17/04/2025
📍𝐌𝐞𝐝𝐢𝐨𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐢𝐠𝐢𝐭𝐚𝐥. 𝐄𝐥 𝐚𝐢𝐫𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐦𝐨𝐬
En la actualidad habitamos una sociedad que se basa en la información y en la estimulación de las necesidades y de una actitud positiva, donde la verdad depende del contexto y es subjetiva.
Tal como apunta Constanza Michelson, en 2016 con el inesperado triunfo de Trump en EEUU y con el Brexit, se enciende una alarma: Posverdad, Big Data, Cambridge Analytica transforman la realidad.
Esto se refiere al momento en que sale a la luz el lado oscuro de la economía de los macro datos: el uso indebido que se hizo de los datos de Facebook dirigidos a personas concretas para manipular a votantes indecisos en las elecciones estadounidenses.
Ese fue el primer paso, el siguiente sería utilizar complejos análisis impulsados por el aprendizaje automático para elaborar perfiles de personas y, de esa manera, influir en su comportamiento.
Si bien, la publicidad y la propaganda no son nuevas, no hay precedentes de mensajes dirigidos a personas concretas de una manera tan particularizada, y a una escala que abarca poblaciones enteras a través de la homogeneización en perfiles algorítmicos.
¿𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞́ 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐬𝐜𝐞𝐩𝐭𝐢𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐢𝐩𝐮𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨?
Asunto difícil de responder sin dudas, sin embargo, es posible ir situando que la conjunción del capitalismo financiero desenfrenado con el vertiginoso proceso de digitalización de la experiencia cotidiana produce una profunda transformación de la vida, y particularmente del lenguaje.
La era digital transforma el lenguaje en una herramienta viva, cambiante y omnipresente.
Ya no es solo un medio para transmitir ideas, sino un pilar sobre el cual se construyen identidades, se forjan comunidades y se transforma el acceso al conocimiento.
Estos cambios están soportados por avances tecnológicos que reconfiguran la manera en que interactuamos con las palabras.
El lenguaje a través de los medios electrónicos es directo, breve, conciso, más informal, hecho de frases simples, con abreviaturas y emoticones, en medio de lo cual perdemos algunos matices y referencias.
Al leer una pantalla muchas veces vamos saltando líneas y páginas en busca de la información que nos interesa, pasando rápidamente de una información a otra, hacemos una especie de “picoteo”, esto modela la atención ya que con una atención breve se supone que alcanza.
En un presente del mundo complejo donde confluyen guerras, terrorismo, cambio climático, crisis económica y social es muy importante tener una personalidad flexible y ávida de cosas nuevas, pero también ser capaz de detenerse a pensar, elaborar un saber y diferenciarlo de la información.
𝐋𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐢𝐠𝐢𝐭𝐚𝐥 𝐭𝐫𝐚𝐧𝐬𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐥 𝐥𝐞𝐧𝐠𝐮𝐚𝐣𝐞 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐫𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐯𝐢𝐯𝐚, 𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐲 𝐨𝐦𝐧𝐢𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐞
Las herramientas digitales nos permiten escribir, crear, publicar sin las barreras tradicionales y se produce una apertura a la comunicación, incluso, entre personas que hablan diferentes idiomas a través de las plataformas de traducción.
Sin dudas se produce una expansión del lenguaje y una transformación de la realidad byte por byte. Una lengua en movimiento que crece, se adapta y se transforma y que parece ser el soporte contemporáneo donde reconstruimos nuestra humanidad.
Un camino que se abre desde un lenguaje que es veloz en tanto sintetiza el pensamiento usando 0 y 1, un lenguaje binario que crea pequeños paquetes de información a partir de grandes fenómenos, -sociales por ejemplo-, que ameritan una reflexión profunda.
El lenguaje computacional pone de relieve la interfaz con la interactuamos hoy, la noción de interruptor que es el principio básico de la automatización.
Las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación propician cambios en las relaciones humanas. Por dar un ejemplo, cuando un vínculo se produce con demasiada comunicación online, cuando hay un conflicto, a la otra persona se la puede eliminar sin considerar el conflicto, ni asumir parte de la responsabilidad ni intentar una conversación.
𝐄𝐥 𝐥𝐞𝐧𝐠𝐮𝐚𝐣𝐞 𝐲 𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐭𝐢𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐯𝐢́𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐛𝐣𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐭𝐞𝐜𝐧𝐨𝐥𝐨́𝐠𝐢𝐜𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐢𝐧𝐜𝐫𝐮𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐲 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐲𝐞 𝐬𝐮𝐛𝐣𝐞𝐭𝐢𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬
La vida digital es el espacio donde convergen todos los lenguajes, todos los símbolos y signos de la existencia.
No es un mundo estático sino un escenario donde las palabras se mueven constantemente y los caminos se bifurcan y se abren sin pausa.
En los espacios clínicos, y los no tanto, nos encontramos con que las palabras se deslizan sin amarras al cuerpo, la imagen va prestando cada vez más a un sin velo, una pura imagen sin un “querer decir”, al mismo tiempo que adquieren una literalidad que deja poco espacio al enigma.
