28/05/2018
La vida:
Vivir es el objetivo de la vida. Vivir es la verdad de la vida. La vida es para vivirla disfrutando, no para estar lamentándose renegando de la mala suerte. La mala suerte o la buena suerte no existen, son pensamientos fabricados, una de las mejores cuartadas del ser humano para justificarse y no responsabilizarse por su vida.
La vida se vive con conciencia para poder disfrutar la belleza de la vida en todas sus facetas, en contacto con el placer y el bienestar que nos produce. Esa actitud reflejará buena vida, la cuál será como una lámpara para las relaciones y las oportunidades que en el camino de la vida se nos presentarán.
Nadie nació para sufrir, aunque el sufrimiento existe, pero no para desvalorizarse o negarse a sí mismo. Todo ser humano tiene derecho de vivir su propia verdad con respeto y dignidada, y poder expresar su verdad con toda libertad. Porque sólo desde su propia verdad cada ser humano diseña la vida que quiere vivir y toma las decisiones que quiere tomar.
Nadie puede vivir la vida ajena, tampoco pensar por nadie, ni hablar por nadie, ni sentir por nadie, ni soñar por nadie, cada uno vive su propia vida conforme a sus propios intereses. Parte importante de la vida, es descubrir cuál es la propia verdad.
La vida consiste en ir recorriendo muchos laberintos de la intimidad, muchos rincones de nuestro acontecer diario, donde encontraremos lo agradable y lo desagradable, lo cotidiano y lo sublime, los aciertos y los fracasos, para encontrárnos con nuestra propia verdad. La vida y la verdad son las dos caras. Cada persona cultiva su propia verdad.
Cuando soy consciente de mí, puedo enfrentarme a las contingencias y cambios de la vida, donde muchas veces habrá que recomenzar porque en el camino de la vida hay pérdidas y separaciones, pero sin perder el significado ni el propósito de sí mismo, para no desaparecer en las variaciones y la complejidad de la vida.
Para relacionarme, para comunicarme y para decidir, necesito claridad con mi propia verdad, sin olvidar respetar la verdad del otro. Cuando me aprecio y valoro mi verdad, todos los procesos del crecimiento fluyen, esta armonía hará que tenga buena salud y bienestar.
Mentir es pervertir la propia verdad. La mentira mata la vida y su propósito. Estamos creados para vivir en la verdad, vivir con ella y morir con ella es el objetivo de la vida. Cuando ignoramos la verdad propia para plagiar la verdad ajena como propia, no somos auténticos, hay vacío, nos enfermamos, y morimos lentamente sin vivir la propia vida.
Muchos mueren antes de la hora, sin haber conocido quienes eran y cuál era su propósito y objetivo de vida. Las muertes prematuras reflejan a una persona con una vida superficial y pobre de contacto, es decir, no hay conciencia de la vida, ni hay contacto con la vida.
La vida de los seres humanos está formada para evolucionar naturalmente en forma de espiral, cuando por diversas razones del individuo se interrumpe este ciclo, se bloquea el contacto perjudicando el proceso y desarrollo de la autoestima en sus cuatro pilares: Raíces, identidad, carácter y visión. Ignorar este proceso es atentar contra la vida.
La vida tampoco es, una competencia de seres humanos o una campaña publicitaria para destacar quien es el mejor. Por ejemplo, quien tiene más, quien puede más, quien sabe más, quien es el mejor hijo, mejor esposo, mejor padre, mejor proveedor, mejor trabajador, etcétera. Cada ser humano tiene su propósito de vida, el cuál debe desarrollar y maximizar como objetivo y satisfacción personal.
La prepotencia, la altivez, la arrogancia y el orgullo, pervierten la vida y el propósito de vivirla. La vida es un regalo de Dios, para vivirla con agradecimiento, con dignidad y en plenitud. Vivir vale la pena, inténtalo nada pierdes.
El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busca la paz y síguela