
19/03/2025
Te has planteado si tus padres, abuelos o bisabuelos pudieron ser complementos divinos encarnados en el planeta. Siempre las conexiones entre almas han sido únicas, que nos llevan a la unidad, en su multivocidad de únicos y uno.
Pero como todo en el planeta se intento homogeneizar para anular esa individualidad.
Así hemos repetido psiglos y siglos modos de relacionarnos con las parejas que no funcionaban una y otra vez; y aun así lo repetimos cada vez.
Al trabajar con el transgeneracional desde la bio y con las almas llamas gemelas; me llegan las consciencias de esta información:
En el árbol genealógico
hay muchas almas llamas gemelas en la línea de nuestros padres que se han casado y han traído bellas almas al mundo, ya en este tiempo y cansados se han separado; sobre todo la energía de la divina femenina lo ha hecho por cansancio al ego o la materialidad del divino masculino.
Un divino masculino proveedor que quería desarrollarse en el plano marterial para el mismo, para sus hijos o para su complemento divino. Variando el orden de prioridades de cada quien.
El hartazgo del ego y la materia del divino masculino por parte del divino femenino hizo que finalmente y después de años de paciencia y de sostener la energía de ambos, terminaran la relación.
La tarea estaba más que cumplida, el anclaje de energía, aun cuando la energía estaba muy densa en el planeta; el traer almas elevadas al mundo y su propia evolución en el plano espiritual.
En esta línea generacional la atracción los acercó y los retuvo el programa de me caso para toda la vida, hay quienes lo conservan y hay quienes se han liberado, agotada la paciencia de la divina femenina.
En la línea de nuestros abuelos el programa es lo que mantuvo separados a los complementos divinos, muchas almas se reconocieron luego de un matrimonio a corta edad o directamente arreglado desde la mente la materia o el ego.
Con el tiempo reconocieron a sus complementos, claro, no como tales, sino como una atracción inexplicable y fuerte.
En ese tiempo se limitaban solo a mirarse o a los encuentros ocultos, manteniendo esa atracción en secreto.
En ambas generaciones el programa de la mente que miente mantenía en secreto el