Lic. Alicia Sabó

Lic. Alicia Sabó Lic en Psicología. Psicomotricista. Especialista en estimulación temprana. Especialista en pluride

31/07/2025

París, siglo XIX. En un mundo que apenas permitía a las mujeres asomarse al escenario, una joven con apellido italiano abrazó el violonchelo… y lo transformó en su voz.

Su nombre era Lisa Barbier Cristiani. Vivió solo 26 años. Pero en ese breve tiempo, cambió la historia de la música.

Tocar el violonchelo no era cosa fácil para una mujer. La postura tradicional, con el instrumento entre las piernas, se consideraba indecorosa. Pero Lisa no se detuvo. Ayudó a popularizar una innovación: la punta de apoyo —esa pequeña pieza que permite al violonchelo descansar en el suelo—. Gracias a ella, otras mujeres pudieron tocarlo sin restricciones.

Lisa tocaba un Stradivarius del siglo XVIII, un instrumento tan único que hoy lleva su nombre: el "Cristiani". Sus conciertos eran ovacionados, sus daguerrotipos coleccionados, y su presencia en el escenario… inolvidable.

Gozó del reconocimiento de compositores como Mendelssohn, quien le dedicó una de sus obras más íntimas. Recorrió Europa, recibió títulos honoríficos y llegó incluso a lugares donde ningún otro músico occidental había tocado jamás: Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia.

Fue allí, en un rincón remoto del mundo, donde la música se detuvo. Contrajo cólera en Tobolsk, en plena gira, y murió el 24 de octubre de 1853.

Pero su legado no murió con ella.

Lisa rompió barreras, abrió caminos y dejó un eco que aún vibra en cada mujer que toma un violonchelo entre sus manos. Porque su historia es prueba de que incluso una vida breve puede resonar durante siglos… si se toca con el alma.

Somos los espejos en donde ellos/as se miran. Reconocer y asumir nuestra responsabilidad es vital para la constitución d...
29/07/2025

Somos los espejos en donde ellos/as se miran. Reconocer y asumir nuestra responsabilidad es vital para la constitución de sus subjetividades.
— Lic. Alicia Sabó

Por una tarea comprometida,  sensible y compartida, donde el pensamiento y las estrategias a jugar, permitan desplegar c...
28/07/2025

Por una tarea comprometida, sensible y compartida, donde el pensamiento y las estrategias a jugar, permitan desplegar cuerpos qué se apropian e inventar la propia historia a cada paso, en familia, en la escuela, entre todos.
Y seguir apostando por cada cual.
¡¡Feliz día colegas!!😁❣️🥂

Llorar es una demanda...Escuchemos su sentir, respetemos su confusión, acompañemos su vulnerabilidad.
26/07/2025

Llorar es una demanda...
Escuchemos su sentir, respetemos su confusión, acompañemos su vulnerabilidad.

26/07/2025
Los Cronopios necesitan caricias, besos y abrazos. Como son tan olvidadizos, necesitan que se les recuerde constantement...
26/07/2025

Los Cronopios necesitan caricias, besos y abrazos. Como son tan olvidadizos, necesitan que se les recuerde constantemente que son amados, que se lo digan, que se lo demuestren. El amor sin cariño y afecto no tiene sentido para los Cronopios, son unos consentidos por naturaleza; pero también les encanta consentir, acariciar, demostrarle al otro con palabras, miradas, caricias y actos, cuánto lo ama y cuánto importa para él.

El Cronopio no se enamora de profesiones, de éxitos, de quehaceres, de la inteligencia o del atractivo físico, se enamora porque sí, sin razón, no hay más motivo o excusa que el amor, que los sentimientos y sensaciones que esa otra alma le despierta. Más bien, al Cronopio, lo deslumbran las almas. No lo enamora la inteligencia, pero sí alguien que piense y lo haga pensar.

Lo enamoran las buenas conversaciones porque, el Cronopio, cree firmemente que con las palabras y también con lo que no se dice, se entregan pedacitos del alma».

–Julio Cortázar

“LA MUJER QUE PONÍA ESPEJOS EN LAS CALLES PARA RECORDARLE A LA GENTE QUE EXISTE”Marina Cordero, 64 años, tenía un hábito...
23/07/2025

“LA MUJER QUE PONÍA ESPEJOS EN LAS CALLES PARA RECORDARLE A LA GENTE QUE EXISTE”

Marina Cordero, 64 años, tenía un hábito extraño para el barrio.

Cada semana, salía a caminar con una mochila llena de espejos pequeños.

Los pegaba en postes, en paredes agrietadas, en puertas de edificios abandonados o en esquinas donde nadie suele mirar.

Espejos redondos, cuadrados, ovalados.
Algunos con un borde dorado. Otros con marco de madera.

No eran para decoración.
Eran para que la gente se viera.

—“A veces pasamos por la vida sin vernos. Yo pongo espejos para que la gente se acuerde de sí misma”—decía Marina.

Una vez, un joven que pasaba por allí se detuvo frente a un espejo pegado en una pared y se quedó un rato largo.

Luego le dijo a Marina:
—“Hoy me di cuenta de que existo. Hacía tiempo que no me miraba.”

La historia se hizo viral cuando alguien fotografió uno de esos espejos y lo compartió en redes.

Miles de personas comentaron:
—“Yo también necesito un espejo en medio de la calle, no en el baño.”

Marina no busca aplausos.
Sigue colocando espejos cada semana.

Dice que no son mágicos, pero ayudan.
Y siempre escribe lo mismo en un papelito que deja al lado del espejo:

—“Por si hoy nadie te lo recordó: estás aquí. Y eso ya es importante.”
De la Red !

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