Asunto Psicoanalítico Del Oeste. Maximiliano Vecchio

Asunto Psicoanalítico Del Oeste. Maximiliano  Vecchio Psicoanálisis [atención presencial y on-line]
Licenciado y Profesor Maximiliano Vecchio. Psicoanalista. Atención psicológica

El pizarrón de la semana.
29/07/2025

El pizarrón de la semana.

  del
26/07/2025

del

Observaciones sociales de la Clínica individual psicológica.Se percibe una tendencia general a lo que podría llamarse un...
24/07/2025

Observaciones sociales de la Clínica individual psicológica.

Se percibe una tendencia general a lo que podría llamarse una "lentitud cognitiva" o, en ocasiones, una "demencia fingida" en comparación con años anteriores.

En las consultas por niños, se verifica una creciente intolerancia y baja frustración por parte de los padres en relación con la crianza. Al mismo tiempo, se observa una menor represión en torno a la discapacidad.
Noto una marcada biologización de los problemas, como la pérdida de memoria, sin que se consideren adecuadamente el impacto de duelos no elaborados, el dolor social o el estrés crónico. Esto lleva a una proliferación de diagnósticos que, con frecuencia, parecen sustituir un abordaje clínico más profundo y fecundo.
En el plano individual, se aprecia una disminución en la capacidad reflexiva a nivel consciente, sin adentrarnos en lo inconsciente. Hay una cierta "chateza" o empobrecimiento de la fantasía. Si antes las consultas giraban en torno a rupturas amorosas, ahora predominan las ansiedades, que a menudo funcionan como una forma de evasión del conflicto amoroso latente.
Existe desde hace años una epidemia de ataques de pánico crónicos. Pero la cuestión es que resulta preocupante cómo las personas los aceptan e incluso afirman "manejarlos", sin indagar en el origen o la función de estos episodios. El ataque de pánico parece ser lo más alejado de la asunción de un conflicto, y ni hablar de la angustia invasiva, que ya no opera como señal, sino que irrumpe. En este contexto, la sugerencia de la terapia cognitivo-conductual (TCC) por parte de los médicos (que no la ven ni en figuritas) es coherente con el sistema, ofreciendo la promesa de que "alguien sabe lo que se debe hacer".
Finalmente, el acto de preguntar a herramientas como ChatGPT sobre cuestiones relacionadas con el "nombre- del -padre" (entendido como la función simbólica de la ley y el orden) podría interpretarse como un indicador de su redefinición. Esto contrasta drásticamente con el uso de la inteligencia artificial para tareas más operativas, como generar un cuestionario de cien preguntas en treinta segundos, en lugar de buscar en ella respuestas a dilemas existenciales.

“𝐋𝐚 𝐢𝐧𝐯𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢ó𝐧 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐧𝐭𝐞”. 𝐀 𝐩𝐫𝐨𝐩ó𝐬𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐢𝐞 𝐌𝐞𝐧𝐞𝐦.Un mismo fantasma, sujeto a la repetición, parece involucion...
13/07/2025

“𝐋𝐚 𝐢𝐧𝐯𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢ó𝐧 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐧𝐭𝐞”.
𝐀 𝐩𝐫𝐨𝐩ó𝐬𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐢𝐞 𝐌𝐞𝐧𝐞𝐦.

Un mismo fantasma, sujeto a la repetición, parece involucionar: desde la crucifixión de Jesús a manos de los judíos hasta el as*****to de estos (los judíos) en las cámaras de gas a manos de los cristianos, casi dos mil años después (Courel, 2008). La escena se invierte, se produce un viraje: transmutado, desplazado metonímicamente. La involución significante (Lacan,1966), en tanto copula que une lo idéntico con lo diferente, hace que cualquier elemento del sistema sea su propio inverso.

Un mismo fantasma, esta vez bajo la forma de la reconciliación global, marcó los años noventa. Ya lo anticipaba Superman IV (1987), subtitulada “En busca de la paz”. Cayó el Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría, y con él desaparecieron las amenazas nucleares. Comenzaba una nueva era de globalización, pacificada por el mercado y los derechos humanos.
Fukuyama proclamaba el “fin de la historia”, convencido de que la democracia liberal había triunfado como forma de organización política, comandada por USA.

