09/10/2024
DESDE LA CORPULENCIA A LA GRASITUD. A tres dias de la discusión sobre diagnostico de la obesidad en el desarrollo del Consenso Argentino de Obesidad impulsado por las Sociedades Argentina de Obesidad (SAOTA-COAMA) y de Médicos Nutricionistas (SAMENUT), aparece publicada en un diario una nota,( (1) ver debajo, comentada por expertos argentinos en conexión con esa discusión. Es una buena noticia, un estímulo, que desde otros lugares refuercen y justifiquen nuestras preocupaciones profesionales. Aunque sólo sean similares, no idénticas, se agradece la buena voluntad.
Nuestra discusión estuvo centrada en la validez diagnóstica y predictiva del índice de masa corporal (IMC= peso/talla x talla) como criterio para categorías de corpulencia asociadas a enfermedad porque, según la la Organización Mundial de la Salud, y claro, el IMC no mide grasa (sólo peso y talla) y por eso no puede ser el 'estándar de oro" del diagnóstico. Seguramente, (fue nuestra opinión) este criterio debería ser complementado o asociado con otros para no llegar a la necesidad de desligar el concepto 'riesgo metabólico" del diagnostico de obesidad. Esto es, riesgo disociado de la corpulencia. Esta incertidumbre no es prudente comunicarla masivamente a la población. Primero porque todavía no hay definición definitiva y firme y segundo por los riesgos de confundir a los lectores y de dañar su relación con los profesionales tratantes.
Es archisabido que la cantidad de grasa adiposa no es por si sola suficiente para inferir riesgos o enfermedad, aunque se aproxima bastante. De allí la discusión sobre la existencia de 'obesos metabólicamente saludables' y aun de personas de 'peso normal metabólicamente obesas'. Ya en 1947 el marsellés Jean Vague estableció la relación entre distribución de la grasa y enfermedades metabólicas, reconociendo los subtipos clínicos de grasa androide (troncal o superior) y ginoide (femoroglutea) , y Miguel Cané en su obra Juvenilia publicada en 1884 hablaba de sus dificultades para distinguir un obeso corpulento de un flaco panzón como era el general Buendia ( grasa central, visceral). Más cercanamente el húngaro Sandor Márai en su obra "La mujer justa", menciona precisamente el criterio geométrico de esfericidad corporal ligada a una mujer con obesidad. Y ni hablar de las suculentas y redondeadas esculturas de Fernando Botero. Ni Cané, ni Márai, ni Botero eran expertos en nutrición. Más allá de lo que recogen instrumentos y sentidos es fundamental poder determinar qué fenómeno o conjunto de ellos, convierte a la obesidad en una enfermedad y la relaciona con expectativa de vida, porque ambos serian objetivos a mejorar. A diferencia, la nota mencionada parece privilegiar el riesgo cardiovascular como si este sintetizara todos los padecimientos y riesgos de esas personas y como si fuera el indicador de buena salud. A los expertos (denominación doméstica que en ocasiones reemplaza a la falta de currículum) debería quedarnos claro que no es lo mismo definir obesidad que diagnosticar quien es obeso y segundo -y esto podría ser lo novedoso-:, de sustituirse el criterio de corpulencia como es el IMC con el de cantidad de grasa, con su localización o aun con su funcionalidad, podria llegarse al absurdo de diagnosticar obesidad a personas sin corpulencia excesiva, a personas magras y hasta a las de bajo peso. Una disonancia oximoronica. ¿Podrian la sociedad y su cultura, aun la medicina, resistir este desafio?
1. Infobae, 8 de octubre. Qué es el Índice de Circunferencia Abdominal y por qué reemplazaría al IMC como indicador de buena salud