En mi práctica, he visto y sigo viendo pacientes con lesiones neurológicas que comentan que concurren a diferentes piletas: para aprender a nadar en grupos convencionales dirigidos por un Profesor, o en algunos casos son llevados por sus propios terapeutas para modificar el medio en el que realizan la terapia. Estas dos formas tienen sus objetivos específicos y no es mi intención compararlas, si no mostrar una nueva posibilidad. Existen, además, numerosos profesionales que recomiendan la natación a sus pacientes, pero sin conocer a fondo los alcances de este deporte; recomendación que queda en un intento fugaz, y a veces frustrado de acercamiento a la actividad, por parte de los propios pacientes o de sus familiares por no tener bien en claro las respuestas a algunas preguntas que nosotros a diario nos hacemos:
¿Natación o Terapia acuática?...
¿Todos los pacientes quieren ir al medio acuático?...
¿Todos pueden ir a natación y/o terapia acuática?...
¿Qué se busca al mandarlos a terapia acuática?...
¿Que pueda incluirse a un grupo de pares?...
¿Que pierda el miedo al agua?...
¿Que mejore su experiencia motriz?...
¿Que aprenda a nadar?...
Y muchas preguntas más…
También sabemos que hay familias que se ven privadas de compartir con otros, salidas programadas al club, playa, y a todo lugar donde el agua pasa de algo divertido, a ser un medio inaccesible, peligroso, y hasta a veces una experiencia desagradable, porque uno de sus integrantes tiene una lesión cerebral, ya sea éste, niño o adulto. La terapia acuática desempeña una función importante en un programa de rehabilitación integral. Esta terapia es adecuada para mejorar las condiciones psicomotrices del paciente, con el fin de conseguir la mayor calidad de vida. La terapia acuática es el conjunto de técnicas que se emplean con el agua con fines terapéuticos y que en nuestro caso complementan la actividad de rehabilitación que los pacientes realizan de forma semanal. La idea de este programa surge al interesarnos en brindarles a nuestros pacientes una alternativa terapéutica de disfrutar el agua, combinando lo recreativo e integrador de la natación convencional con el control y manejo terapéutico adecuado que les proporcione la mayor independencia posible, sin incrementar su patología, y pudiendo transferir estos logros al medio terrestre.