sintoniza con el bebé”. De hecho, también se ha constatado en los padres homosexuales. Los cuidadores primarios muestran conexiones más fuertes entre las regiones cerebrales parentales cuando ven a sus bebés, en comparación con los cuidadores secundarios.
En definitiva, podríamos decir que pasar tiempo de calidad con la madre embarazada y con el recién nacido es un entrenamiento cerebral para los padres, que redunda en beneficio para todos, que ayuda a despertar los instintos paternos y que permite disfrutar de la experiencia de ser padre a lo largo de los años.

17/08/2025

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𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐑 𝐋𝐀 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐄𝐙𝐀 𝐀𝐋 𝐄𝐗𝐈𝐓𝐎 𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐋Interesante artículo del Diario El País de España. La sobrevaloración d...
12/08/2025

𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐑 𝐋𝐀 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐄𝐙𝐀 𝐀𝐋 𝐄𝐗𝐈𝐓𝐎 𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐋
Interesante artículo del Diario El País de España. La sobrevaloración del físico, distorsionado por las presiones que llegan desde la publicidad y las redes sociales, impone un ideal de belleza asociado al éxito social

La preocupación excesiva por el peso que llega a transformarse en una prioridad deriva en comportamientos alimentarios anormales.

En el segundo plano de muchas dolencias está el pulso malogrado de la mesura frente a los placeres desaconsejados. En la práctica, como esa piedra en la que siempre se tropieza dos veces, la enfermedad llega a ser un modo de aceptar un estilo de vida más sobrio y esencial, aun cuando, como opinaba Santiago Rusiñol, “si no pudieran contar sus enfermedades, hay muchos que no estarían enfermos”.
Las estadísticas e informes que regularmente diseminan datos sobre las patologías de la población adulta en España aturden: un 20,13% de los ciudadanos sufre de hipertensión, un 18,03% de colesterol alto y un 14% de diabetes, aunque hay expertos que elevan estas cifras considerablemente a partir de los casos sin dictaminar. En algún momento de su vida, el 80% de la población ha sufrido dolores de espalda, un 70% cefaleas y entre un 30% y un 40% dolor cervical (cervicalgia). La artritis aqueja a más de siete millones de personas. Las afecciones alérgicas perturban al 15,96% de la ciudadanía, cifra que se eleva al 25% si se tiene en cuenta también a la población infantil. Un 15,78% de los españoles asegura padecer dolor en el cuello de forma crónica. Un 11,5% afirma sufrir de varices en las piernas, afección que se calcula sube a un 30% entre las personas mayores de 55 años. Debido a los nuevos estilos de vida, la mitad de la gente tiene alguna patología digestiva; otros tantos, hemorroides, y un 56% problemas bucodentales. Si a esto se le suman los datos referentes a la ansiedad, el insomnio, la incontinencia urinaria, el sobrepeso, la sordera, las actividades extraescolares, los que no llegan a fin de mes, los robos, los miedos, las marcas blancas y el dinero negro, cuesta entender que alguien conserve el ánimo suficiente para entrar en el debate de la maternidad subrogada o para que Instagram muestre tanta felicidad por publicación.
“No eres tú, es mi microbiota”, podría ser la respuesta para acabar con un flirteo. Me cuesta imaginar en aquella Verona del final del siglo de los genios a una Julieta Capuleto disolviendo el hechizo amoroso ante Romeo recurriendo a la descripción de las flaquezas de vientre derivadas de un estómago desconcertado, estragado y lleno de calenturas. La solución a la angustia del Montesco la brindó unos siglos antes el notable médico de reyes y papas, Arnau de Vilanova, en su obra Tractatus de amore heroico, designación con la que en la Edad Media se conocía a la enfermedad de la pasión amorosa no correspondida. La solución al insomnio, la tristeza y la falta de apetito derivados del mal de amores sugería atenuarlo mostrando los defectos del ser amado o distrayendo el pensamiento con actividades agradables, como dormir, conversar, pasear por la naturaleza, escuchar música, tener relaciones sexuales y sobre todo viajar, cuanto más lejos mejor.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en adolescentes de la edad de Romeo y Julieta han llegado con el desa¬sosiego que ocasiona la figura corporal y el empleo de referencias no saludables a la hora de determinar la propia imagen. La sobrevaloración del físico, distorsionado por las presiones que llegan desde la publicidad, las series o las redes sociales, impone un ideal de belleza asociado al éxito social, familiar y profesional respaldado por los reportes que sostienen que la gente con “buena apariencia” tiene más oportunidades laborales, mayores retribuciones y se relaciona mejor que quienes no cumplen con las cualidades normativas. Y como el bienestar psicológico depende de la integración y de la aceptación social, la preocupación excesiva por el peso llega a transformarse en una prioridad, especialmente para las mujeres jóvenes, que deriva en comportamientos alimentarios anormales.
Estamos consiguiendo que la insatisfacción arraigue de tal forma que es ya un problema endémico y cultural modelado por ideas arbitrarias dentro de un estilo de vida frenético. Sostenía Gregorio Marañón que en este siglo acabaremos con las enfermedades, pero nos matarán las prisas. O los estereotipos. Inalcanzables, añadiría yo.

