Esbeltez USA

Esbeltez USA En Esbeltez Aprenda a cuidar su salud y la de su familia...
Baja de Peso SIN MEDICAMENTOS!

En Esbeltez no paramos de comer ....aquí se aprende a comer saludable
SIN PASTILLAS,SIN LICUADOS Y SIN INYECCIONES!

Se estaba ahogando.Y nadie se había dado cuenta…Nadie, excepto ella.Era junio de 2022, en el Campeonato Mundial de Budap...
06/06/2025

Se estaba ahogando.
Y nadie se había dado cuenta…
Nadie, excepto ella.

Era junio de 2022, en el Campeonato Mundial de Budapest.
Anita Álvarez, nadadora artística estadounidense con raíces mexicanas, estaba dando una presentación impecable.
Pero al terminar su rutina… no salió a la superficie.

Había perdido el conocimiento.
Su cuerpo flotó unos segundos… y luego comenzó a hundirse.
Lentamente. Hasta el fondo de la alberca.

El público no notó nada. Los jueces tampoco.
Todos aplaudían.

Pero su entrenadora, Andrea Fuentes, sí se dio cuenta.
Ella la conocía. Sabía cuánto tardaba en salir.
Sintió en el pecho que algo no andaba bien.

Y sin pensarlo dos veces… se lanzó.
Vestida. Con tenis. Con todo.

Nadó hasta el fondo. La tomó por la cintura.
Y la llevó a la superficie.
Le salvó la vida.

Y esta historia me dejó pensando…

¿Quién te conoce tanto como para notar que ya no estás bien, aunque tú sigas sonriendo?
¿Quién se lanzaría por ti sin pensarlo, cuando ya no tienes fuerzas para salir a flote?

Y sobre todo…

¿Tú serías esa persona para alguien más?
¿Estás tan presente en la vida de quienes amas, que podrías detectar el momento exacto en el que empiezan a hundirse?
¿O te quedas en las gradas aplaudiendo, sin darte cuenta de que por dentro se están apagando?

En esta vida, todos necesitamos a alguien que no solo nos vea…
sino que nos observe.
Que sepa cuándo estamos a punto de rendirnos.
Y que tenga el valor de saltar para rescatarnos.


—S. Rangel

Una tarde, un padre llegó sin previo aviso a la casa de su hijo. Tocó la puerta, como lo había hecho miles de veces ante...
06/05/2025

Una tarde, un padre llegó sin previo aviso a la casa de su hijo.
Tocó la puerta, como lo había hecho miles de veces antes, pero esta vez con una bolsita en la mano. Adentro, había unas empanadas aún tibias, de esas que solía hacerle a su hijo cuando era niño.

—Hola, hijo —dijo con una sonrisa suave.
—Hola, papá… pasa —respondió el hijo, mientras sostenía el teléfono en la oreja y tecleaba con rapidez en su laptop.

El padre entró, miró la sala ordenada, los papeles sobre la mesa, la taza medio vacía de café. Se sentó con cuidado, sin molestar.

El hijo seguía hablando, apurado, estresado.
—Sí, claro, mándame eso antes de las cinco. No, todavía no termino el informe. Tengo tres reuniones más… sí, ya sé…

Pasaron diez, quince, veinte minutos.
El padre seguía ahí, en silencio, mirando por la ventana.
Cuando por fin colgó, el hijo dijo:
—Perdón, papá. Estoy hasta el cuello de cosas. ¿Te pasó algo?

El padre negó con la cabeza.
—No, nada grave. Solo… pensé que podíamos almorzar juntos. Como antes.
—Hoy imposible. En serio, tengo muchísimo por hacer —dijo el hijo, mientras miraba su agenda.

Hubo un silencio. Largo. Tranquilo. Duro.
Entonces el padre miró a su hijo y, con voz serena, dijo:
—¿Sabes qué es lo más duro del tiempo?
Que no hace ruido cuando se va.

El hijo lo miró en silencio.

—Yo también tuve días como los tuyos.
Mil pendientes, estrés, llamadas, trabajo...
—Yo también vivía como tú. Siempre apurado. Siempre diciendo “después”.
Decía que lo hacía por ustedes. Y sí… les di una casa bonita, comida en la mesa, ropa limpia. Pero...