En esa línea, proliferaron imágenes de acuerdos y perdones: el apretón de manos entre Rabin y Arafat en Oslo, la paz en Irlanda del Norte, el indulto a militares y montoneros en Argentina, el fin del apartheid en Sudáfrica, la salida de Pinochet del poder en Chile. Reinaba una retórica de paz, progreso y redención. Era la época de las “máquinas de perdonar” (Touzon, 2021), donde parecía posible dejar atrás el odio.
Hoy, en cambio, el escenario ha cambiado radicalmente. La guerra ha vuelto al centro de la escena, o incluso se fabrican escenarios guerrilleros: Ucrania, Gaza, conflictos latentes en Asia y África. Las “grietas” políticas y sociales atraviesan a las democracias.

El perdón ha sido reemplazado por la revancha o por una indiferencia de tipo esquizofrénica. La agresividad ya no se disimula: reina la desvergüenza. Circula en redes, en discursos políticos, en las calles. La idea de una historia que culmina en la paz se ha revelado como una ilusión. Hoy vivimos en tiempos de guerra, dentro de las "máquinas de la crueldad"

12/07/2025
Habrá llevado una vida dedicada a excluir el azar, como si evitar el tropiezo bastara para esquivar el dolor.Habrá const...
06/07/2025

Habrá llevado una vida dedicada a excluir el azar, como si evitar el tropiezo bastara para esquivar el dolor.
Habrá construido defensas con la ilusión de vencer al fracaso, y en ese intento, habrá terminado viendo señales donde hubo viento, determinaciones donde hubo desvío, culpas cuando asomaba la contingencia.

Habrá reprimido la creación sin saberlo,
habrá dejado pasar lo espontáneo
por no tener tiempo para lo que no estaba previsto.

Habrá perseguido su sombra,
y ella se habrá alejado a cada paso;
solo cuando la haya olvidado,
ella lo habrá seguido.

El fantasma habrá operado como escudo,
mostrando una sorpresa domesticada
para protegerlo de la verdadera:
esa que duele,
que no avisa,
que desordena el mapa.

La realidad habrá llegado filtrada,
nunca cruda. Habrá sido ya una escena,
un relato tamizado por el fantasma,
una representación que lo habrá salvado
—y también condenado— a no ser alcanzado por lo real.

El inconsciente no habrá sido una caja de palabras muertas,
sino una corriente viva
que habrá hablado antes que él,
por él,
en él.

Habrá sabido, sin saber, que algo habrá estado allí desde siempre.
Una certeza sin forma, una metáfora incrustada en el alma, una frase inaugural que no habrá dicho nadie y, sin embargo, lo habrá dicho todo.

Del chupete al shopping: La gestión capitalista de la falta.El presente artículo analiza el fenómeno del consumo desde u...
29/06/2025

Del chupete al shopping: La gestión capitalista de la falta.

El presente artículo analiza el fenómeno del consumo desde una perspectiva psicoanalítica, a partir del objeto “chupete” como suplencia inaugural frente a la falta estructural. Se plantea que el capitalismo no inventa la falta ni el goce, sino que los gestiona a través de una oferta infinita de objetos que no satisfacen, pero alivian. La lógica del chupete como operador simbólico se repite en el consumo, el amor y hasta en las vacaciones.

El chupete como suplencia estructural
El chupete no alimenta, no satisface una necesidad biológica directa, pero calma. Su función no es nutricional, sino simbólica: encarna el primer intento de consuelo frente a una pérdida estructural. El sujeto humano, por ser sexuado y mortal, está marcado desde el inicio por una falta. Frente a eso, el chupete aparece como primer objeto de goce, un objeto a que no devuelve lo perdido, pero lo sugiere, lo miente, lo consuela.
Como señala Lacan , el sujeto está atravesado por el significante, y por tanto, por la falta: “el sujeto no es sino lo que representa un significante para otro significante” . El chupete funciona entonces como ese primer significante-objeto que viene a engañar respecto a la falta. No la elimina, pero organiza una relación con ella.

calmar sin colmar: Esta estructura se repite luego en cada acto de consumo. El sujeto no busca objetos que satisfacen, sino suplencias que calman. El capitalismo no inventó ni el deseo, ni el goce, ni la opresión: simplemente los gestiona.
Ofrece una serie infinita de objetos intercambiables, que funcionan bajo la misma lógica del chupete: viajes, comidas, dispositivos, premios, tarjetas, imágenes. Objetos que prometen llenar la falta, pero que en realidad solo reiteran su imposibilidad. El circuito del consumo consiste en g***r de la insatisfacción, en recorrer el mismo camino esperando que algo funcione, sabiendo que no lo hará.
“¿Qué es lo que te falta? Te la van a dar en forma de plástico. Es el primer engaño en el que se basa la sociedad de consumo”