𝑺𝑬𝑹𝑨 𝑪𝑰𝑬𝑹𝑻𝑶 𝑸𝑼𝑬 𝑳𝑨 𝑰𝑵𝑭𝑰𝑫𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑫 𝑷𝑼𝑬𝑫𝑬 𝑹𝑬𝑨𝑽𝑰𝑽𝑨𝑹 𝑳𝑨 𝑷𝑨𝑹𝑬𝑱𝑨Esther Perel ha invertido muchos años en investigar las transform...
08/08/2025

𝑺𝑬𝑹𝑨 𝑪𝑰𝑬𝑹𝑻𝑶 𝑸𝑼𝑬 𝑳𝑨 𝑰𝑵𝑭𝑰𝑫𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑫 𝑷𝑼𝑬𝑫𝑬 𝑹𝑬𝑨𝑽𝑰𝑽𝑨𝑹 𝑳𝑨 𝑷𝑨𝑹𝑬𝑱𝑨

Esther Perel ha invertido muchos años en investigar las transformaciones del deseo y los vínculos de pareja. Ella, casada desde hace 30 años y con 2 hijos, dicta conferencias sobre la vida sexual de la pareja. Su libro, Inteligencia Erótica, se convirtió en bestseller mundial. En sus páginas, la autora aborda temas como la falta de deseo en los matrimonios, la infidelidad y la llegada de una tercera persona a la pareja.

-INTELIGENCIA ERÓTICA PARTE DE QUE EL EROTISMO DE LAS PERSONAS SE ESTÁ MURIENDO, ¿ES REAL EL DECLIVE DEL S**O? –
La falta del deseo en las parejas de hoy parece ser un fenómeno generalizado en el mundo occidental: complacencia, falta de esfuerzo creativo para mantener el deseo duradero. El mito de que una buena sexualidad es espontánea, y la pérdida de la juventud, la imaginación, la anticipación, la novedad, son todos factores que influyen en el declive del s**o. Pero hay también parejas que con el tiempo mejoran y vivifican su relación sexual, maduran, se liberan de sus inhibiciones y descubren juntos una sexualidad plena, que no existía antes en la pareja.

-¿CUÁL ES TU IDEA SOBRE LA DISTANCIA NECESARIA PARA PRESERVAR EL DESEO DE UNA PAREJA ESTABLE?
-No hay una medida de distancia. El espacio es un espacio que da lugar a la individualidad de cada persona, que mantiene diferencia, alteridad. Cuando pregunto a las personas por momentos en los que se sienten particularmente atraídas por su pareja, son siempre descripciones del otro a una cierta distancia: cuando lo ve jugando con los hijos, cuando la ve en el escenario, cuando toca su instrumento, cuando la ve en una fiesta y ve cómo los otros la miran, cuando la sorprende, cuando la hace reír. El erotismo suele aparecer cuando el otro está haciendo la suya. En esta distancia existe el anhelo erótico, el misterio y cierta tensión.

-¿CREES QUE LA INFIDELIDAD ARRUINA A LA PAREJA?
-La infidelidad puede arruinar una pareja que ya estaba muriendo, pero también puede reavivar una pareja como pocos otros tipos de alarma (tocar el timbre) pueden lograr. El miedo de la pérdida a veces da un golpe de motivación a reconstruir la pareja. También es importante siempre entender el sentido de cada infidelidad. Hay infidelidades que no tienen nada que ver con la pareja; es más fácil de ver cada infidelidad como síntoma de problemas en la pareja, pero no siempre es así.

