21/06/2025
A Belgrano lo largaron en Rosario con una orden, un mapa y un ejército que parecía armado con gente que se había quedado dormida en la fila del banco Credicop, era como un casting de indigentes donde la única estrategia era no desmayarse. Desde Buenos Aires llegaban cartas con frases como “el honor es la mayor paga”, mientras ellos contaban las sobras para ver si comían algo sólido antes del anochecer. Cada día era un capítulo nuevo de la miseria, hasta que un día, con las fuerzas fundidas y el alma a punto de pedir licencia, se alejó sin decir nada y se sentó en una piedra a la orilla del Paraná. Estaba derrotado. No tenía a quién quejarse ni cómo seguir. Solo el ruido del río y el cansancio pesándole en los huesos. Y entonces levantó la vista. El cielo estaba limpio, celeste, inmenso, y sobre él flotaban las nubes blancas, serenas, sin apuro, una pausa en medio del quilombo. El celeste le recordó que todavía había algo que valía la pena. El blanco, que no todo estaba perdido. Y ahí entendió que no podía seguir dándoles nada material, pero sí podía darles un símbolo. Algo que flameara cuando ya nadie podía ni caminar, una bandera. El tipo hizo como pudo, con dos trapos y lo que le quedaba de fe. La izó sin pedir permiso, porque cuando estás tan abajo, no hay protocolo que valga. Y cuando vinieron a decirle que eso no se hacía así, ya era tarde, la bandera estaba ahí, y ya era del pueblo.
Hoy flamea en los actos escolares entre himnos entrecortados y parlantes saturados, en balcones sostenidos con broches gastados, en la punta de un palo atado con alambre en el medio del campo, y en manos que la alzan con respeto, como quien sostiene algo que no se quiere soltar. Porque está en lo que se hace bien, en lo que se hace como se puede, en lo que emociona y en lo que duele. Y aunque como buen argentino nos gusta llevarnos la contra en todo, pensemos distinto y parezca que vamos para lados opuestos, verla ahí, arriba de todo, nos recuerda que más allá de cualquier diferencia que tengamos… seguimos tirando para el mismo lado. Gracias Manuel, por enseñarnos que a veces, mirar para arriba es el primer paso para levantar lo que está caído.
FELIZ DÍA DE LA BANDERA!🇦🇷🇦🇷🇦🇷