20/11/2025
Hoy, en la quietud extendida de Upavistha Konasana, algo en mí recordó. Recordó el dolor, sí… pero también la paciencia que vino después. Recordó la herida del desgarro, aquella lesión del cuerpo que me pidió frenar, escuchar, honrar sus tiempos. Recordó el consejo amoroso de Seba y Belu, cuando les conté de la lesión, consejo que me guió sin apuro. Y recordó, sobre todo, que la sanación nunca sucede de un día para el otro, sino como un susurro que se repite hasta que el alma lo comprende.
Hoy, por primera vez desde febrero, volví a esa postura que un día me pidió límites… y me encontré distinta. Más blanda, más abierta, más verdadera. No fue una apertura física; fue una apertura del alma. Algo en mi pelvis —ese n**o antiguo que no sabía que seguía ahí— se aflojó como si por fin se sintiera a salvo. Como si en cada exhalación dejara caer, una vez más, un pedacito del peso que solté en el Lanín.
Con la luna nueva en Escorpio, ese portal íntimo de renacimiento, regresé a la postura desde un lugar nuevo: desde la amorosidad, la presencia y una paciencia que antes no tenía. Y entendí algo profundo: no se trata de cuán lejos abrimos las piernas, sino de cuán profundamente nos abrimos a nosotras mismas. No se trata de llegar… sino de cómo llego, cómo la habito, cómo salgo. Con qué suavidad me trato. Con qué verdad me escucho.
Hoy Upavistha Konasana se volvió un rito. Un puente entre lo que fui y lo que estoy empezando a ser. Una coreografía sagrada donde cada fibra se acordó de que el cuerpo no es un campo de batalla, sino un templo que aprende, se renueva y florece cuando lo acaricio con presencia.
Y así, entre apertura y respiro, sentí que algo en mí se alineó con la magia de este día. Como si la postura hubiese estado esperándome… no para exigirme, sino para mostrarme que cuando vuelvo desde el amor, todo vuelve distinto.
Hoy entendí que sanar es volver sin miedo.
Volver sin forzar.
Volver siendo nueva.
Y en esa suavidad, lo épico sucede.
Grace🧘♀️🪷🌿✨️
Gracias Jenni por captar ese momento