-¿CREES QUE TUS PUBLICACIONES AYUDAN A REENCONTRARSE CON LA PAREJA?
-Siento que mi trabajo ha ayudado a entender mejor las dinámicas en muchísimas parejas, a desarrollar un lenguaje para repensar y comunicar sus sentimientos y a comprender los pasajes del amor al deseo.

-LA RELACIÓN POLÍTICA Y S**O ES VIEJA, PERO ¿CÓMO TOMAN LOS ESTADOUNIDENSES LOS ESCÁNDALOS SEXUALES (CLINTON, SPITZER, ETC.) EN SU PAÍS?
-En las actitudes sexuales de una sociedad encontramos los valores más anclados de una cultura, y la sexualidad también es el lugar donde se desarrollan ideas nuevas, radicales, de cambio político y social. En los Estados Unidos la infidelidad nos es cosa privada de pareja, pero es un indicador moral de todo su carácter. Si un político “cheat and lies” a su mujer, cómo se puede saber que no lo hará con el pueblo que lo eligió. Mentir es el problema, más que el s**o; en Francia, por el contrario, el problema principal es el s**o, no tanto la mentira. �

𝐉𝐔𝐀𝐍 𝐅𝐎𝐑𝐓𝐄𝐀 𝐘 𝐋𝐔𝐈𝐒 𝐆𝐀𝐍𝐃𝐈𝐀, 𝐈𝐍𝐕𝐄𝐒𝐓𝐈𝐆𝐀𝐃𝐎𝐑𝐄𝐒: “𝐄𝐍 𝐀𝐋𝐙𝐇𝐄𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐃𝐄𝐁𝐄𝐌𝐎𝐒 𝐀𝐕𝐀𝐍𝐙𝐀𝐑 𝐇𝐀𝐂𝐈𝐀 𝐔𝐍𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐍𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍𝐀𝐋𝐈𝐙𝐀𝐃𝐀, 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐄𝐍 𝐎𝐍𝐂𝐎𝐋...
04/08/2025

𝐉𝐔𝐀𝐍 𝐅𝐎𝐑𝐓𝐄𝐀 𝐘 𝐋𝐔𝐈𝐒 𝐆𝐀𝐍𝐃𝐈𝐀, 𝐈𝐍𝐕𝐄𝐒𝐓𝐈𝐆𝐀𝐃𝐎𝐑𝐄𝐒: “𝐄𝐍 𝐀𝐋𝐙𝐇𝐄𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐃𝐄𝐁𝐄𝐌𝐎𝐒 𝐀𝐕𝐀𝐍𝐙𝐀𝐑 𝐇𝐀𝐂𝐈𝐀 𝐔𝐍𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐍𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍𝐀𝐋𝐈𝐙𝐀𝐃𝐀, 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐄𝐍 𝐎𝐍𝐂𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈𝐀”
Un neurólogo clínico y un farmacólogo especialistas en demencias neurodegenerativas analizan el enorme impacto de la llegada de los primeros tratamientos: la Agencia Europea del Medicamento acaba de retirar su negativa previa para comercializar el donanemab. Diario El País de España.

La investigación sobre el alzhéimer atraviesa un momento transformador. Por primera vez, existen fármacos —los anticuerpos monoclonales lecanemab y donanemab— que logran ralentizar el deterioro cognitivo en fases tempranas, aunque su eficacia, efectos adversos y elevado coste siguen generando un intenso debate. El polémico lecanemab cuenta con autorización para su comercialización en Europa desde abril, y el pasado 25 de julio, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha recomendado también aprobar donanemab, tras reevaluar su negativa inicial.
Salvado ese obstáculo clave, la autorización definitiva, o no, por parte de la Comisión Europea tendría que llegar en los próximos meses. Paralelamente, los avances en biomarcadores, genética y diagnóstico precoz abren paso a una medicina más personalizada. Según la OMS, más de 57 millones de personas viven con demencia en el mundo, y hasta un 70% de los casos corresponden a esta enfermedad. En España, afecta a unas 800.000 personas.
Más información

