07/28/2025
En varias entrevistas y alfombras rojas hemos visto a Pedro Pascal rodeado de compañeras de trabajo que lo abrazan, lo tocan, lo miman con un “exceso” de confianza. No es un secreto que muchas de ellas se muestran afectuosas con él, y él se deja querer con una sonrisa tímida, incluso mencionando que a veces eso le ayuda con su ansiedad.
Pero como era de esperarse, en redes sociales se ha desatado un debate. Algunos hombres lo acusan de “aprovechado”, de manipular con su discurso de ansiedad para que lo toquen. Y de paso, cuestionan si ese comportamiento no es una falta de respeto hacia las parejas de sus compañeras. Lo curioso es que todos esos señalamientos no se basan en lo que Pedro hace, sino en lo que ellos harían en su lugar.
Y ahí está el punto clave de esta publicación: un fenómeno que se conoce como proyección.
Cuando un hombre dice “seguro está actuando así para aprovecharse”, lo que está diciendo es: “yo actuaría así para aprovecharme”. Por eso el dicho: “el león cree que todos son de su condición.”
Lo que resulta más incómodo de procesar para algunos es que las muestras de cariño que recibe Pedro son consentidas, y que el consentimiento es mutuo. De hecho, muchas veces son ellas quienes lo tocan, lo abrazan, lo besan en la mejilla, lo cuidan.
Quizá Pedro tiene preferencias sexuales distintas (hay rumores, pero en realidad eso no nos incumbe) y tal vez por eso las parejas de sus compañeras se quedan tranquilos con lo que pasa, o tal vez simplemente son adultos que confían en sus parejas. En ambos casos, no hay ningún indicio de abuso, ni de manipulación. Hay afecto. Hay confianza. Hay consentimiento.
Y lo más perturbador para algunos parece ser esta idea revolucionaria: un hombre puede ser tocado con cariño por mujeres sin que eso implique intenciones sexuales, ni de él ni de ellas.
Quizá lo que más les cuesta aceptar es que hay formas de masculinidad que no se basan en la seducción constante. Que existen hombres que no tienen que “ligarse” a todas para sentirse validados, y que pueden ser queridos, sostenidos y abrazados sin tener que demostrar nada.
Lo que decimos de los demás muchas veces dice más de lo que somos nosotros que de lo que ellos realmente hacen. A veces, en lugar de analizar a otros, lo mejor sería preguntarnos:
¿Por qué eso me incomoda tanto? ¿Qué me dice de mí?
¡Esto es lógico, esto es Códica!