02/10/2018
Cada nuevo asana que nos incorporan en la práctica de Ashtanga, es una puerta que se abre hacia la auto-investigación.
Las primeras veces que intentamos una postura, probablemente nos requiera mucho esfuerzo, nos agite, nos caigamos, no entendamos cómo se mueve el cuerpo y cuál es la intención que buscamos. Vislumbramos una forma exterior, incluso si tenemos conocimientos de biomecánica podemos saber de antemano qué movimientos requiere el cuerpo para acercarse con más firmeza y seguridad a esa forma. Pero la intrincada red de consciencia que debemos extender por dentro, nos es ajena y desconocida, porque no hay forma de aprenderla más que desde la experiencia misma.
Luego de algunas prácticas, de varios ensayos y errores, es probable que nos topemos con algunos aciertos. En algún momento, tras mucha persistencia y paciencia, nos vamos a sorprender notando cómo ese equilibrio antes ausente ahora lo podemos mantener, cómo todo ese cansancio e incomodidad que nos generaba hoy se transformaron en sensaciones que podemos respirar, en lugares menos inciertos que antes.
Probablemente en el camino hayamos desarrollado algo de fuerza y elongación muscular, pero nuestra principal adquisición, sin lugar a dudas, fue de consciencia. Esas partes del cuerpo que poco a poco entran en la zona de luz, permiten que los siguientes intentos del asana, se vuelvan más inteligentes, más dirigidos y enfocados. De pronto, no sólo empezamos a comprender sino también a percibir las sensaciones físicas con las que antes no lográbamos conectar.
Y qué pasó con nuestra mente en todo ese proceso? Sentimos miedo, frustración, enojo o angustia? Nos rendimos y pensamos que nunca nos iba a salir? Nos dimos tiempo y respiraciones o nos avalanzamos una y otra vez? La salteamos con o sin intención en algún momento? Se transformó en un objetivo crucial lograr la postura? Sentimos satisfacción u orgullo cuando logramos la forma que visualizábamos? Y cómo encaramos el asana en las prácticas subsiguientes cuando ya no nos costaba? Nos mantuvimos atentos o se tranformó en un trámite para llegar al siguiente nuevo asana/desafío?
Los movimientos de nuestra mente durante la práctica nos son aún menos evidentes que nuestras percepciones del cuerpo. Pero llevar luz también a ellos y observarlos, nos permite profundizar más aún en el conocimiento de uno mismo (svadhyaya) y penetrar con nuestra consciencia en lugares cada vez más sutiles. De la misma forma en que al principio movemos músculos y huesos sin tener mucha idea, pero los observamos e intentamos corregir, de igual manera podemos percibir nuestras reacciones sobre (y luego fuera!) del mat. Así como se hace evidente luego qué partes del cuerpo activar o relajar para una postura cómoda, también resulta cada vez más claro qué actitudes mentales son las correctas para nuestro bienestar general y para nuestra búsqueda
"No se puede alcanzar el conocimiento de lo divino, sin atravesar el conocimiento de uno mismo. Tu práctica es tu laboratorio."
BKS Iyengar
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