01/05/2025
💔 Creamos patrones autodestructivos, en muchos casos, como una forma de lidiar con el dolor, el miedo o emociones difíciles que no supimos manejar de otra manera en algún momento de nuestra historia. Estos patrones suelen formarse en etapas tempranas de la vida, cuando nuestras herramientas emocionales eran limitadas, y pueden haber funcionado como una forma de protección o adaptación. Con el tiempo, aunque ya no sean útiles, el cerebro los repite por familiaridad y por la sensación (ilusoria) de control que ofrecen.
Algunas razones frecuentes detrás de los patrones autodestructivos son:
• Autoestima dañada: Si alguien no se siente digno de amor o éxito, puede sabotearse cuando las cosas van bien.
• Ambientes disfuncionales: Crecer en entornos caóticos puede hacer que el caos se sienta “normal” y se busque inconscientemente recrearlo.
• Lealtades invisibles: A veces repetimos lo que vivieron nuestros padres por una especie de fidelidad inconsciente a ellos.
• Evitar el dolor real: A través del autosabotaje, se evita enfrentar emociones más profundas, como el abandono, el rechazo o la vergüenza.
A veces, lo que brilla por fuera,
esconde grietas que no hacen y nunca hicieron ruido, sufrieron y seguirán sufriendo en silencio.
Llevamos dentro fragmentos de historias no dichas, heridas del pasado que aún conocen el camino de regreso.
Y sin darnos cuenta, repetimos el daño…