25/04/2020
Sobre la Angustia.
Freud dice que la angustia, a diferencia del miedo o terror, no tiene objeto que la cause.
Para explicarlo en términos simples: podemos observar que cuando sentimos miedo, podemos ubicar fácilmente qué “objeto”, nos está provocando eso, por ejemplo, miedo a algún animal, a que nos ocurra algo en la calle, a la oscuridad, etc.
Con la angustia, en cambio, no podemos precisar qué nos provoca ese sentimiento displacentero y avasallante, que se nos aparece en cualquier momento, a pesar de no estar frente a ningún peligro “objetivo”.
Freud nos indicó, que la angustia aparece como señal, frente a un peligro interno. Nos angustiamos por algo que aparece en nuestra psiquis, no frente algo de la realidad.
Este concepto, podría resultar controversial para alguien que lee esto en la coyuntura actual de incertidumbre ante el aislamiento causado por la presente pandemia, ya que la persona podría considerar que esa angustia que experimenta, es producto de un hecho objetivo de la realidad. El problema radica en que muchas veces confundimos el uso de los términos angustia con ansiedad, dolor, y miedo. Estos últimos tres, si bien se usan coloquialmente como sinónimos de angustia, son estados emocionales diferentes, por ello es muy importante en un proceso terapéutico poder distinguir claramente de qué emoción estamos hablando.
Para ilustrar este punto, decimos que resulta adaptativo y esperable que nos preocupemos por lo que nos acontece, porque ello nos permite abordar y resolver las adversidades que nos toquen vivir. Pero ese monto extra de emoción que caracteriza a la angustia, nos desborda y no es explicado por el hecho objetivo en sí al que nos enfrentamos. Es decir, la angustia no nos prepara para responder frente a un problema como sí lo hacen otras emociones, sino que, por el contrario, nos suele paralizar, por ello implica exceso.
El desborde de emoción, cuando no tiene una lógica que podamos explicar, es porque responde a otra lógica que subyace, que responde a otras determinaciones, que son inconscientes.
La experiencia de la angustia es vivida como algo que nos sobrepasa, que nos toma en cuerpo y mente, y de lo cual no podemos desprendernos (volviendo a la comparación con el miedo, no podemos simplemente alejarnos de aquello que nos lo causa).
La angustia, es esencial en la experiencia analítica porque es la vía por la que el sujeto puede aprehender algo sobre su ser y sobre su deseo. La angustia es una señal, que nos indica por dónde direccionarnos, por ello, si bien la angustia es muy displacentera, y aparece como uno de los principales motivos de consulta a un psicólogo, para nosotros, como analistas, nos aporta una coordenada positiva para el abordaje de la cura.
Es a través de lo que el sujeto nos dice de lo singular de su angustia cómo vamos intentar cernir su causa, y poder tratarla.
Lic. Leandro Sandoval.
MN 64912
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