
16/10/2024
La Felicidad se presenta como un objetivo intrínseco, un estado que todos anhelamos alcanzar.
Sin embargo, nos encontramos con la paradoja de que cuanto más la perseguimos, más se nos escapa.
Tal vez, la felicidad no se encuentre en los logros externos 🏆 ni en las metas tangibles, sino en la manera en que nos relacionamos con lo que ya tenemos.
La clave no es acumular éxitos, sino transformar la mirada hacia lo cotidiano, con una aceptación más sincera de nuestra vulnerabilidad y nuestras imperfecciones.
Objetivos como la salud o la belleza pueden parecer superficiales si los perseguimos solo con la esperanza de ser felices. Y probablemente desvíen nuestra atención de lo que realmente importa: las experiencias significativas y las conexiones humanas 🤝.
En un mundo que nos presiona a tener más y ser más, ¿cómo encontrar el equilibrio entre desear y simplemente estar presentes?
¿Estamos persiguiendo metas que realmente resuenan con nosotros? O, por el contrario, ¿estamos atrapados en un ciclo de deseos impuestos por la sociedad?
En lugar de ver la felicidad como un destino final, podemos considerar adoptarla como una forma de vida, donde cada momento se valora por sí mismo y no solo por lo que puede traer en el futuro.