Hizo una pausa.
—No estuve cuando aprendiste a andar en bicicleta.
Tu madre me lo contó. No estuve la primera vez que fuiste al teatro del colegio. Tampoco el día que te enfermaste y pedías por mí.

El hijo bajó la mirada. Se quedó quieto.

—Tu madre me esperaba con la cena caliente… y yo llegaba cuando ya la había guardado.
Tú me decías “¿jugamos un ratito?” y yo respondía “mañana, hijo, hoy no puedo”.
Mañana… mañana… mañana.

Volvió a hacer silencio. Pero esta vez, con los ojos húmedos.

—Y un día… la mesa ya no estuvo puesta.
Tu madre ya no cocinaba.
Tú ya no jugabas.
Y yo me di cuenta de que había trabajado toda la vida…
para darles una vida que me perdí.

El hijo apretó los labios. Sentía ese n**o en la garganta que uno no sabe si tragar o dejar salir.

No vengo a quitarte el tiempo…
Solo a recordarte que no se puede vivir aplazando lo importante.
Porque llega un momento… en que lo importante ya no está.

Y con una sonrisa suave, añadió:
—Hoy, hijo, tú eres yo.
Solo espero que no termines olvidando lo mismo que yo olvidé.

Entonces el padre se acercó, puso la bolsa sobre la mesa y dijo:
—Aquí te dejo las empanadas. Aún están tibias.
Si puedes… caliéntalas después. Pero si tienes un rato, hijo, me encantaría comerlas contigo. Como antes.

El hijo cerró la laptop. Miró a su padre. Y no bajó la mirada.
La sostuvo… como quien intenta detener el tiempo, aunque sea un segundo más.

—Quédate, papá —dijo con la voz entrecortada.
—Hoy… sí quiero almorzar contigo.

A veces creemos que dar tiempo es perderlo. Hasta que nos damos cuenta de que lo más valioso que podemos regalarle a alguien es nuestra presencia.
El trabajo puede esperar. Un almuerzo con papá… no siempre.
Haz espacio hoy. Porque el tiempo no espera. Ni avisa cuando será la última vez.

🦵💓 Los músculos de la pantorrilla no solo te permiten caminar o correr… ¡también cumplen una función vital en tu circula...
06/04/2025

🦵💓 Los músculos de la pantorrilla no solo te permiten caminar o correr… ¡también cumplen una función vital en tu circulación!
🔁 Cada vez que te mueves, estos músculos actúan como una bomba auxiliar que impulsa la sangre venosa hacia el corazón.
🧠 Esto es crucial, ya que la sangre debe ir contra la gravedad desde las piernas hasta el pecho.
🚶‍♂️ Estar mucho tiempo sentado o de pie sin moverse puede provocar que la sangre se acumule en las piernas, causando hinchazón o várices.
💥 Además, una circulación lenta puede aumentar el riesgo de coágulos, lo cual es peligroso para tu salud cardiovascular.
🏃‍♀️ Hacer pausas activas, caminar o estirar las piernas regularmente es una forma sencilla de activar tu “segundo corazón”.
❤️ ¡No lo subestimes! Cuidar tus pantorrillas también es cuidar tu corazón y tu bienestar general.

Yo pensé que era solo una infección.Un sangrado leve, aislado.Tenía 62 años, ya estaba en menopausia desde hacía tiempo,...
06/04/2025

Yo pensé que era solo una infección.
Un sangrado leve, aislado.
Tenía 62 años, ya estaba en menopausia desde hacía tiempo, y jamás imaginé que volvería a sangrar.
Una vecina me dijo que podía ser “algo hormonal”.
Otra que quizás era el “clima” o el “estrés”.
Y yo… decidí esperar.

Pasaron los días.
Después, semanas.
Y ese sangrado no se iba.
Hasta que un día, mientras iba al baño, sentí un dolor punzante.
Fue ahí cuando supe que algo no estaba bien.

Fui al médico.
Me hicieron un ultrasonido.
Recuerdo el silencio del especialista.
Su mirada.
Y luego las palabras que cambiaron todo:

“Es un tumor en el endometrio.”



Entré a cirugía poco después.
Hicieron una histerectomía total con salpingooforectomía bilateral.
El útero, los ovarios, las trompas… todo fue removido.

