24/11/2025
El reconocido antropólogo explicaba cómo los trámites burocráticos y la amenaza de la fuerza crean dinámicas de incomprensión en la sociedad.
Por Redacción Nota Antropológica
El antropólogo y autor David Graeber, famoso por su libro "Deuda: los primeros 5000 años", compartió una vivencia personal sobre lo complicado que puede ser lidiar con la burocracia. Cuando su madre enfermó, se enfrentó a un laberinto de trámites bancarios, citas con notarios y formatos que, lejos de ayudar, generaban más confusión. En una ocasión, siguiendo instrucciones incorrectas, firmó donde debía poner su nombre y escribió su nombre donde iba la firma. Para Graeber, estas situaciones no son simples anécdotas frustrantes. Son ejemplos de lo que él llamaba "violencia estructural".
Esta violencia no siempre es un golpe visible. Es la amenaza constante que está detrás de sistemas que mantienen la desigualdad. Esta dinámica, según Graeber, crea "zonas muertas de la imaginación": espacios en la vida social donde la riqueza de las experiencias humanas se reduce a esquemas rígidos, como formularios o reglas. En estos espacios, la carga de entenderse recae sobre quien tiene menos poder. Los de abajo tienen que esforzarse por comprender a los de arriba, mientras que los de arriba pueden darse el lujo de no entender lo que pasa abajo.
Graeber veía a la burocracia como el ejemplo perfecto de esto. Sus reglas y procedimientos simplifican la realidad hasta volverla absurda. Esta simplificación, cuando se aplica con coerción, no es inteligencia, sino que produce los comportamientos ilógicos que todos hemos vivido. Las personas deben navegar en laberintos de papeleo donde el sentido común parece no tener cabida.
Esta dinámica desigual se repite en otras relaciones de poder. Por ejemplo, en situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, las mujeres suelen hacer un gran trabajo mental para entender a los hombres, una labor que rara vez es correspondida. Lo mismo pasa en relaciones marcadas por el racismo o la clase social. Quienes están en una posición subordinada se ven obligados a entender el mundo de los que mandan para sobrevivir o salir adelante. Los que mandan, en cambio, pueden ignorar la realidad de los demás.
La antropología, decía Graeber, suele pasar por alto estas "zonas muertas". A los antropólogos les atraen los rituales llenos de simbolismo o las redes familiares complejas. El papeleo de una oficina gubernamental, en cambio, les parece aburrido y sin chiste. Sin embargo, en nuestras sociedades, son estos documentos los que tienen un poder real: deciden quién tiene derecho a servicios de salud o cuándo una persona es reconocida legalmente como fallecida.
El autor conectaba esta burocracia con la violencia a través de la figura de la policía. Los policías son, en esencia, burócratas con armas. Su capacidad para usar la fuerza física es el punto donde el esquema administrativo se impone de forma más directa. Quienes se atreven a cuestionar la versión oficial de las cosas pueden enfrentar una reacción violenta. En ese momento, el poder burocrático muestra su lado más inflexible e incapaz de ver las cosas desde otra perspectiva.
David Graeber falleció en 2020, pero su pensamiento sigue vigente. Su análisis nos lleva a preguntarnos ¿Crees que es posible construir una sociedad donde entendernos unos a otros reemplace a la amenaza como base de nuestra convivencia, o estamos condenados a repetir estas dinámicas de poder que nos impiden comprender al otro?
Fuente: Graeber, D. (2012). Dead zones of the imagination: On violence, bureaucracy, and interpretive labor. HAU: Journal of Ethnographic Theory, 2(2), 105-128.