28/06/2021
Día del Orgullo 🏳️🌈🏳️🌈🏳️🌈
Desde un paradigma de salud integral, los discursos en “salud mental” son diversos y se entrecruzan, entre otros, con los del psicoanálisis.
Siendo este nuestro campo de intervención, nos parece imprescindible, volver a poner en cuestión las lecturas que se dicen en nombre del psicoanálisis y, que en muchas ocasiones patologizan a las disidencias sexuales. Históricamente, el psicoanálisis ha ubicado a la homosexualidad en términos de “detención del desarrollo sexual” y “desviación”. Estas lecturas sólo tienen sentido si se piensa la heterosexualidad como la finalidad “normal” y “normativa” del desarrollo sexual humano. Pensar en la heterosexualidad como norma y no como opción, responde más a intereses políticos que a fundamentos lógicos y científicos.
El posicionamiento político heteronormativo, ha ubicado históricamente a las disidencias del lado de la “patología”, tomándolas como “objeto” de conocimiento. Así, les profesionales de la medicina, la psicología, el derecho (entre otras disciplinas) han hablado de ellas, haciendo uso de las “voces autorizadas” por la hegemonía.
Por ello, consideramos que es indispensable y político, comenzar a escuchar lo que las militancias, las historias de supervivencia y las disidencias tienen para enseñar sobre sí mismes, sobre el ordenamiento del mundo en el que nos encontramos y sobre la validación cultural del “conocimiento científico”.
La semana del Orgullo puede ser una buena oportunidad para ubicar los condicionantes políticos que hacen a las lecturas en salud y salud mental y, por ello, a las diversas conformaciones del padecimiento subjetivo, causadas por la heteronormatividad, la discriminación y la vulnerabilización de ciertos modos de “ser y estar” en el mundo. Quienes ocupamos lugares hegemónicos de saber/poder, tenemos también la posibilidad (y la obligación ética) de trabajar en la generación de otras herramientas que, en lugar de normativizar; se empeñen en la construcción de condiciones polìticas que protejan la dignidad de todos los modos de vida, y en la disminución del “plus de padecimiento subjetivo”.
Queremos enfatizar el necesario compromiso de cada disciplina para deconstruir las cristalizaciones en donde, en cada discurso y en sus prácticas, se prestan a marginalizar, patologizar, y criminalizar vidas ajenas.