Y cuando vi esta imagen por primera vez… entendí la magnitud.
Ese tejido que un día me permitió dar vida, ahora era el origen de algo que quería quitármela.



Hoy, sigo en seguimiento.
Con miedo a veces.
Pero también con fuerza.
Y con un mensaje claro para cada mujer que me escuche:

No es normal sangrar después de la menopausia.
No es normal “esperar a que se pase”.
No es normal dejar que los síntomas hablen solos.



Hazlo por ti.
Hazlo por tu familia.
Hazlo porque un pequeño síntoma puede ser tu primer y único aviso.

Escucha tu cuerpo.
Hazle caso a tiempo.
Porque callarlo… puede costarte la vida.

—-

Advertencia: esta información es de carácter académico e informativo. No reemplaza la valoración médica presencial ni debe utilizarse para autodiagnóstico. Ante cualquier síntoma, consulta siempre con un profesional de salud.

ME DOLÍA EL CUELLO… PERO EL PROBLEMA ERA OTRO.Intenté de TODO:Ropa suelta, fajas ortopédicas, yoga, pilates, médicos, qu...
06/03/2025

ME DOLÍA EL CUELLO… PERO EL PROBLEMA ERA OTRO.
Intenté de TODO:
Ropa suelta, fajas ortopédicas, yoga, pilates, médicos, quiroprácticos…
Pero el dolor seguía ahí, como una sombra.
No me dejaba dormir. Me costaba respirar. Me robaba la paz.

¿Y sabes qué era?
No era físico… era EMOCIONAL.

Una mujer mayor, con manos que sabían más que mil libros, me miró la espalda y supo la verdad.
Solo tocándome, me dijo:
"Has cargado tanto… que ya no recuerdas desde cuándo pesa."

Y ahí me quebré.

Me dijo palabras que jamás olvidaré:

No todo es tu culpa.

No todo depende de ti.

No puedes con todo.

No tienes que soportarlo todo.

No eres responsable de sanar lo que no es tuyo.

Y cuando lo escuché… lloré. No lágrimas comunes. Lágrimas que parecían arrancar el alma.
Sentí cómo mi cuello se relajaba, cómo mi espalda se enderezaba por primera vez en años.
El peso que cargaba… por fin estaba cayendo al suelo.

¿Lo más sabio que me dijo?
"Hay dolores que viven en el corazón... y si no aprendes a soltar el pasado, terminarás asfixiando tu futuro.
Y recuerda: el rencor no lastima a quien lo causó… sino a quien no puede perdonar."

Todo comenzó con una molestia en la espalda y un dolor vago en el abdomen…Nada que pareciera urgente.No tenía fiebre, ni...
06/03/2025

Todo comenzó con una molestia en la espalda y un dolor vago en el abdomen…
Nada que pareciera urgente.
No tenía fiebre, ni diarrea, ni náuseas.
Pero había algo extraño…
Una leve palpitación en mi abdomen.
Al principio pensé que era normal, quizá algo que comí, o solo un latido más fuerte de lo habitual.
Pero con los días, esa sensación no se fue.
Y el dolor lumbar comenzó a acompañarla.

Decidí ir al médico.
No quería exagerar, pero algo me decía que debía hacerlo.

En el examen físico, el doctor palpó mi abdomen… y se quedó en silencio.
“Aquí hay una masa pulsátil”, dijo.
Inmediatamente ordenó una ecografía urgente.

Y ahí estaba.
Un aneurisma de aorta abdominal.
Más de 6 centímetros.
Mi arteria principal estaba al borde de romperse.

Me explicaron que si eso sucedía, podía morir en cuestión de minutos.
Sin tiempo de reaccionar.
Sin opción de despedirme.

Fui llevado a cirugía de emergencia.
Me colocaron una prótesis vascular.
Sobreviví.
Pero entendí que estuve muy, muy cerca.

Hoy te lo cuento porque sé que muchos no llegan a hacerlo.
Porque el aneurisma no duele… hasta que revienta.
Y para muchos, ese estallido es el final.