De Bentham a Elon MuskFicciones, perversiones y  depresión.Por Max Vecchio  22-6-25I. De lo útil a lo deseableJeremy Ben...
23/06/2025

De Bentham a Elon Musk
Ficciones, perversiones y depresión.
Por Max Vecchio 22-6-25

I. De lo útil a lo deseable

Jeremy Bentham sintetizó la moral del capitalismo naciente con una fórmula simple: "todo lo que es útil, está bien". Bajo esa lógica, el sistema industrial del siglo XIX justificó la explotación en nombre del progreso. El sufrimiento obrero era el costo de la utilidad general.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, el capitalismo muta: ya no se trata de producir lo útil, sino de generar deseo. Como mostró Jean Baudrillard (La sociedad de consumo, 1970), el mercado ya no se organiza para satisfacer necesidades, sino para producir objetos que las inventen. La utilidad es reemplazada por el consumo, y el consumo por el imperativo de g***r.
Este giro también transforma al sujeto. Ya no se le pide obediencia, sino creatividad; no se lo disciplina, se lo estimula. Pero el fondo es el mismo: rendimiento. El discurso capitalista "funciona sin freno". No reconoce la castración. Promete que todo es posible, que todo se puede. El sujeto queda atrapado en una lógica maníaca: siempre más, siempre mejor, siempre ahora.

II. Musk como resultado del mayo francés del 68.

Elon Musk encarna esta transformación. No como anomalía, sino como figura paradigmática. Tiene más de catorce hijos, una escuela propia donde decide los contenidos (nada de música, nada de lenguas extranjeras), y una narrativa de omnipotencia que convierte su vida en espectáculo. Musk no es sólo un empresario: es una forma de sujeto. Una figura extrema del self-made man, heredero paradójico del sueño libertario del '68.
Como señaló Slavoj Žižek (El espinoso sujeto), el capitalismo absorbó las banderas del 68: libertad, creatividad, deseo. Pero les dio vuelta el sentido. Hoy, la libertad es autoexplotación; la creatividad, productividad; el deseo, compulsión. Musk no es el traidor del 68: es su consecuencia.

III. El capital sin patrón

Uber cristaliza esta lógica: todos tienen su auto, todos son su propia empresa, todos son libres .El sujeto capitalista es simultáneamente patrón y esclavo de sí mismo.En este contexto, lo que se pierde son las ficciones necesarias de las que hablaba Bentham: el padre, Dios, la ley, el límite. Lacan las retoma como nombres que sostienen la estructura del deseo. Su caída deja al sujeto a merced del superyó: "¡Rendí! ¡Producí! ¡Gozá!". Sin corte, el deseo se disuelve en goce mortífero.

IV. Clínica del colapso: depresión

Esta mutación del discurso social impacta de lleno en la clínica. Como dice Jacques-Alain Miller, el analista contemporáneo ya no escucha al neurótico clásico, sino a un sujeto desorientado, a veces sin división, a veces sin palabra. El discurso capitalista produce un sujeto que no se queja del padre, sino que no tiene con quién quejarse. Un sujeto sin anclaje, sin Otro consistente.
El discurso capitalista funciona maníacamente: "¡Más producción!". Todo parece posible, siempre que uno se esfuerce. Pero no se trata del esfuerzo en el saber, sino de un esfuerzo productivo, cuantificable. El saber se compra. El sentido se alquila.
Los estudios epidemiológicos muestran un aumento alarmante de las disforias. La hipomanía —su forma activa— también es frecuente. Cuando ya no es posible sostener la euforia, el sujeto cae en la depresión. El colapso no es fracaso, sino consecuencia lógica. Como decía Lacan: "La angustia es el afecto que no engaña". Y en su forma contemporánea, la depresión es angustia muda.
Los hijos de la ciencia, son psicóticos. Hoy podríamos decir: son disfóricos, inhibidos, sin deseo, o con un goce sin bordes. En muchos casos, el paciente que llega al consultorio no habla desde la neurosis clásica, sino desde un punto de fusión entre la falta en el sujeto y la falta en el Otro. Allí donde antes había división subjetiva, hoy hay identificación con un vacío sin mediación.
Para el psicoanalista esto le impone una maniobra crucial: separar la falta subjetiva de la inconsistencia del Otro. Si esa operación no se logra, el sujeto queda atrapado en una doble caída: no sólo está deprimido, sino que su depresión no tiene sentido. Y cuando el sufrimiento no encuentra inscripción simbólica, no hay posibilidad de trabajo, ni de transformación.

