
17/08/2025
En mi colegio, todos los profesores se iban al sonar la campana.
Todos… menos el profe Enrique.
Yo también salía corriendo. Siempre.
Hasta que un día, la curiosidad pudo más.
Fingí que iba a esperar a que me recogieran solo para ver qué hacía él cuando nadie lo miraba.
El aula se fue vaciando como siempre. El pasillo quedó en silencio.
Y ahí estaba él: moviendo dos sillas, cerrando su maletín y sacando una libreta marrón.
Se sentó. Apoyó el codo en la mesa, abrió la libreta con calma y empezó a escribir.
No parecía que estuviera revisando notas.
Tampoco la lista de asistencia. Pero desde donde estaba, no podía ver bien.
¿Qué estará escribiendo?—me pregunté.
En ese momento, la secretaria lo llamó desde la puerta.
El profe se levantó y salió del aula, dejando la libreta abierta.
Me acerqué. Y vi lo que había escrito.
– Lucía levantó la mano por primera vez en semanas.
– Marcos leyó un párrafo sin trabarse. Sonrió cuando lo felicité.
– Diego se distrajo más de lo normal. Sentarse cerca en la próxima clase.
Y ahí estaba el mío:
– Marcos se quedó un rato hoy.
Fingió que lo recogerían, pero creo que solo tenía curiosidad.
Posible señal de apertura. Observar próximas clases.
Tragué saliva. No supe qué me sorprendió más: que supiera que fingí o que eso sea algo importante.
Entonces lo escuché detrás de mí.
—¿Lo leíste? —dijo sin enojo.
Me giré, lento. Pensé que se iba a enojar.
Pero solo cerró la libreta con cuidado y me dijo:
—No es un secreto. Es solo mi forma de recordar lo que no se debe olvidar.
—Porque es fácil pasar por alto,
quién dejó de participar de un momento a otro.
Quién ya no sonríe como antes.
Quién se cambió de sitio y ahora se sienta al fondo.
—A veces como profesores pensamos que los niños solo vienen a aprender.
Pero también traen cosas que no siempre dicen. Y eso también entra al aula.
—Yo escribo para no olvidarlo.
Porque enseñar no es solo explicar temas o poner notas.
Es mirar un poco más, escuchar un poco más y darse cuenta cuando algo cambia, aunque no se diga en voz alta.
Ese día, sin darme cuenta, el profe me enseñó algo que no estaba en ningún libro:
Que ser maestro no es solo explicar y poner notas también es mirar con más atención, y acordarse de que cada alumno tiene su propia historia.
Una que también necesita ser cuidada.