Por eso te pido:

• Si sientes una molestia persistente en el abdomen o la espalda, no la ignores.
• Si percibes una palpitación inusual en tu abdomen… actúa.
• Confía en tus sensaciones.
A veces, lo que parece menor… es una advertencia de vida.

Yo lo viví.
Y esta… es mi historia.

—-

Advertencia: esta información es de carácter académico e informativo. No reemplaza la valoración médica presencial ni debe utilizarse para autodiagnóstico. Ante cualquier síntoma, consulta siempre con un profesional de salud.

Tener tu casa en orden no es cuestión de plata, es cuestión de actitud.No importa si vives en una mansión o en una casit...
06/02/2025

Tener tu casa en orden no es cuestión de plata, es cuestión de actitud.

No importa si vives en una mansión o en una casita con piso de tierra. Lo que importa es cómo cuidas tu espacio. Porque así como está tu casa, está tu vida.

Cuando todo está tirado, sucio, olvidado… te vas apagando por dentro. El desorden afuera se vuelve desorden adentro. Pero cuando limpias, cuando ordenas aunque sea un rincón, algo se acomoda también en tu corazón.

Ordenar es decir: “Esto es mío, lo valoro. Mi vida importa.”

No hay excusas. No hace falta tener mucho para tener limpio. No hace falta lujo para vivir con dignidad.

Una cama bien tendida, un piso barrido, los platos lavados… son pequeños actos que dicen mucho. Dicen que no te rendiste. Que aún con poco, decidiste vivir con respeto, con fuerza, con amor propio.

El orden es una forma de cuidarte. De levantarte cada día y decir: “Yo sigo de pie.”
Porque cuando pones en orden tu casa, estás poniendo en orden tu alma.
Y eso vale más que cualquier cosa.

Nunca pensé que el amarillo podía doler tanto.Un día me vi al espejo… y ya no era yo.Mi piel, mis ojos, mi cuerpo entero...
05/31/2025

Nunca pensé que el amarillo podía doler tanto.

Un día me vi al espejo… y ya no era yo.
Mi piel, mis ojos, mi cuerpo entero había cambiado de color.
No por fuera, por dentro.
Mi hígado se estaba rindiendo.
Y yo no supe escucharlo a tiempo.

Hoy estoy aquí, en una cama de hospital, con la piel teñida por la bilis.
Desnutrido. Débil.
Esperando que la ciencia me dé otra oportunidad.

¿Quieres saber cómo llegué a esto?

No fue de golpe.
Fue cada vez que dije: “solo una copita”.
Cada vez que tomé pastillas sin leer etiquetas.
Cada vez que elegí lo fácil, lo ultraprocesado, lo sabroso…
Y también cada vez que confié en alguien que me vendía “salud natural” sin saber lo que ponía en mi cuerpo.

Estas son las 5 cosas que destruyeron mi hígado lentamente:

1. Alcohol. No importa la cantidad. El hígado no olvida.
2. Medicamentos sin control. Paracetamol como si fueran caramelos.
3. Comida ultraprocesada. Rápida, barata… y letal.
4. Dr**as recreativas. “Solo por el fin de semana”… hasta que fue cada semana.
5. Suplementos “naturales”. Sin evidencia, sin control, sin advertencia.

Hoy entiendo que el hígado no avisa.
Trabaja en silencio…
hasta que colapsa.

Y cuando grita, ya es tarde.

Mira esta imagen.
No es un filtro. No es exageración.
Es lo que pasa cuando no te cuidas.
Cuando crees que a ti no te va a pasar.

Si algo de esta historia puede salvarte…
que sea el recordar que la prevención no vende likes, pero salva vidas.

Yo soy esa persona.
Y esta… es mi historia.

—-

Advertencia: esta información es de carácter académico e informativo. No reemplaza la valoración médica presencial ni debe utilizarse para autodiagnóstico. Ante cualquier síntoma, consulta siempre con un profesional de salud.

Hacerme una colonoscopia a tiempo me salvó la vida.Todo empezó con síntomas que, sinceramente, no pensé que fueran tan i...
05/30/2025

Hacerme una colonoscopia a tiempo me salvó la vida.

Todo empezó con síntomas que, sinceramente, no pensé que fueran tan importantes.
Calambres abdominales de vez en cuando.
Cambios en mis hábitos intestinales.
Y sobre todo, estreñimiento frecuente que iba empeorando con el tiempo.

