28/01/2025
Hablar sobre lo que nos pasa, nos ayuda a darle otro sentido. Evaluar su gravedad. Aminorar la carga. A veces creemos que nadie puede ayudarnos, que sol@ podremos resolverlo, sin embargo, no siempre es así. Somos capaces de resolver solos muchas cosas pero hay otras que nos meten en laberintos. Nuestra historia es un entramado de vivencias, creencias, miradas del otro, pensamientos, muchas variables, y a veces, una nueva variable, como una escucha diferente, hace que puedas salir de callejones que nos creamos para defendernos del miedo a lo diferente.
Dependiendo nuestra historia de vida y de los recursos que aprendimos para deambular en ella, nos bloqueamos creyendo que no necesitamos ayuda. Si pensamos desde está lógica, nunca hubiésemos aprendido a caminar, por ejemplo, si nadie nos hubiese ayudado a perfeccionar la técnica o nos hubiese dado confianza, hoy la historia sería distinta. Lo mismo sucede con aquellas situaciones que nos exceden y no nos dejan continuar con nuestros anhelos. A veces, el creer q no necesitamos ayuda, solo nos mete en un loop. Quizás sea momento de re- significar el camino, de trazar nuevas opciones, y otro puede aportar nuevas ideas. Hablar, compartir, expresar, no solo alivia, sino que permite el pasaje de lo truncado a la reconstrucción.
Y todo lo que no decimos y que nos lastima, se anida en el cuerpo y de alguna u otra manera se hace notar. Ya sea en forma de incontables síntomas, o en repeticiones de vivencias que nos dan el mismo resultado frustrante y doloroso. Aquello que no podemos poner en palabras por temor, vergüenza, desconocimiento o inseguridad se hace n**o y molesta de mil maneras.
El cuerpo habla con sus dolores de cabeza, úlceras, insomnios, etc. Siempre está diciendo, en su idioma, aquello que no podemos poner en palabras. Por eso es importante que puedas conectarte con el. Qué hables sobre tus malestares, quizás así, puedas buscar un nuevo camino para tramitar eso, y que no quede alojado esperando ser escuchado, mientras hace berrinches que pueden ser mucho más dolorosos.
Aprendamos a hablar de nuestros miedos, dudas, angustias. Escuchemos que tenemos para decir en ese hablar. Así seguimos cuidandonos.