También construye pequeñas o grandes certezas difíciles de conmover o ser porosas a la diferencia.
Esta deriva hace que lo simbólico, desde una perspectiva clásica, se deshaga parte a parte y, por ejemplo, empiece a desaparecer el interés de las personas por el trabajo, por la escuela, los lazos y ahí se produce un enganche a los objetos tecnológicos y a un deseo de no saber.
𝑳𝒂 𝒄𝒖𝒍𝒕𝒖𝒓𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒊𝒏𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆, 𝒄𝒉𝒂𝒖 𝒂𝒍 𝒎𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓
La promesa del siglo XXI es la política de las cosas, ahorrarse el desvío del deseo, la interrupción del lenguaje y relacionarse directamente con las cosas.
Esta adhesión al objeto tecnológico, a la palabra vuelta imagen en el cibermundo tiene un efecto radical: cada uno se identifica emocionalmente con una verdad sin cuestionamientos.
El comienzo de la década de los ‘90 estuvo marcado por lo que se entendía como el cumplimiento de la utopía punk de la internet: una mayor democratización del mundo ¿sucedió?
Tomando una referencia de Constanza Michelson, esa utopía llevó, por ejemplo, a teorizar el ciberfeminismo, que suponía que lo virtual permitiría criticar y deconstruir los discursos esencialistas respecto del género, construir herramientas propias para escapar de las que están programadas por otros intereses, crear redes autónomas e independientes de las estructuras jerárquicas.
Sin embargo, y cada vez más, podemos observar que en los debates, conversaciones on line y de las otras, en realidad no se conversa, muchos menos se debate, sino que más bien cada uno explica su punto de vista, pero sin ninguna predisposición a contrastar y modificarlo en función de los otros puntos de vista.
𝑺𝒊𝒏 𝒅𝒖𝒅𝒂𝒔 𝒏𝒐𝒔 𝒉𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒍𝒊𝒃𝒆𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒏𝒂𝒔 𝒂𝒕𝒂𝒅𝒖𝒓𝒂𝒔
Y nos encontramos con otras: las palabras ingresadas al cibermundo, la captación de los discursos en la vida digital neoliberal tiene la potencia de aplanar lo político, la subjetividad y volverlos slogans, al mismo tiempo que introduce sin parar imperativos morales sobre cómo llevar adelante nuestras vidas.
Posteos, reels, vivos donde proliferan diagnósticos psi de dudosa procedencia, tipologías cuasi paranoides respecto de las intenciones del otro, indicaciones pormenorizadas de qué y cuándo hay que sentir.
El mundo que nos rodea, y particularmente cuando se produce el matrimonio entre neurociencias, dataísmo y tecnocapitalismo modifica el paisaje interior: las personas identificadas con el organismo, con el “eres tu cuerpo” de la biología, no tienen nada que descifrar por sí mismas.
Nos cuesta darle un sentido propio y singular a lo que nos sucede. Ya que para eso se requiere de otra temporalidad que solo la inmediatez de la respuesta/solución al malestar.
𝐋𝐚 𝐢𝐧𝐦𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐝𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐨 𝐨𝐛𝐣𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐢𝐠𝐢𝐭𝐚𝐥 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐯𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐚𝐧𝐡𝐞𝐥𝐨 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐡𝐚𝐳𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐜𝐨𝐧𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞
Vivir con los ojos bien abiertos a las pantallas, acurrucados en el ‘cada uno en su mundo’ y en la dificultad de un mundo en común ¿cómo localizar lo que anima, lo que da vida a un-cuerpo?
La experiencia de un análisis, puede ser la ocasión para sustraerse un poco, volver poroso, el panóptico digital y su afán utilitarista.
Correrse por unos minutos del ojo público, localizar y poder poner en reposo el fomo, esa necesidad de estar permanentemente conectado y no perder nada. Eso asfixia, no permite a las personas estar donde se encuentra su cuerpo.
❞𝐕𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐚 𝐦𝐢́❞ ❞𝐝𝐞𝐬𝐜𝐚𝐧𝐬𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐞𝐫𝐞𝐛𝐫𝐨, 𝐜𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐚𝐛𝐢𝐞𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞❞
“Dejar el celu para concentrarme, trabajar”, “poner límites, a mí mismx”, “no online el encuentro, físico”, “respondo apresurado, siempre disponible”.
Posibilitar ese descanso respecto de la maquinización del lenguaje, introducir una pausa a la metonimia infinita que impone la literalidad de la palabra.
Poner a jugar de otra manera los discursos, las ficciones que vienen listas para ser usadas en la época y que sea posible darles un uso propio.
Para ello hace falta que la formación de quienes practicamos psicoanálisis esté comprometida en los asuntos de la civilización para que de allí sea posible situar la especificidad de un psicoanálisis.
👉.marta.arce para
✅ 𝐓𝐎𝐏𝐎𝐒 𝐄𝐪𝐮𝐢𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐬𝐢𝐜𝐨𝐥𝐨𝐠𝐢́𝐚
Ideas escritas a partir de las lecturas e investigaciones llevadas adelante en el grupo de lectura Nuevas Narrativas del Programa Psicoanálisis Civilización, incidencias del CIEC