06/06/2023
Relato de Celia Tinajero, desde el Estado de México.
Buenas noches a todos, esta vez quiero compartirles una historia que me platicó un familiar hace algunas semanas.
Bueno, mi tío y su esposa vinieron a visitarme, ya que se enteraron que he tenido algunos problemas de salud desde hace un tiempo ya. Ellos viven en Guanajuato y por tal razón ya tenía mucho tiempo que no nos veíamos.
Cuando entraron a mi casa les llamo mucho la atención un cuadro que tengo con la foto de mi mamá. Ella era la segunda hermana y su hermana mayor también ya trascendió de éste plano. Así que empezamos a platicar de recuerdos y también nos pusimos al día, y entre plática mi tío me preguntó cuándo iría a su casa, a lo que su esposa comentó: "pero en tu casa espantan" (ahí recordé que cuando era niña me asustaron en esa casa pero ese relato en otra ocasión se los contaré), entonces mi tío contestó: "eso no es nada, cuando eramos jóvenes tuvimos una experiencia con un charro negro. Yo recordé también que mi mamá en alguna ocasión me contó sobre esa historia pero no me dio detalles.
Entonces su esposa y yo le pedimos que nos platicara la historia y él con gusto accedió.
Dice que en ese entonces era la feria del pueblo, y mi mamá y su hermana querían ir junto con unas amigas. Mi abuelo les dio permiso pero con la condición de que mi tío las acompañara también. Cuando estaban a punto de salir de la casa mi abuelo les dio las últimas indicaciones: "cuando vengan de regreso por favor no vayan a tomar el camino corto (que era terraseria), mejor agarran el camino que ya tiene pavimento".
Cuando mi tío preguntó la razón, mi abuelo le contestó: "cuando yo era niño, mi abuelo platicaba que justo frente a ese camino de terraseria existía una hacienda, en la cual habiataba un terrateniente que era muy cruel con los campesinos, siempre andaba a caballo vestido de charro y con un látigo, que usaba para azotar a sus campesinos e incluso si alguno se quería revelar, lo mandaba colgar de un árbol muy grande y frondoso. Entonces cuando la revolución empezó, él no quiso abandonar la hacienda y como era de esperarse llegaron los campesinos buscando venganza, y lo colgaron de ese mismo grande árbol. Entonces transcurrió el tiempo y se empezó a esparcir el rumor de que un charro negro se aparecía ahí ya entrada la noche, y que si alguien pasaba por ahí ese charro los perseguía con su látigo. Incluso se supo de personas que amanecieron mu**tas en esa zona y tenían la cara llena de terror".
Mi tío, sus hermanas y las amigas salieron de la casa sin darle mucha importancia a la historia recién contada por mi abuelo, ellos creyeron que sólo eran leyendas.
Llegaron a la feria y estuvo tan buena que el tiempo transcurrió tan rápido que no se dieron cuenta de lo tarde que era ya. Cuando iban de regreso a casa iban preocupados porque los iban a regañar y seguramente no los dejarían salir alguna otra vez, así que tuvieron la brillante idea de tomar el camino corto, para ahorrar algo de tiempo. Mi mamá venía del brazo de su hermana y su amiga, y mi tío caminaba atrás de ellas. De pronto sintieron un escalofrío y se encontraron con un señor a caballo vestido de charro y ellos no le dieron importancia, puesto que en la feria hubo charreada y lo más seguro era que se trataba de alguien del pueblo. El charro paso junto a ellos con la cabeza agachada pero los saludó diciendo "buenas noches", a lo que todos contestaron y siguieron caminando. Avanzaron algunos metros pero de repente se escuchó un latigazo y al voltear se dieron cuenta de que al caballo no se le veían las patas y el charro levantó la mirada y le brillaban los ojos, y en ese instante se quedaron paralizados. Segundos después se escuchó otro latigazo y mi tío reaccionó y tomó de la mano a mi tía y comenzaron a correr con todas sus fuerzas aterrados, y más cuando escuchaban que venía un caballo corriendo detrás de ellos.
Lograron llegar a la entrada de esa calle y se dejaron de escuchar los latigazos. Una de las amigas vivía muy cerca de ahí, así que llegaron a esa casa y entraron aterrados y sin poder hablar. Un rato después cuando se calmaron, contaron todo a la familia de la muchacha. Después pidieron que los acompañaran a llegar a casa pero que porfavor no le dijeran nada a mi abuelo, que sólo dijeran que habíamos pasado a cenar a casa de la muchacha y por eso habíamos llegado tarde.
Así lo hicieron y mis abuelos estaban enojados por tardarse, pero no los regañaron tanto.
Dice mi tío que no pudieron dormir por varias noches e incluso no recuerdan en que momento tiraron unos premios que habían ganado en la feria.
Nunca les contaron a mis abuelos, pero esa experiencia les quedó grabada para siempre. A veces no creemos en lo que la gente cuenta, hasta que lo vivimos en carne propia.