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EL ASADO PREVENTIVO DEL TIO MARIO (Por Daniel Iacono)El Tío Mario, un tipo hecho y derecho, porteño hasta la médula, sie...
12/02/2025

EL ASADO PREVENTIVO DEL TIO MARIO (Por Daniel Iacono)

El Tío Mario, un tipo hecho y derecho, porteño hasta la médula, siempre decía: “¡Salud es lo que sobra, mijo! ¡Lo que falta es tiempo para disfrutarla!”.
Y vaya que el Tío Mario disfrutaba. Asado los domingos (y a veces los sábados también, ¿quién cuenta?), vinacho tinto con soda (“¡Para bajar la grasa, che!” decía con guiño), y el sillón orejero como trono después de cada comilona.

El deporte, para el Tío Mario, era cambiar de canal con el control remoto o, como mucho, caminar hasta el kiosco a comprar el diario deportivo.“¡Bah! Estas modas de cuidarse son para los gringos”, proclamaba en cada reunión familiar, mientras le daba otra mordida a los chinchus. “¡Acá somos argentinos, recios! ¡Un buen fernet y listo, curamos cualquier cosa!”.
Y así seguía, el Tío Mario, lo más campante y con la respiración que sonaba como bandoneón desafinado después de subir dos pisos por escalera.

Pero la vida, che, es como el tango: da vueltas inesperadas. Un día, en pleno asado familiar (de esos que duran desde el mediodía hasta la tardecita), al Tío Mario le dio un “coso” en el pecho. Un “coso” que lo dejó más blanco que papa hervida y con menos aire que globo pinchado. ¡Zas! Ambulancia, sirena, hospital, luces fluorescentes y el eco de “¡coronarias!” que retumbaba en el pasillo.

El susto, te podrás imaginar, fue de novela. La familia, en vilo. Los mates, amargos de verdad. Y el Tío Mario, en la camilla, mirando el techo y pensando, por primera vez en décadas, que quizás, solo quizás, eso de “disfrutar” la vida no era solo darle duro al asado y al tinto.

Salió del hospital, el Tío Mario, con el corazón un poco remendado y el alma bastante sacudida. Ya no tan campante. El médico, un pibe joven con cara de estudioso, le había hablado con palabras que el Tío Mario entendió clarito: “Mario, amigo, zafaste de p**o. Ahora, o le das bola a tu cuerpo, o la próxima te la contamos desde el cielo”.

Y el Tío Mario, que aunque medio cabeza dura, no era zonzo, escuchó. Empezó despacito, como quien no quiere la cosa. Caminatas cortitas alrededor de la plaza del barrio, “mate cocido” en vez de tinto con soda algunos días, y hasta… ¡increíble!… se animó a probar una ensalada. Al principio, miraba el plato verde con la misma desconfianza que un perro que adoptan de grande. Pero, de a poco, le fue agarrando el gustito.

No te voy a decir que el Tío Mario se convirtió en un atleta vegano de la noche a la mañana, ¡tampoco pavadas! Pero cambió el chip. El asado siguió siendo sagrado, pero ahora era “asado preventivo”, con más ensalada, menos achuras y menos vinito. El sillón orejero seguía estando, pero ahora lo compartía con las zapatillas para salir a caminar.

Y lo más emocionante, es que el Tío Mario, ahora que se cuidaba un poco, tenía más energía para disfrutar. Podía jugar con los nietos sin terminar con la lengua afuera y bancar las charlas de sobremesa sin dormirse a los diez minutos.

En la última reunión familiar, ahí estaba el Tío Mario, sonriente, con un vaso de agua en la mano, contando chistes y participando de la guitarreada. Ya no proclamaba tanto eso de “la salud sobra”. Ahora, cuando alguien le preguntaba el secreto para estar tan bien, sonreía con picardía y decía: “El secreto, mijo, es empezar a cuidarse… ¡antes de que el cuerpo te mande la factura!”. Y guiñaba un ojo, como diciendo: “¡Y acordate, mejor un susto a tiempo, que un asado… en el cielo!”.

Del autor:

A veces, en la vorágine del día a día, nos olvidamos de que el cuerpo es nuestro templo, nuestra “máquina” para vivir la vida. Y como toda máquina, necesita mantenimiento, atención y cuidado. No hace falta volverse un obsesivo de la salud, pero sí empezar a incorporar pequeños hábitos saludables lo antes posible, previo a que las “facturas” empiecen a llegar. Porque, como decía el Tío Mario (ahora aggiornado a la vida sana), más vale prevenir… y disfrutar de muchos asados más, ¡acá abajo!

Lic. Daniel Iacono

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Sobre mí

Creo en la entrevista motivacional, entendiendo al paciente como una PERSONA. Las personas sentimos, sufrimos, deseamos, y además debemos comer todos los días durante el resto de nuestra vida. Promovamos una nutrición de verdad. Cada día llegan al consultorio personas que ya han hecho muchas dietas y sin embargo no han logrado mantener el peso alcanzado. El éxito no es bajar de peso, eso es relativamente fácil. Lo difícil es permanecer en el tiempo en salud. La lógica de dietar constantemente, con todos los engaños de la industria, hace que la comida se convierta en un padecimiento diario. Intentando acompañar en ese camino, las consultas que propongo en el consultorio son de larga duración, mínimo una hora, donde pueda aprender a comer verdaderamente, sin que sea un sufrimiento constante. Sino entendiendo la lógica de todo el proceso y que sea para SIEMPRE.