PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL (PEI)
IDENTIDAD INSTITUCIONAL: INSTITUTO “CONSULTORIA ESPIRITUAL”
Nuestra Institución tiene y propone una determinada visión de la persona, la sociedad, la espiritualidad y la educación. MODELO PEDAGÓGICO: El postulado básico de nuestro modelo pedagógico se basa en la confianza en las potencialidades del ser humano. El ser humano tiene una curiosidad innata por su
mundo, curiosidad que le moverá a asimilarlo. Aquel aprendizaje y esta asimilación necesitan de determinadas circunstancias y condiciones. EDUCACIÓN CENTRADA EN EL ALUMNO: La concepción del aprendizaje en el cual están ancladas las políticas educativas del Instituto es la Educación Centrada en el Alumno de Carl Rogers, cuya propuesta es el aprendizaje auto-dirigido. Carl Rogers, nuestro maestro, divide el aprendizaje en dos tipos:
a- Aprendizaje intrascendente: no tiene ninguna utilidad en la vida diaria del estudiante. b- Aprendizaje significativo: capaz de modificar la conducta, brindar herramientas para solucionar inteligentemente los conflictos. Aplicable en la vida diaria, en el ámbito familiar, laboral y social. Rogers dice: “Pienso que cualquier cosa que pueda enseñarse a otra persona es relativamente intrascendente y ejerce poca o ninguna influencia sobre la conducta. Cada vez estoy más convencido de que solo me interesa el aprendizaje capaz de influir significativamente sobre la conducta. He llegado a sentir que el único aprendizaje que puede influir significativamente sobre la conducta es el que el individuo descubre e incorpora por sí mismo.”
Como consecuencia de estas ideas, pierde el entusiasmo de ser un educador según el modelo convencional, y expresa con contundencia sus convicciones: “Cuando trato de enseñar, los resultados a veces me espantan, ya que además de ser incoherentes, en ocasiones la enseñanza parece tener éxito. Cuando esto sucede veo que las consecuencias son perjudiciales: el individuo desconfía de la propia experiencia y esto impide el aprendizaje significativo. Por consiguiente, he llegado a sentir que los resultados de la enseñanza son intrascendentes o bien dañinos. (C. Rogers)
Muy acorde con su planteamiento de la terapia no-directiva, Rogers privilegia:
• la experiencia personal como guía de las decisiones,
• la calidad de las relaciones humanas en la formación de vínculos,
• la importancia de la autoridad interna o la no aceptación de la evaluación externa. De aquí emerge una particular interpretación de los roles educativos: el alumno como actor auto-responsable y el profesor como guía facilitador empático. Carl Rogers dijo: “Hablaré primero de mi propia experiencia. A medida que en terapia confiaba más y más en la capacidad del individuo, no pude evitar cuestionar mi enfoque en la enseñanza. Si yo veía a los consultantes como dignos de confianza y básicamente capaces de descubrirse a sí mismos, y de guiar sus vidas en un ambiente que yo mismo era capaz de crear, ¿por qué no podría yo crear el mismo clima con los estudiantes y promover un proceso auto-dirigido de aprendizaje?”
En las palabras del autor de esta teoría vemos reflejado cabalmente el mensaje inequívoco que deseamos transmitir a nuestros alumnos: la confianza. Nuestra confianza hacia ellos como valoración de su persona y la confianza en sí mismos para que descubran uno de los legados esenciales de Rogers: debemos creer en nuestra propia sabiduría.
“Se puede confiar en el estudiante. Se puede confiar en que deseará aprender en todas las formas que protejan o desarrollen al sí mismo; se puede confiar en que aprovechará los recursos que puedan servir a tal fin; se puede confiar en que se evaluará a sí mismo de maneras que ayuden a su propio progreso; se puede confiar en que crecerá, siempre que pueda disponer de una atmósfera adecuada para su crecimiento”. Rogers). La psicología humanista aboga por la formación de un tipo de persona en la que los procesos de reflexión y creatividad se unen íntimamente al desarrollo de valores éticos que crean la posibilidad de modos de relaciones humanas y racionales entre las personas, sobre la base del alto valor del respeto mutuo y la consideración recíproca. Las características a lograr en una persona madura y desarrollada integralmente, es una “persona que funciona plenamente” y requiere para ello, según C. Rogers:
-Autenticidad y autoexpresión.
-Confianza en las elecciones personales y en la dirección de su propia vida.
-Desarrollo permanente de sus potencialidades, autorrealización y creatividad.
-Receptividad hacia sus experiencias.
