
16/09/2025
Amo las series de médicos. The good doctor es una de esas series y el cirujano protagonista es un joven con trastorno del espectro autista y ciertas habilidades excepcionales.
Su condición lo expone a la resistencia de sus colegas para ejercer en un hospital e incluso a dificultades de comunicación e interacción social con los propios pacientes. Pero sus convicciones, su honestidad y habilidades excepcionales muy fuertes lo convierten en un héroe de carne y hueso, humano, sensible, inteligente e idóneo.
Una de sus características, como en la mayoría de personas con autismo, es la literalidad lo cual lo hace en muchas ocasiones ajeno al sarcasmo y a la arrogancia de su entorno laboral. Me encanta escucharlo responder a comentarios casi ofensivos con tanta verdad y simplesa.
Tiene una vida metódica y solitaria y en su día a día utiliza vivencias semejantes de su niñez, algunas muy dolorosas vividas junto a su hermano. A esas vivencias dolorosas pasadas y actuales lo exponen siempre los considerados "neurotípicos".
La serie no es científicamente rigurosa, pero igual me atrapa por el desafío de ese niño con autismo que se convirtió en médico cirujano y al que le celebro cada uno de los logros.
Mientras la veo pienso en todos mis pacientitos/as neurodivergentes, ellos y ellas son parte de mi legión de superheroés.
Y también y muy especialmente pienso en sus madres. Inmensas, incansables luchadoras. Ellas, a diferencia de esta ficción, son capaces de golpear mil puertas o recorrer cientos de kilómetros para que su peque acceda a una terapia. Son capaces de tragarse las lágrimas frente a la incomprensión y la insensibilidad de muchos y siguen para adelante aún cuando por momentos se sienten claudicar.
Sepan que las admiro, las respeto, las valoro y las acompaño en sus batallas.