05/06/2019
CÓMO CANALIZAR LA VOZ DE TU DIVINIDAD INTERIOR
Hay una fuerza que está más allá de todas tus fuerzas. Una fuerza que es un Gran Misterio. Un Gran Misterio que te sostiene, que te alimenta, que te cuida y que te impulsa a ser quien realmente eres, más allá de las trampas de tu mente, más allá de los caprichos de tus emociones, más allá de los malos hábitos de tu cuerpo. Más allá de todo eso, está la fuerza de Dios, está la fuerza de la Diosa. Y solo puedes acceder a esa fuerza cuando te rindes. ¿Me preguntas qué es rendirte? Rendirte es dejar de luchar, dejar de perseguir, dejar de aferrarte, dejar de controlar. Rendirte es estar a solas, completamente a solas, sin ningún apoyo externo, sin muletas, sin justificaciones, para encontrarte, para escucharte. Rendirte es viajar hacia dentro, hacia lo más profundo de tu ser, hasta que logres ir más allá de todo lo que crees conocer de ti mism@, hasta que logres tocar lo desconocido, y fundirte en lo desconocido. Rendirte es abrirle tu corazón a la Fuente Divina de donde provienes y presentarte ante esa fuente como su hija, como su hijo, como un hijo o una hija que necesita de su padre y de su madre para continuar. Rendirte es alejarte del ruido, de ese ruido externo e interno que ya no te permite reconocer cuál es tu voz y cuál es la voz de los demás. Rendirte es entregarle ese ruido al gran vacío, y vaciarte por completo hasta ser silencio. Entonces por fin, en lo más profundo de ese silencio, oyes la voz de tu espíritu, oyes la voz de tu yo superior, y sientes que allí, en esa voz, eres uno con Dios, eres uno con la Diosa. Entonces por fin te has quitado del medio, para permitir que la fuerza de la vida te tome, te atraviese, y haga de ti su río, su caudal, su fuente inmaculada. Entonces por fin ya no estás tú aquí y los demás allá, porque ya no hay aquí y allá, ya no hay dualidad, ya no hay separación. Ahora todo es Uno. Entonces, como si fueses un recién nacido, contemplas por primera vez a todos y a todo, como un milagro. Porque por fin estás en todos y en todo, sin defenderte, sin esconderte, completamente desnud@ y expuest@. No hay nada más que buscar, nada más que esperar. Solo hay que permitir que el amor divino cante a través de ti, porque tú eres su instrumento. Y ahora lo sabes. Solo hay que permitir que la luz del corazón unificado te atraviese porque tú eres su canal, y ahora lo has recordado. Sí, estás aquí para ser la voz de Dios, para ser la voz de la Diosa. Ya todo está claro. No hay por qué seguir preguntando. Solo respira. Solo déjate llevar por la música del Universo.
Por Juliana Colibrí de Oro
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