Un gigantesco mapa molecular abre el camino para curar el alzhéimer y el párkinson
Al término del curso El alzhéimer, ¿un enigma patogénico y terapéutico en vías de solución?, celebrado del 14 al 18 de julio en Santander, en el marco del programa estival de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y antes de que se conociera la última decisión de la EMA sobre donanemab, EL PAÍS conversó con sus dos coordinadores: Juan Fortea (Salamanca, 46 años), neurólogo y director de la Unidad de Memoria del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, experto en demencias y en la relación entre alzhéimer y síndrome de Down; y Luis Gandía (Elda, 62 años), catedrático de Farmacología en la Universidad Autónoma de Madrid, investigador de referencia en los mecanismos de comunicación neuronal alterados en enfermedades neurodegenerativas. Desde la investigación clínica y desde la ciencia básica en el laboratorio, respectivamente, ambos analizan los avances, los retos y las preguntas aún sin respuesta en torno a uno de los grandes desafíos sanitarios del siglo XXI.
Pregunta. ¿Qué sabemos hoy sobre las causas del alzhéimer?
Juan Fortea. La causa última del alzhéimer esporádico sigue sin conocerse, como ocurre en muchas otras enfermedades. Deberíamos dejar de tratar el alzhéimer como algo excepcional. En las formas genéticas —como las autosómicas dominantes o en síndrome de Down—, el exceso de amiloide cerebral desencadena una cascada que lleva a la neurodegeneración. Aunque en el alzhéimer esporádico no hay mutaciones claras, los biomarcadores, la historia natural y los mecanismos son muy similares, lo que refuerza el papel central del amiloide. Pese a las críticas a esta hipótesis, los resultados positivos de los nuevos tratamientos antiamiloide —lecanemab y donanemab—, la respaldan.
P. ¿Qué vincula el síndrome de Down con el alzhéimer?
JF. El cromosoma 21, triplicado en el síndrome de Down, contiene el gen APP, que produce la proteína precursora del amiloide. Tener tres copias de este gen basta para desarrollar alzhéimer, lo que deja muy claro de que el exceso de amiloide puede desencadenar la enfermedad. Este año comenzarán en EE UU ensayos clínicos con terapias antiamiloide en personas con Down, lo que abre la esperanza de modificar este riesgo.
Luis Gandía. Además, es una población muy predecible en cuanto a la edad de inicio de la enfermedad. Sin embargo, siguen estando excluidos injustamente de muchos ensayos clínicos, pese a que, por desgracia, son un modelo excelente para estudiarla.
P. La inflamación crónica se relaciona con muchas enfermedades. ¿Qué papel desempeña en esta?
JF. Es fundamental. Ya en 1906, el psiquiatra Alois Alzheimer describió en el cerebro de Auguste Deter, la primera paciente diagnosticada, una activación de la glía [el tejido que da soporte a las neuronas], es decir, una inflamación cerebral, junto a las placas de amiloide. Hoy conocemos muchos genes implicados en la respuesta inflamatoria asociados a la enfermedad. Una microglía [las células inmunitarias cerebrales] eficiente puede contener el daño, pero si falla, la enfermedad progresa. Además, en breve sabremos si los análogos de GLP-1, fármacos usados en diabetes y obesidad (como el Ozempic), también son neuroprotectores.
LG. La neuroinflamación es central en la investigación básica, pero no actúa sola, interactúa con múltiples vías patológicas. Es clave mantener una visión integradora del proceso neurodegenerativo porque es la combinación de múltiples factores lo que genera la enfermedad.
P. ¿Qué relación existe entre la diabetes y el alzhéimer?
JF. El alzhéimer implica alteraciones metabólicas importantes: los pacientes pierden peso hasta 10 años antes de los síntomas —es una manifestación no cognitiva de la enfermedad—, presentan hipometabolismo cerebral precoz y una mala utilización de la glucosa. Además, el amiloide y la insulina comparten una enzima degradadora. Por todo ello, algunos investigadores lo denominan “diabetes tipo 3”.
LG. Las neuronas en el alzhéimer responden mal a la insulina, lo que refuerza esa idea. Aun así, es clave recordar que, aunque la diabetes puede empeorarla, sin beta-amiloide no hay alzhéimer.
P. También se conocen vínculos con ciertas infecciones. ¿Qué sabemos sobre esta relación?
