
22/08/2025
Muchos encargados prefieren cerrar los ojos ante las conductas de sus hijos/as. Justifican, excusan, minimizan. “Son cosas de niños”, “él/ella no es así”, “no lo hizo con mala intención”. Pero la ceguera no protege: destruye.
Un hijo/a sin límites, sin guía y sin consecuencias, termina caminando a la deriva. Pierde empatía, respeto y responsabilidad. Y lo que hoy parece un “detalle sin importancia”, mañana se convierte en una forma de vivir que hiere a otros y a sí mismo.
La crianza no se trata de tapar errores ni de negar realidades. Se trata de mirar de frente, aunque duela, y formar con amor, límites y correcciones firmes. Porque la verdadera protección no está en encubrir, sino en educar.
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