07/04/2025
Desde esta mirada, podemos decir que esta frase tiene una carga muy fuerte desde lo individual, pero si la pensamos desde la psicología social, se amplía hacia el contexto relacional y los vínculos.
Desde esta mirada, podemos decir que las actitudes individuales no se forman en el vacío, sino dentro de un entramado social. Por lo tanto, aunque no siempre podemos cambiar directamente la actitud de los otros, sí podemos intervenir en los espacios de interacción, en la comunicación y en los roles que cada uno ocupa dentro del vínculo, con el propósito de transformarlo. Es decir, la manera en que algo nos afecta está mediada por nuestra historia, por el grupo al que pertenecemos, por nuestras redes de apoyo y por el contexto cultural. La "decisión" sobre cómo nos impactan ciertas situaciones no es tan individual como parece: está profundamente influenciada por nuestro entorno social.
Desde la psicología social, no se trata solo de "adaptarse" para que las cosas no nos afecten, sino de transformar o resignificar los vínculos. Esto implica recurrir a herramientas como la mediación, la comunicación asertiva, la empatía y el fortalecimiento de redes de apoyo.
Una resignificación posible, desde esta perspectiva, sería:
"No siempre podemos cambiar la actitud de los demás, pero sí podemos transformar la forma en que nos vinculamos con ellos. Reconociendo nuestros recursos personales y sociales, podemos protegernos, evitar que las relaciones nos afecten de manera negativa y generar vínculos más saludables". 😉