
12/08/2025
No podemos callar: La violencia no puede seguir siendo el idioma de Puerto Rico
Hace unos días, Puerto Rico volvió a recibir un golpe que nos deja sin aliento. Una adolescente perdió la vida en medio de lo que debía ser un momento de celebración. Una vida joven, truncada por la violencia, en un acto tan brutal como injustificable. Y no, no podemos normalizarlo. No podemos mirar hacia otro lado.
La psicología nos dice que la violencia es un patrón aprendido, pero también nos dice que es un patrón que puede y debe romperse. Cuando crecemos en entornos donde el golpe, la amenaza o el arma sustituyen al diálogo, estamos criando generaciones que no saben resolver conflictos sin destruir. Y esa incapacidad se paga con vidas.
No es suficiente con sentir tristeza; necesitamos sentir indignación. Porque la violencia no solo le arrebató la vida a una joven, sino que volvió a recordarnos que la criminalidad en Puerto Rico está desbordada. Que hemos llegado a un punto donde cualquier desacuerdo, cualquier momento de tensión, puede convertirse en un escenario mortal.
Los responsables de este crimen deben enfrentar las consecuencias de sus actos. La justicia no puede ser selectiva ni tibia. Cada vez que un acto así queda impune o se diluye en excusas, enviamos un mensaje peligroso: que en este país se puede matar sin pagar el precio. Y eso es inaceptable.
Pero no basta con castigar; hay que prevenir. La criminalidad no se frena solo con cárceles, sino también con una transformación profunda de nuestra cultura de manejo de conflictos. Necesitamos:
✅ Educación emocional desde la niñez, para que la ira no se traduzca en violencia.
✅ Espacios comunitarios de contención, donde la frustración encuentre vías de expresión no destructivas.
✅ Políticas públicas firmes y consistentes, que combinen justicia efectiva con prevención real.