15/12/2025
No lo busques… aunque el corazón te suplique lo contrario. Aunque tus manos tiemblen buscando el teléfono, aunque tu mente invente excusas para creer que esta vez será diferente. No lo busques, porque cada vez que lo haces te pierdes un poco más a ti misma. Te desgastas, te rompes, te apagas… y él ni siquiera lo nota.
No marques su número. No revises si está en línea. No confundas señales que no existen con esperanzas que solo tú sostienes. Él sabe perfectamente que estás ahí, esperando como siempre, sosteniendo una historia que hace tiempo dejó de sostenerte a ti. Y esa es la parte más dolorosa: él lo sabe, y aun así no hace nada.
Porque se acostumbró a tu paciencia, a tu entrega, a tu forma de quedarte incluso cuando él ya se había ido. Se acostumbró a que regresaras, a que perdonaras, a que taparas sus silencios con tu amor. Y eso le dio permiso para desaparecer sin remordimientos, para volver cuando quisiera, para romperte una y otra vez como si tu corazón no fuera más que un objeto reciclable.
Mientras tú te partes en mil pedazos, él duerme tranquilo. No le quita el sueño tu tristeza, ni tu ansiedad, ni tus lágrimas escondidas en la almohada. No le duele tu espera, ni tu vacío, ni tu preocupación constante. No es que no entienda lo que hace… es que simplemente no le importa.
Llora si tienes que llorar. Romperte un poco está permitido; lo que no está permitido es quedarte a vivir en ese dolor. Enciérrate si lo necesitas, pero no te arrastres. Ya estás tocando fondo, y aun así tienes la fuerza para levantarte. Porque tocar fondo no te hunde… te empuja a resurgir.
No lo llames. No porque no lo quieras, sino porque tú también mereces ser querida. Mecerte en una espera eterna no es amor, es desgaste. Rogar compañía no es cariño, es abandono propio. La persona que te valore no te va a poner en pausa, ni te hará sentir insuficiente, ni te obligará a mendigar migajas de atención.
Haz lo que tengas que hacer para volver a ti: arréglate, grita, escribe, sal, respira. Recupera pedacitos de tu alma donde los fuiste dejando. Reconstruye tu dignidad con cada paso que des lejos de lo que te consumía.