17/10/2025
Desde la Mirada de las Escenas Matrices, la función de ser padre o madre no es eterna, aunque el vínculo sí lo sea.
Su propósito tiene un inicio y un final: acompañar al hijo desde su gestación hasta el momento en que alcanza su autonomía, entre los 22 y 23 años.
Durante ese trayecto, la función parental se va transformando.
Lo que al principio requiere protección y sostén, más adelante pide confianza y distancia.
Ser padre implica enseñar a vivir sin depender, acompañar sin retener y sostener sin invadir.
El objetivo de esta función es claro: que el hijo logre caminar con sus propios recursos, emocional y materialmente, sin necesitar la aprobación de sus padres para decidir su rumbo.
En este proceso, los padres transmiten tanto su luz como sus heridas, dejando huellas que forman parte del crecimiento.
Existe una diferencia profunda entre ser padre biológico, que permanece toda la vida, y ejercer la función de padre, que se completa cuando el hijo alcanza su adultez.
Cumplir con esa función implica aceptar que, en algún punto, el acto de amor más grande será soltar.
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