JF. La denominada inflamación crónica de bajo grado puede empeorar muchas enfermedades, como las cardiovasculares o las del cerebro, donde sobrecarga a la microglía, la célula inmunitaria que ya intenta lidiar con el amiloide. Un buen ejemplo es la periodontitis, una infección de las encías que mucha gente subestima, pese a que puede equivaler por superficie afectada a tener una herida del tamaño de la palma de la mano. También hay teorías minoritarias sobre infecciones como causa directa; por ejemplo, la sífilis o el herpes virus. No debemos descartarlas si abren vías terapéuticas.
LG. Hace décadas ya se intentó tratar la inflamación con antiinflamatorios clásicos (los AINEs), sin éxito. Hoy, el foco está en la neuroinflamación, con abordajes más específicos. Volvemos a ideas antiguas, pero con mejores herramientas.
JF. Aquellos intentos fueron ingenuos: algunos de esos fármacos no llegaban bien al cerebro y no teníamos biomarcadores. Hoy, con los biomarcadores PET [alteraciones cerebrales visibles mediante técnicas de imagen] y de sangre, empezamos a acertar con algunas teclas. Como cuando tocas un piano de oído y no logras la melodía, pero suena algo. Por ejemplo, un ensayo con una diana microglial (TREM2) fracasó por producir efectos adversos (edemas cerebrales), pero demostró que podemos intervenir en mecanismos clave, como el amiloide. Y eso me da esperanza, ya empezamos a tener resultados...
LG. ...Y ese tocar teclas, pronto parecerá una melodía. Tras 20 años de sequía, empieza un cambio de paradigma.
JF. Antes, mi respuesta a los pacientes solía ser: “No hay nada nuevo”. Pero ahora, gracias a años de inversión, hay avances tangibles. Los biomarcadores en sangre, que cuestan unos 50 euros, pueden revolucionar el diagnóstico. Espero que en tres o cuatro años pasemos de un 10-20% de diagnósticos con biomarcadores a un 80-90%.
P. ¿Se pueden usar en población general?
JF. En pacientes con síntomas, contar con un biomarcador que confirme o descarte el alzhéimer es fundamental. Pero en la población general aún no se recomienda el cribado. ¿La razón? No tenemos todavía un tratamiento preventivo eficaz. Sin una intervención clara ni una comunicación precisa del riesgo individual, generar incertidumbre sería irresponsable. Ahora bien, esto podría cambiar en dos o tres años si mejoramos en ambos frentes: capacidad de estratificar el riesgo y disponibilidad de terapias eficaces en fases muy tempranas.
P. ¿Qué implicaciones tienen los estudios recientes sobre perfiles proteómicos financiados por la Fundación Gates?
JF. Son una vía complementaria a los biomarcadores actuales. En lugar de buscar dos o tres biomarcadores concretos implicados en la enfermedad, mediante la proteómica se analizan miles de proteínas a la vez para detectar patrones asociados a diferentes enfermedades. Esto no solo puede mejorar el diagnóstico, sino también revelar mecanismos comunes entre patologías. Es plausible que en el futuro existan fármacos dirigidos a rutas biológicas compartidas por el párkinson y el alzhéimer.
P. ¿En qué punto estamos en cuanto a tratamientos?
JF. Además del lecanemab y el donanemab [ya recomendados por la EMA], en noviembre se conocerán los resultados de ensayos con análogos del GLP-1, una vía distinta vinculada al metabolismo. Es decir, podríamos tener en los próximos años varios fármacos con eficacia clínica y capaces de modificar de forma clara la biología de la enfermedad, según los biomarcadores.
LG. Y son precisamente los biomarcadores los que permitirán seleccionar mejor a los pacientes que realmente se puedan beneficiar. No todos responden igual, hay que afinar.
JF. Exacto. Por eso insistimos en su papel clave. Como en oncología, en alzhéimer debemos avanzar hacia una medicina personalizada. Aunque todos los pacientes tengan amiloide, no todos los casos son iguales. Las terapias antiamiloide probablemente no sirven en fases avanzadas, pero ya se están ensayando en etapas preclínicas. Si ahí demuestran eficacia, podríamos pasar de tratar el alzhéimer a prevenirlo. Eso sí sería una revolución.
P. El NICE británico —la agencia que decide qué terapias financia el sistema público, y que es referencia para sus homólogas europeas— ha decidido no costear ni lecanemab ni donanemab. Alega que su beneficio clínico es modesto, y que su administración mediante infusiones intravenosas, junto con el seguimiento mediante resonancias periódicas por el riesgo de edemas cerebrales, suponen un gasto excesivo. ¿Cuál es su valoración?
