
25/11/2024
Abrazar el dolor es sostenerlo con el cuerpo y con todos nuestros sentidos. Es darle un lugar de contención y atención, ocupándonos de alimentarlo cada día, cerrando posibilidades a otros sentires.
Si de pronto, en una distracción se cuela un dejo de alegría, dejamos que se quede por un tiempo que es tan efímero que apenas alcanza a desplegarse por los puntos cardinales de nuestro cuerpo.
A veces, es tan fuerte la creencia de que si soltamos el dolor, lo dejamos ir para que siga su camino, nos sentiremos indefensos o que estaremos fallando y algo en nuestro interior dejaría de ser.
Sin embargo, en realidad, es así. Si lo soltamos, algo en nuestro interior dejará de ser y ese espacio vacío dará lugar otros sentimientos, otras emociones que no tuvieron lugar porque sólo nos centrábamos en alimentar solo una.
Y es, precisamente en ese momento, en que volveremos a reconectarnos con nosotras mismas, nosotros mismos.
Será el re-encuentro con aquellas sensaciones que quedaron relegadas y que, de a poco, irán ocupando su espacio, llenando cada lugar de nuestro cuerpo, inundándolo de luces y sombras, de amor y tristeza...permitiendo que existan una diversidad de emociones, sentimientos que irán fluyendo en armonía en nuestro interior.
Apegarnos a un solo sentimiento, a una sola emoción nos limita y nos condiciona, privándonos de la dicha "reír por nada o llorar con todo".
Son tiempos para dejarnos ser con todo lo que somos.
🧡Imagen Y Texto Lin Urrutia
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