
27/04/2025
La virtud: la moneda del alma
La virtud cultivada en todo hombre es la moneda que, en tradiciones antiquísimas, se colocaba en los ojos del mu**to para pagar su estancia en el paraíso.
Leyeron correctamente: para llegar a ser, hay que pagar.
Para despertar, hay que pagar, y por adelantado.
No se puede esperar a despertar para después liquidar la deuda.
Hay que pagar tarde o temprano: por existir, por vivir, por ser.
La conciencia es ese ramillete de virtudes, ese jardín interior que debe ser regado no con palabras bonitas ni pensamientos nobles, sino con el acto mismo. Solo la acción pura da vida a sus flores.
Es como quien encuentra diamantes y los cuida con amor, sabiendo que son un regalo para su padre.
Como quien recibe una moneda para invertirla, y cuando el padre regresa, espera encontrar frutos y no pérdida.
Como quien es nombrado jardinero de un paraíso, y debe velar día y noche por las flores que no le pertenecen, pero que debe amar como propias.
¿Qué será de mí si, al volver el Padre, me encuentra dormido, soñando castillos en la mente, mientras su jardín está marchito y las flores han desaparecido?
¿Qué responderé si me encuentra sin la moneda o, peor aún, si la gasté en vicios?
La virtud del hombre es la joya más preciada.