JF. Me gustaría ser muy claro. Primero, pongámoslo en contexto: al igual que ha hecho la EMA en Europa con el lecanemab [y acaba de hacer con el donanemab], las agencias regulatorias de EE UU (FDA), Japón, Corea del Sur, China o Reino Unido han aprobado estos fármacos. Es decir, han concluido que el balance riesgo-beneficio es favorable. Lo que ha hecho el NICE es distinto: reconoce su eficacia, pero no los financia porque el beneficio obtenido no justifica el coste que comportan. Sin embargo, Medicare y Medicaid en EE UU ya cubren el 80% del coste, y también lo hacen los sistemas públicos de Japón o China. Otras agencias financiadoras europeas aún no se han pronunciado.
Además, el NICE ha achacado al coste del tratamiento unos recursos que ya deberían estar disponibles, como biomarcadores, evaluaciones neuropsicológicas o unidades especializadas. Es como argumentar que no se puede recetar un fármaco porque habría que construir hospitales, no tiene sentido. Esas infraestructuras son necesarias de todos modos y no deberían cargarse al precio del medicamento.
LG. Ese riesgo lo tenemos también en España: que la EMA los apruebe, pero luego aquí no se financien. Hay que hacer ver a los responsables políticos que lo que hoy parece caro, dentro de unos años se compensará por los costes directos e indirectos que nos ahorraremos.
JF. Exacto. Y sería un drama que no se financiaran. Estos fármacos están dirigidos a una fase muy concreta de la enfermedad, cuando aparecen los primeros fallos de memoria, y aun así, solo entre el 5% y el 15% de esos pacientes cumplirán los criterios para recibirlos. Pero el impacto irá mucho más allá: mejorará el diagnóstico precoz, los circuitos de atención, el acceso a biomarcadores… Es una inversión en todo el sistema.
P. Durante el curso de la UIMP, ustedes han hablado de una “terapia integral” para el abordaje del alzhéimer. ¿A qué se refieren?
LG. Lo explicó la neuróloga Mercedes Boada. Se trata de ofrecer una atención global que combine apoyo psicológico, estimulación cognitiva, ejercicio físico y socialización. Un buen ejemplo son algunos centros de día que no funcionan como simples “aparcamientos”, sino que ofrecen programas personalizados para mantener a los pacientes activos y frenar el deterioro. Por desgracia, este modelo ideal es todavía muy poco frecuente. En muchas residencias o centros privados, la atención se limita al acompañamiento, pero sin una estimulación real, que es clave para preservar funciones.
JF. El alzhéimer es probablemente la enfermedad grave con más inequidad en nuestro sistema sanitario. El recorrido del paciente —quién lo diagnostica, qué pruebas se le hacen, si accede o no a biomarcadores— cambia incluso dentro de una misma ciudad, dependiendo del centro o del profesional que le atienda. Necesitamos un plan nacional dotado de recursos que garantice calidad y equidad en toda la atención.
P. ¿Qué podemos hacer como población general para reducir el riesgo de alzhéimer u otras demencias?
JF. Llevar un estilo de vida saludable es clave. Hay evidencias muy sólidas —como las recogidas por la comisión de demencia de la revista The Lancet— de que muchos casos podrían prevenirse con mejor educación, una dieta equilibrada, actividad física regular, control de los factores de riesgo cardiovascular y evitando el aislamiento social. También es fundamental estar atentos a los primeros síntomas y acudir pronto al médico. Además, animo a participar en investigación. Los tratamientos de hoy existen gracias a quienes colaboraron en ensayos clínicos.
LG. Mantener una vida social activa también protege el cerebro. El aislamiento, pasar el día solo frente al televisor, es muy perjudicial. Hay ejemplos muy ilustrativos en pueblos de Japón donde la interacción cotidiana entre vecinos ayudaba a retrasar el deterioro cognitivo.
P. ¿Qué le dirían a quien acaba de recibir un diagnóstico de alzhéimer?
JF. Que es un diagnóstico grave, pero que no deben perder la esperanza. La enfermedad suele avanzar lentamente y muchas personas mantienen una buena calidad de vida durante años. Muchos pacientes ni siquiera son plenamente conscientes de su deterioro, lo que se conoce como anosognosia; y eso, aunque parezca paradójico, puede aliviar parte del sufrimiento familiar. Además, cada vez hay más razones para el optimismo gracias a los avances científicos.
LG. No hay que esconder al paciente ni aislarlo. Al contrario, mantenerlo activo y socialmente integrado mejora claramente su bienestar. Un centro de día adecuado, con programas de estimulación, puede ser mucho más beneficioso que cuidar al paciente en casa sin esos apoyos. Y es importante recordar que, en muchos casos, se puede convivir con el alzhéimer durante muchos años sin que sea la causa directa de la muerte.

