09/12/2021
La obligatoriedad del perdón.
Muchas veces oímos que para sanar interiormente debemos perdonar. No solamente eso, sino incluso perdonarnos a nosotros mismos. Por lo general está obligatoriedad genera una dificultad importante en nuestras vidas, una "mochila pesada", hablando mal y pronto, en dónde muchas veces encontramos una dificultad.
Pero, de dónde viene esta importancia del perdón? No es sino hasta el siglo XIX que la Iglesia Católica instaura el perdón como una obligatoriedad para todo buen devoto que quiera aspirar ir al cielo y quitarse todo pecado en este mundo. Quien no se confesara en pos de ser perdonado, no accedería a las bonanzas de Dios.
Ahora bien, quien perdona es una persona, Jesús hablando a través de la misma, es cierto, pero es una persona al fin, que a su vez debe ir a confesar sus propios pecados. Y quien perdona a esta segunda persona debe hacer lo propio con una tercera. Y así sin fin.
El perdón se sostiene en la ilusión del ideal de lo perfecto, de un Dios sin pecados, del ideal de la perfección, el cual evidentemente no existe. Pero es necesario para el hombre sostenerlo y crearlo, a modo de faro. Por ende, tener que perdonar implicaría creer que existe la pulcritud, la limpieza total de pecados, es una obligatoriedad muy pesada, basada en un ideal inexistente, que cuánto más uno crea en el perdón, más pesa el ideal de lo perfecto, y más uno sufre.
Porque debo perdonar a la persona que me hizo tanto daño en la vida? Porque debo perdonarme a mi? Porque me deben perdonar los demás, por cosas que aprendí y nisiquiera son mías? Son quizás preguntas que el lector se podría hacer, en pos de luchar contra sus ideales y vivir menos apesadumbrado.