
27/09/2023
Como reflexionamos en el post sobre amistad en la adultez, a medida que crecemos y vamos asumiendo nuevos compromisos, nuestro tiempo y energía disponibles para vincularnos con otras personas se vuelven más limitados, lo cual no nos permite encontrarnos como lo hacíamos en el pasado. Esto nos obliga a seleccionar a aquellos con quienes queremos compartir nuestro escaso tiempo libre.
Por otra parte, los caminos de la vida muchas veces nos llevan por rumbos diferentes, de acuerdo a los procesos vitales que cada uno va desarrollando. Algunos afianzan o comienzan relaciones de pareja, otros se embarcan en el desafío de la mapaternidad, u optan por carreras profesionales o laborales. Esto nos lleva a alejarnos de aquellos cuyos caminos van en direcciones contrarias al nuestro, así como acercarnos a quienes se dirigen a un destino similar al que hemos elegido. Un ejemplo se observa en amigos que se acercan a partir del nacimiento de sus hijos, mientras que se alejan de otros con quienes ya no comparten las salidas nocturnas que solían hacer.
Otro de los motivos que nos llevan a ser selectivos en nuestros vínculos es la reciprocidad. Esta última se refiere a un “ida y vuelta” en las relaciones, a la mutualidad de la presencia de quienes se vinculan. En algunos casos, el compromiso en el vínculo está desbalanceado, una de las partes siente que siempre es quien toma la iniciativa para los encuentros, mientras que la/s otra/s se limita/n a aceptar o rechazar las propuestas. Esta situación puede llevarnos a preferir aquellos vínculos que sentimos recíprocos, mientras que otros en los que tenemos que “remar” solos van quedando a un lado.
De igual forma, en la adultez comenzamos a sincerarnos más con nosotros mismos, y “nos sacamos las caretas” que nos obligaban a mantener relaciones por compromiso. Dejamos de lado aquellos vínculos que sentimos que ya no nos enriquecen, y comenzamos a generar nuevos espacios de encuentro, más acordes a nuestras necesidades y deseos actuales.
En definitiva, en la adultez nos permitimos revisar nuestros vínculos y priorizar aquellos que realmente nos nutran, para que la red social que nos sostenga esté conformada por hilos que tengan la firmeza necesaria para alojarnos cuando lo necesitemos, evitando prendernos de una liana que termine arrojándonos al vacío.
Te invito a revisar los vínculos en los que actualmente estás participando, permitiéndote elegir aquellos que sientas verdaderamente significativos, y alejándote de los que sólo te hacen “gastar tu batería”, sin recargártela. Por supuesto, siempre tenemos que posibilidad de volver a alimentar una relación que habíamos dejado en el olvido, así como de tomar distancia de un vínculo que sentimos que ya no es nuestro lugar.
Permitite la libertad de vivir los vínculos de forma genuina.