
28/07/2025
Nunca dejaremos de aspirar a más. Es inherente a nuestra naturaleza humana. Siempre habrá un siguiente paso, un deseo pendiente, una versión idealizada del futuro. Esta sensación de insuficiencia no es un error del sistema, sino parte de él. Nos impulsa, nos mantiene en movimiento, nos da dirección. Pero aunque no podemos deshacernos del impulso de crecer o mejorar, sí podemos elegir cómo nos relacionamos con el presente mientras lo hacemos. El problema no está en aspirar, sino en despreciar lo que ya somos o tenemos hoy. Cuando el presente se convierte en algo que sólo toleramos mientras llega “lo mejor”, se rompe el vínculo con lo que da profundidad y sentido real a la vida. Aspirar a más es inevitable y, en muchos casos, necesario. Pero si en ese proceso negamos o rechazamos el valor de nuestro momento actual, entonces el sentido que perseguimos se nos escapa de las manos. ¿Aprecias lo que es a pesar de lo que falta?