28/10/2024
Recuerdo ese dia...
Estaba destrozada, hacia tan solo unos días se había dado la separación entre su padre y yo...
Estaba destrozada no solo por la separación, sino por la depresión post parto que me cargaba, la soledad que sentía, el miedo que tenía a estar sola con mi hijo de 6 meses de edad...
Tenía tanto miedo a estar sola con el, no sabía porqué... pero ahora que veo hacia atrás, comprendo.
Comprendo que:
-Estaba descifrando como ser mamá
-Estaba descifrando como ser mujer siendo mamá
-Estaba resolviendo mi vida con una depresión encubierta
-Estaba lidiando con mi duelo por ser mamá sin mi mamá
-Estaba aprendiendo a valerme por mí misma porque mi red de apoyo era pequeñísima (mi querida hermana y comadre) y no siempre estaba disponible
-Estaba lidiando con los estragos de un rompimiento turbulento, donde no solo habia que recoger los trozos de la historia que quedaron regados en la casa, también había que acomodar los muebles y el alma.
-Estaba aprendiendo a cómo organizarme con los tiempos, el regreso a mi trabajo y el resolver sola por mi cuenta las necesidades de mi hijo y las mías
Muchas, muchísimas veces pensé que no podría sola. Lloraba a veces de miedo, otras de rabia y muchas más de tristeza. Tenia miedo de no saber gestionar mis emociones y terminar maltratando a mi hijo por no saber gestionar las suyas (y pasó, más de una ocasión pasó), así que también lidié con la culpa.
Si miro hacia atrás, veo con tanta compasión a la mujer y mamá que fui en ese momento. Tan preocupada, tan temerosa, tan triste que era porque estaba en un lugar donde temía tanto estar... y también la miro con mucha admiración porque pudo levantarse de ahí, porque aprendió a cómo resolver por su cuenta, a valerse por sí misma (no es que no lo hiciera antes, solo que al ser mamá la cosa cambia un chingo), a no tenerle miedo a las noches de enfermedad sola, a organizarse para poder comer, trabajar y estar con su hijo.
Admiro tanto la fuerza que tuve para llevarme al lugar en el que estoy hoy, sintiéndome segura, sin miedo a estar sola con mi hijo en casa, teniendo la certeza que sabré resolver y encontrar las soluciones necesarias para los contratiempos que lleguen...
Esto no apareció de la noche a la mañana solo, lo fui construyendo poco a poco, enfrentando cada día... un día a la vez... y muchas veces fue UNA HORA A LA VEZ. Aprendí a negociar conmigo misma, a ceder, a relajarme, a dejar de ser tan exigente y perfeccionista,.. a tantas cosas para estar aquí hoy.
Si soy sincera reconozco que me habría encantado que mi embarazo y mi maternidad de inicio hubieran sido otras, en otras condiciones, me habrían permitido disfrutar a mi hijo tanto o más como lo hago ahora, cuando mi corazón está calmo y la sensación de seguridad reina en mi vida... sin embargo, mi historia fue otra y me costó mucho lograr lo que hoy hay en mi vida... pero llegué. Hoy mi hijo y yo gozamos juntos, reimos y jugamos. Hoy puedo tener la tranquilidad de elegir sin el temor asechando.
Ese día mi hijo me recordó que esos eran los momentos por los que estaba luchando, eso fue lo que me sostuvo en mi fé de saberme levantar del dolor y del miedo... esos momentos donde me miraba a la cara y me enseñana a vivir la vida, respiro por respiro, siendo feliz con el momento... pues es gracias a él, que me abracé de lo único que conocía para salir adelante: mi terquedad por seguir...
Y volví a reír, lloro pero ya no de tristeza, el miedo ya habla con voz muy suave y baja y muchas veces ya no lo escucho y el enojo... ha ido aprendiendo a salir con las personas indicadas en el momento adecuado...
Y yo... me sigo encontrando.