10/10/2024
Mis abuelos paternos vinieron de Italia, en barco. Escapaban de la guerra, tenían 18 años. Llegaron a la Argentina y levantaron su casita, amaban este país tanto como al suyo. Mi abuela lloraba cuando jugaban Arg-ital al futbol porque no quería que perdiera ninguno (literal)
Pusieron una verdulería y despensa. Mi abuelo cosechaba las verduras en una huerta. Mandaron a sus 3 hijos a la Universidad Pública.
Mis viejos y mis tíos son la primera generación de universitarios. Mi hermano y yo, la segunda.
Cuando terminé el colegio, allá por el 2002 mis papás cobraban en patacones, médicos, su lugar de trabajo habia quebrado y se sostenía por los empleados (profesionales y no profesionales) que laburaban igual sin cobrar.
Patacones que no me aceptaban en ningún lado, hasta que un día el kioskero de la escuela me dijo " bueno dale piba, que queres llevar?".
Yo quería estudiar. No existía en ese momento para mí familia otra opción que la Universidad Pública. La elegí.
La amé y la amo con todo mi corazón. Me senté millones de veces en piso, sí. Pero todo funcionaba. Siempre se enseñaba, se aprendía. Tuve profesores excelentes, los mejores. Aprendí más allá de lo académico. Conviví con personas de otros países, de otras edades, de todas los estratos sociales.
La educación pública es la única posibilidad de movilidad social ascentente. Es el único espacio en el cual somos todxs iguales, dónde todxs tenemos los mismos derechos.
Por favor ésto no puede estar pasando.
Hay que defenderla.
Educación pública, gratuita y de calidad siempre.
Lic Paula Daniela Mercogliano
Mp 83.995