02/08/2025

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01/08/2025

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30/07/2025

𝐄𝐒 𝐂𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐋 𝐌𝐈𝐒𝐓𝐄𝐑𝐈𝐎 𝐀𝐔𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐒𝐄𝐎
Comparto nuevamente en esta ocasión una entrevista realizada a Esther Perel reconocida psicoterapeuta, autora del libro que llego a ser un best seller Inteligencia Erótica. ¿Crees que la intimidad siempre mejora una relación de pareja? Pues ojo a este dato: mientras el amor busca cercanía, contacto y proximidad, el deseo lo que necesita es distancia, incertidumbre y duda.

P ¿QUÉ ES LO QUE NOS HACE FRACASAR EN EL AMOR?
Esther Perel: Hay muchas razones, pero sobre todo una: el exceso de expectativas. Recurrimos a una sola persona para que nos proporcione todo lo que necesitamos: sensación de pertenencia, significado y continuidad. Queremos que nuestras relaciones sean románticas, emocionales y sexualmente plenas; buscamos seguridad, apoyo económico, ¡niños!; esperamos que él sea nuestro mejor amigo, amante, confidente... ¡Y todavía nos sorprende que tantas relaciones se desmoronen bajo todo ese peso!

P GENERALMENTE PENSAMOS QUE UNA ALTA INTIMIDAD FAVORECE EL DESEO SEXUAL, PERO USTED DICE QUE NO SIEMPRE ES ASÍ...
El fuego necesita aire, así que te diría que un aliado importante del deseo es el espacio; pero no es tanto la falta de intimidad lo que bloquea el deseo como el exceso de cercanía.

P UN EXCESIVO “HERMANAMIENTO” DE LA PAREJA PUEDE SER MORTAL, ¿NO?
Es que el deseo necesita distancia, falta, ausencia. Todo eso alimenta el deseo sexual, que reside en un punto crítico entre la ansiedad y la fascinación. Si el amor busca cercanía, proximidad, familiaridad, el deseo necesita distancia, diferencia, misterio... Un poco de incertidumbre nos hace querer más y hay que saber que lo que alimenta al amor no siempre es lo mismo que lo que moviliza al deseo.

P ENTONCES, ¿EL AMOR PUEDE SER UN OBSTÁCULO PARA G***R SEXUALMENTE?
El amor y el deseo se relacionan, pero también entran en conflicto: ahí está el misterio del erotismo. El amor florece en un ambiente de intimidad, reciprocidad e igualdad; buscamos conocer al ser amado y mantenerlo cerca. Nos preocupamos, nos ocupamos y nos sentimos responsables de él. Para algunas personas es inseparable del deseo, pero para otras la intimidad emocional inhibe le expresión erótica. Y los elementos de cuidado y protección que se dan en el amor, a menudo bloquean la espontaneidad que estimula el placer erótico. Por eso se sienten más libres sexualmente con alguien que les importa menos emocionalmente.