-Valoración positiva de las relaciones personales. Para Rogers las bases de la relación humana son: Comprensión, respeto, congruencia, empatía y aceptación incondicional. RÉGIMEN DE EVALUACIÓN: El de la evaluación no es un problema secundario en la pedagogía rogeriana. Rogers concluye que sólo hay una persona en condiciones de evaluar el grado en que ha alcanzado sus metas, y esa persona es el estudiante mismo.
¿Cuáles son las implicaciones de esta autoevaluación? Según Rogers, la propia evaluación del aprendizaje auto-dirigido estimula al estudiante a sentirse más responsable. Por el contrario, las implicaciones de una evaluación externa son negativas. Al igual que cuando experimentaba que el foco de la evaluación estaba en sí mismo, el crecimiento personal se veía favorecido, cuando percibe que el foco de evaluación reside fuera de sí, el crecimiento personal se ve obstaculizado. Si su personalidad es constantemente sometida a enjuiciamientos externos, difícilmente el estudiante llegará a ser lo que realmente es. En palabras de Rogers: “Si tomamos las concepciones de los demás como nuestras, perdemos contacto con la sabiduría potencial de nuestro propio funcionamiento y perdemos confianza en nosotros mismos (...). Esta discrepancia fundamental entre los conceptos del individuo y sus experiencias reales, entre la estructura intelectual de sus valores y el proceso de valoración propio que permanece desconocido entre sí, forman parte de la alienación fundamental del hombre moderno con respecto a sí mismo”. En el proceso de evaluación buscamos lograr un equilibrio entre las dos concepciones de evaluación que conviven en Nuestra Institución, por un lado, las ideas de Rogers respecto a las evaluaciones, y por el otro, las exigencias de las normativas vigentes del régimen de evaluación y promoción de la Disposición D.G.E.G.P. Nº 377/96, del Reglamento Orgánico de los Institutos Técnicos de Nivel Superior incorporados a la Enseñanza Oficial. Sin perjuicio en este proceso de desdibujar Nuestra Identidad Institucional. Teniendo en cuenta los conceptos de Rogers respecto de la implementación de la Educación Centrada en el Alumno, explica el autor que si realmente aplicáramos sus teorías educativas tal cual él las ve, las consecuencias en el tema de las evaluaciones serían:
“Dejaríamos de lado los exámenes, ya que sólo evalúan el aprendizaje de tipo intrascendente. Por la misma razón, dejaríamos de calificar con notas. También abandonaríamos los títulos para evaluar la eficiencia de las personas, puesto que un título señala un fin o la conclusión de algo, mientras que el que aprende sólo se interesa en el proceso continuo de aprender (…) Abandonaríamos el enunciado de conclusiones, ya que éstas no son capaces de proporcionar enseñanzas significativas.” (C. Rogers)
Buscando una solución equilibrada entre la teoría base de nuestro modelo educativo, y las exigencias de las notas numéricas para la aprobación de las asignaturas, Nuestro Instituto ha adoptado un régimen de evaluación que consiste en: A) Seguimiento del alumno. Autoevaluación. C) Coloquio grupal. A)-SEGUIMIENTO DEL ALUMNO: Garantizamos el seguimiento permanente de cada estudiante y la evaluación formativa correspondiente mediante: Un sistema de tutoría durante el primer año. Un proceso de desarrollo personal durante el segundo año, guiado por un consultor psicológico designado por la institución para cada alumno. La supervisión de prácticas y desarrollo personal y profesional durante el tercer año, guiado por profesionales de la institución, con la coordinación de los titulares de las cátedras Entrenamiento del Rol y Prácticas
B)- AUTOEVALUACIÓN: “El aprendizaje es evaluado por el alumno, pues éste sabe si responde a su necesidad, si le conduce a lo que quiere saber, si ilumina la parte oscura de la ignorancia que experimenta.” (C. Rogers)
El alumno elige la evaluación numérica que se adecúa a la calificación del aprendizaje significativo, que consiste en que los conocimientos internalizados le hayan servido para modificar su conducta, que los pueda aplicar en su vida diaria y contribuyan a su desarrollo personal.
“Si los propósitos del individuo se satisfacen cuando logra aprendizajes significativos y la función del profesor es la de facilitador, entonces hay una sola persona capaz de evaluar el grado en que ha alcanzado sus objetivos, y esa persona es el estudiante mismo.” (C. Rogers)
No se trata, pues, de evaluar cuanto merece, cuanto se esforzó, ni cuantas páginas leyó, sino cuanto le sirvió lo aprendido para crecer. Tampoco evalúa lo que aprendió del profesor, sino del proceso de aprendizaje en su conjunto: las enseñanzas teóricas, la participación grupal, los aportes de sus compañeros, el trato habitual con todo el personal en sus distintos roles y en diferentes situaciones que le brindan la oportunidad de desarrollar la aceptación, la tolerancia, la flexibilidad, el saber compartir y amar.