06/08/2025
Si partimos de la idea que un análisis requiere de un comienzo, de un tiempo de apertura
donde se ubican ciertas coordenadas de trabajo, se piensa en un diagnóstico, se traza una estrategia y objetivos terapéuticos; también debe pensarse que existe un tiempo donde llega a un fin. Sabemos que el hecho que un trayecto analítico finalice no significa precisamente que nos encontremos frente a un fin de análisis.
Un tiempo de análisis puede estar finalizado por una interrupción del paciente, por una resistencia a la continuidad del trabajo, por un impasse o un receso como el tiempo de vacaciones o viajes. También, un análisis puede finalizar a partir de arribar a ciertas
conclusiones o saldos de saber que operen como desenlace.
En “Análisis terminable e interminable”, Freud menciona que, si bien el objetivo analítico
persigue una alteración del carácter general del yo, este es un objetivo que en la teoría puede tener un solido sustento, pero en la practica comprobamos que el efecto de un recorrido analítico puede tener como consecuencia menor profundidad en su proyección, y dejar un saldo de saber o cierto
esclarecimiento para el sujeto.
Así es que, propiciar algún movimiento respecto de lo inhibitorio que presentaba a nivel sintomático el paciente, o ubicar algo de la repetición para poner en marcha la tyche, superar alguna angustia o cierta lectura para el paciente novedosa respecto de la trama
que lo habita, pueden suponer un desenlace mas que interesante para un sujeto que porta a partir de la experiencia analítica una diferencia respecto de como ingresó a ese recorrido.