P ¿QUIZÁ ESAS PERSONAS APRENDIERON QUE “NO PUEDES” RESPETAR Y HACER EL AMOR DESHINIBIDAMENTE CON LA MISMA PERSONA?
Sí, y además hay personas a las que les resulta difícil sacar su lado más oscuro, animal y salvaje con la persona con la que han creado un hogar y tenido hijos, con la que comparten su vida cotidiana, de quien tanto dependen o que está dando el pecho a su hija...

P O SEA QUE LOS FAMOSOS ALIADOS DEL AMOR: LA RAZÓN, LA COMPASIÓN, LA COMPRENSIÓN, EL COMPAÑERISMO... ¡¿PUEDEN SER ENEMIGOS DEL BUEN S**O?!
Las mujeres hace siglos que sabemos que cuidar a alguien es una expresión de amor... pero que no necesariamente despierta el deseo. Es más: cuidar, encargarse de alguien es un auténtico antiafrodisíaco, porque el deseo es libertad y a menudo contrario a la responsabilidad. El compañerismo acentúa la similitud entre amigos; el deseo necesita diferencia, alteridad. Pero no quiero generalizar, porque esto no vale para todas las personas.

P EL DESEO TIENE SUS LEYES Y A VECES ASUSTA A LA MENTE CONVENCIONAL, ¿NO?
Si el deseo fuera dócil y nuestras fantasías trataran de rosas en la cama, no tendríamos tanto miedo a la hora de hablar de nuestra sexualidad. Pero el deseo no es dócil; es rebelde, no es políticamente correcto. Nuestra mente erótica nos revela: descubre nuestros sueños, aspiraciones, miedos y vulnerabilidades.

P QUIZÁ CONVIENE PENSAR QUE SÓLO SE TRATA DE “JUEGOS SEXUALES”.
Exacto. Los fantasmas no son realidad, y muchas veces lo que nos excita en la noche, ¡es lo mismo contra lo cual luchamos durante el día! Hay que verlo así: como un juego, como cuando los niños juegan a ser bomberos: saben que no es real.

P SI ALGUIEN SE PREGUNTA: ¿ES “NORMAL” QUE ME GUSTE ESTO? ¿QUÉ LE DIRÍA?
Que la mente erótica es un santuario, y las fantasías nos permiten trascender los obstáculos morales, sociales, religiosos y personales. Son un espacio seguro para lograr el placer y, por tanto, “normal”.

P ¿POR QUÉ PERDEMOS EL DESEO, AHORA QUE ESTÁ TODO MÁS PERMITIDO?
Hay una cuestión importante. Y es que nunca hemos tenido un modelo de pareja donde la sexualidad esté anclada en el deseo. Antes teníamos s**o para tener hijos o por “obligación” matrimonial de la mujer; pero ahora tenemos s**o por placer, porque los dos tenemos ganas; y eso es algo nuevo. Nunca hemos tenido que llevar la lujuria a casa y desarrollar una inteligencia erótica en el hogar. Eso es lo nuevo. Ése es el reto.

P ¿Y CÓMO HACERLO BIEN?
La falta de deseo muchas veces es también falta de imaginación, de curiosidad, de interés por la otra persona, más que una cuestión de técnicas sexuales. El s**o en una pareja duradera es voluntario, premeditado, planeado, cultivado.

P PERO, ¿POR QUÉ DESEAMOS MENOS S**O?
Porque para querer s**o tiene que ser un s**o que valga la pena desear: hay que mantenerlo interesante, vital, que incite. En otros casos, el deseo se va porque la relación no es buena, porque no tiene ninguna tensión y el deseo necesita un poco de incertidumbre.

P PARA RECUPERAR EL DESEO, ACONSEJA RECREAR LA DISTANCIA CON LA PAREJA...
En los países a los que he viajado para promocionar el libro, siempre pregunto ¿cuándo te sientes más atraída por tu pareja? Y las respuestas femeninas son: cuando le veo jugando con los niños –esto no lo dicen los hombres, por cierto–, cuando le veo apasionado por algo, tocando un instrumento, haciendo algo personal que le gusta, cuando le miro en una fiesta o hablando con otros... Siempre son descripciones del otro como una persona autónoma con respecto a nosotros y a la que estamos mirando con cierta distancia. Me dicen: me gusta verle como un desconocido, como alguien misterioso, no familiar. Ahí surge el deseo. Así que todas estas respuestas confirman mi idea: el deseo necesita espacio.

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