07/11/2025
En estos días me encuentro cerrando varios procesos terapéuticos, y no puedo evitar que me resuene en la cabeza esa frase del final de Magic Kingdom: “...y así, nuestro viaje llega a su fin”. 🎆
Los cierres son, sin duda, una de las etapas más difíciles y, a la vez, más hermosas de nuestra profesión.
Es difícil porque decimos adiós a un vínculo único, a un espacio seguro que construimos meticulosamente entre dos. Un espacio de una vulnerabilidad inmensa.
Y sí, hablo en plural. Porque en ese viaje compartido, no solo se expone el paciente; como terapeutas, también nos implicamos, nos conmovemos y nos transformamos. Dejamos que su historia nos toque, y eso es parte fundamental del proceso.
Pero aunque la despedida tenga esa cuota de melancolía, la satisfacción... la satisfacción lo supera todo.
Es el privilegio de ver a esa persona crecer, de ser testigo de cómo se reencuentra consigo misma y despliega sus alas. Es verla irse más libre, más fuerte y lista para seguir construyendo y viviendo sus propios sueños.
El cierre es, en sí mismo, el acto terapéutico final. Es validar el camino, honrar el vínculo y celebrar todo el crecimiento. Qué privilegio inmenso ser testigo de esa magia. ✨