Lo atribuí al estrés, a la dieta, a la edad.
Nunca imaginé que esos pequeños avisos eran, en realidad, señales de algo más serio.

Decidí hacerme una colonoscopia por prevención.
No porque me sintiera grave, sino porque algo no me dejaba tranquila.
Y fue lo mejor que pude haber hecho.

Ahí estaba.
Un pólipo.
Redondo, silencioso… precanceroso.

El médico fue claro:
“Esto tenía potencial de convertirse en cáncer si no lo detectábamos ahora.”

Era un pólipo adenomatoso.
Un crecimiento anormal en la mucosa del colon, de esos que acumulan mutaciones y, con el tiempo, pueden volverse malignos.

Lo extirparon en el mismo procedimiento.
Rápido. Sin dolor. Sin cirugías.
Y me fui a casa sabiendo que había detenido algo grande antes de que me destruyera por dentro.

Porque el cáncer de colon no siempre llega con sangre o dolor intenso.
A veces comienza con calambres, estreñimiento, o cambios sutiles que uno ignora por años.

Hoy te lo digo con convicción:

• Si tienes más de 45 años, hazte la colonoscopia.
• Si tienes antecedentes, hazla antes.
• Escucha a tu cuerpo.
• Y no normalices lo que antes no era normal.

Porque ese pólipo…
pudo haber sido mi sentencia.
Pero ahora, es solo una cicatriz invisible que me recuerda que actuar a tiempo marca la diferencia.

Yo soy esa persona.
Y esta… es mi historia.



Advertencia: esta información es de carácter académico e informativo. No reemplaza la valoración médica presencial ni debe utilizarse para autodiagnóstico. Ante cualquier síntoma, consulta siempre con un profesional de salud.

Como madre, nunca jamás volveré a dejar que mi hijo se suba a una cama saltarina.Y esta imagen es la razón.Era una fiest...
05/30/2025

Como madre, nunca jamás volveré a dejar que mi hijo se suba a una cama saltarina.
Y esta imagen es la razón.

Era una fiesta infantil.
Globos, risas, música… y una cama elástica como el centro de atención.
Todos los niños estaban felices.
Incluido mi hijo.

Hasta que saltó… y no volvió a levantarse.

Un mal aterrizaje, una caída mal apoyada.
Nada espectacular desde fuera.
Pero por dentro, su columna había cedido.

Cuando los médicos me mostraron esta imagen, el aire se me fue del cuerpo.
Fractura vertebral severa.
Compresión medular.

Y todo… por un juego que parecía inofensivo.

Me explicaron que las camas elásticas son una de las principales causas de lesiones espinales en niños.
Que las vértebras, en pleno desarrollo, no siempre resisten ese tipo de impactos.
Que con solo un mal salto, todo puede cambiar.

Mi hijo necesitó inmovilización, hospitalización y semanas de rehabilitación.
Y nosotros, como familia, cargamos con la culpa de no haber sabido antes.

Hoy te lo digo sin miedo, y con el corazón en la mano:

No todo lo que da risa es seguro.
No todo lo que entretiene es inofensivo.
Y no todo accidente se puede revertir.

Si eres madre, padre o cuidador:
• No permitas que niños pequeños usen camas elásticas sin supervisión estricta.
• Evita que varios niños salten al mismo tiempo.
• Y si puedes evitarlo… mejor aún.

Porque lo que parece un juego…
puede terminar en una resonancia como esta.

Yo soy esa madre.
Y esta… es nuestra historia.

—-

Advertencia: esta información es de carácter académico e informativo. No reemplaza la valoración médica presencial ni debe utilizarse para autodiagnóstico. Ante cualquier síntoma, consulta siempre con un profesional de salud.

Address

San Diego, CA

Opening Hours

Monday 10am - 1pm
6pm - 7pm
Tuesday 10am - 1pm
Friday 9:30am - 1pm
Saturday 9:30am - 1pm

Telephone

+16198388305

Website

Alerts

Be the first to know and let us send you an email when Esbeltez USA posts news and promotions. Your email address will not be used for any other purpose, and you can unsubscribe at any time.

Contact The Practice

Send a message to Esbeltez USA:

Share

Category