
24/08/2025
Con el tiempo, vas descubriendo que no se trata de encadenar ni de retener, sino de acompañar con amor y libertad.
Aprendés que sostener una mano no significa aferrarte al alma de alguien, y que el amor es mucho más que compartir una cama.
Te das cuenta de que la compañía no siempre garantiza seguridad, y que los besos no son contratos ni los regalos son promesas eternas.
También empezás a reconocer tus derrotas sin bajar la cabeza, con la frente en alto y la mirada abierta, entendiendo que cada caída trae consigo un aprendizaje.
Descubrís que no existe un mañana asegurado y que los planes solo cobran vida si los construís en el hoy.
Aprendés que incluso lo que brilla demasiado puede quemar, y entonces elegís plantar en tu propio jardín, nutrir tu alma y regalarte flores, sin esperar que alguien más lo haga por vos.
Y ahí, justo en ese instante, empezás a florecer desde adentro.