20/06/2024
Una historia real
Vino a la consulta medica deslumbrante. Vestia tapado de piel- en aquella época era un abrigo elegante – aparentando menos edad de los mas de 70 que tenia. Actuaba como una ejecutiva que venia a evaluar y no as ser evaluada. Realmente no tenia preocupaciones sobre su salud, más bien parecía querer imponer algo y no me quedaba claro en que consistía. Fuera de su vinculo como suegra de un amigo olvide el caso rápidamente. Tiempo después Antonio- mi amigo- me llama para pedirme que la vaya a ver a un sanatorio donde estaba internada, Había sufrido una hemorragia cerebral. No podía hablar y tenia un hemicuerpo con parálisis fláccida. La medicina no pudo hacer nafa para ayudarla, fuera de mantenerla con vida. Tiempo después fui a visitarla a su domicilio. El ambiente era triste y agobiante. Pero no por la humildad de su pequeña vivienda, sino por la actitud de los personajes de su familia. Si, digo personajes porque todo se desarrollaba como si las tres personas que allí convivían fueran títeres manejados por la mujer desde su cama. Con muecas y miradas captaba toda su atención y en algún momento me dije que hacia yo allí. De pronto, era un personaje mas en esa muestra de poder ejercido por una persona tan discapacitada. Su esposo- Carlos- un hombre muy bajo que se mantenía alejado del lecho y con la mirada baja. La hija mayor -Catalina- mirando fijamente a su madre, atenta a tratar de entender lo que la paciente indicaba o trataba de indicar. La hija menor – Marta- planteando demandas de mejoras que ella esperaba que podían concretarse. Todo desde un supuesto lugar de autoridad que apoyaba en el uso frecuente de términos médicos, que usaba sin conocer plenamente su significado. Era empleada en un reconocido laboratorio fabricante de medicamentos. Luego de examinarla, les comento a los tres que las perspectivas de recuperación eran inexistentes. Eso desencadeno en Marta una actitud de reclamo de soluciones que no estaban a ni mi alcance como tampoco al de otros profesionales. Me retire apesadumbrado, se me hizo notar que los había defraudado. Y por el seguimiento posterior pude ver como la enferma seguía disponiendo de la vida de sus hijos y su esposo. Catalina paso a ocuparse a tiempo completo de la vida de su madre. Marta continuo con su trabajo comportándose como el pilar y guía del grupo. Jose mantenía siempre una actitud semejante a la de su padre, algo distante y actuando como escucha. Era un mandadero.También útil cuando era necesaria su fuerza muscular para cambiar a la señora de posición en el lecho, o a sentarla. El esposo, siempre huidizo cuando concurría a hacer controles, era muy amable y parco. Su tarea en el organigrama era colaborar en la limpieza y estar disponible pero en actitud pasiva, de alerta para cumplir pedidos. Su único entretenimiento era hacer largas caminatas. Me contaba con orgullo los kilómetros que caminaba a diario desde la vivienda hasta el Congreso Nacional. Y pasaron los anos. Cada uno en su papel, estrictamente cumplido. En una oportunidad- como al pasar- me comenta Marta que su padre tenia dolor de cabeza. Solo mirarlo y me pareció obvio que estaba enfermo Tenia una enfermedad muy seria que por suerte era tratable. Afortunadamente pude curarlo. Pero parecía que para el grupo familiar eso no era relevante. Y mucho tiempo transcurrió. Y Lita-la paciente- falleció. Lo que ocurrió luego fue un cambio de roles, Marta era la autoridad emergente. Muchas otras cosas ocurrieron durante la vida de Lita y posteriormente, pero el sometimiento de su familia era la constante, en la etapa final con nuevo liderazgo.
Este relato es una historia real, que representa una forma enfermiza y cruel de matriarcado, como pudo haber sido de patriarcado. Someter, impedir el crecimiento de los hijos, quizá sin reconocer la magnitud del daño producido, pero estragando la vida del núcleo familiar. No fue la única oportunidad en que me toco presenciar este tipo de modelo.
Me parece comparable a una telaraña, la red quiere aparentar vínculos afectivos, pro es solo una trampa.