15/05/2025
Hay frases que marcan un antes y un después. Esta, de Jacques Lacan, atraviesa el alma: “La única cosa de la que se puede ser culpable es de haber cedido en el deseo.” Y no es una invitación al capricho. No se trata del deseo superficial de tener o de poseer. Hablamos del deseo más profundo, ese que nos construye, que empuja la vida hacia su cauce singular.
Muchos llegan a consulta sin saber qué les pasa, con ansiedad, insomnio, conflictos de pareja, angustia existencial… Y, poco a poco, se va revelando una verdad simple y demoledora: se han traicionado. Han cedido en lo que deseaban. Han renunciado a si mismos.
El psicoanálisis no juzga, escucha. No receta, interpreta. Y en ese recorrido de palabras y silencios, comenzamos a dejar de vivir para el deseo de los otros, para los mandatos, para el deber ser, y empezamos a vivir para lo que arde en uno.
En la consulta, cada palabra que se dice abre una posibilidad de transformación.
De soltar el síntoma, sí. Pero también de recuperar algo más valioso: el deseo de vivir con intensidad, con creatividad, vivir mejor los años futuros. No estás aquí para adaptarte. Estás aquí para escribir tu nombre en la historia que quieras habitar.
Tu deseo no es un problema. Es tu brújula.
Virginia Valdominos