V. Del síntoma al corte: una clínica del límite

Las primeras explicaciones de la depresión estaban ligadas a la subjetividad de la época de Freud, marcada por los grandes ideales del siglo XX. El síntoma freudiano era expresión de un conflicto entre deseo e ideal. Hoy, el ideal se ha desvanecido, y el síntoma aparece desanudado, sin metáfora, sin narración.
Por eso, la dirección de la cura no puede apuntar simplemente a interpretar, sino a construir condiciones para que el sujeto reencuentre un borde. Una forma de corte. Una ficción necesaria. El síntoma puede funcionar como esa ficción: no como algo a eliminar, sino como una brújula, una ley propia. Recordemos que la Inhibición, el síntoma y la angustia son formas del Nombre-Del-Padre.
Donde no hay ley, el cuerpo cae. Donde no hay palabra, hay inhibición. Donde no hay deseo, hay compulsión al goce. Y donde no hay corte, hay colapso.Volver al síntoma no es un gesto conservador: es una apuesta subversiva. Porque el síntoma, cuando se lee, cuando se nombra, cuando se construye, puede volver a ser un lugar para el sujeto. Un lugar donde el deseo tenga derecho a existir, sin tener que rendir.

Bibliografía:
• Baudrillard, J. (1970). La sociedad de consumo. Siglo XXI.
• Bentham, J. (1789). Introducción a los principios de la moral y la legislación.
• Freud, S. (1917). Duelo y melancolía.
• Lacan, J. (1962-1963). Seminario 10:
• Lacan, J. (1969-1970). Seminario 17
• Lacan, J. (1974). Televisión. Manantial.
• Miller, J.-A. (2004). El partenaire-síntoma. Paidós.
• Žižek, S. (1999). El espinoso sujeto. Fondo de Cultura Económica.
• Laurent, É. (2011). “La interpretación y el uso del síntoma”. Scilicet 3.

"Angustia sin señal: cuando el síntoma orienta"Por Max VecchioEn la experiencia clínica hay pacientes cuya angustia no o...
22/06/2025

"Angustia sin señal: cuando el síntoma orienta"
Por Max Vecchio

En la experiencia clínica hay pacientes cuya angustia no opera como señal, tal como Freud la conceptualizó en 1926 en Inhibición, síntoma y angustia. No hay anticipación, no hay advertencia. La angustia, más que una alarma, aparece como un corte eléctrico, una descarga que desborda sin representar nada. En estos casos, la función señalizante de la angustia no está dada: debe ser construida.
El paciente no sólo desconoce la causa de su angustia: además, no puede inscribirla en un sentido. No se angustia porque algo lo conmueve, sino que se angustia sin saber. Su cuerpo cae cuando no puede decir “no”. El desmayo, la inhibición, el pánico: síntomas que se tornan brújula si uno sabe leerlos como formas de ley subjetiva.

El síntoma como forma de ley

“Hay que apoyarse en los síntomas”, decía Lacan en su última enseñanza. No como obstáculos, sino como el único saber posible del sujeto. En estos cuadros donde la Otra demanda sin límite, el síntoma puede hacer de borde, puede operar como una ley no escrita. No toda angustia es señal, pero todo síntoma puede devenir brújula.
el sujeto, en algunos casos, se ve arrastrado por la demanda del Otro —esencialmente la de la madre— en una lógica de servidumbre subjetiva. La angustia aparece como consecuencia de estar al servicio de un goce que no reconoce límites. La madre, exigente, lo reclama; la pareja, apurada, también. La escena se repite: "hacelo ya", "no te desmayes", "no te caigas", "seguí". Pero el cuerpo no sigue: cae.
La angustia no señala nada, sólo irrumpe. No hay metáfora. No hay corte. Es lo que Lacan llamó “angustia automática” (Seminario 10), aquella que no se produce en el intervalo entre deseo y goce, sino que es el goce mismo: lo real en estado puro.

La herida y el tiempo de sutura
El padeciente formula una escena crucial: “Si mi hijo se lastima, yo podría desmayarme”. La herida del otro —especialmente la narcisita o de un hijo— no puede ser sostenida, porque la angustia ante la herida es insoportable. Y sin embargo, toda herida requiere un tiempo, una espera, una palabra. Las heridas no se tapan, no se niegan, se sostienen. Dice el paciente: “Hay palabras que tejen el aire de la herida”. Lo que se plantea aquí no es sólo una clínica de la angustia, sino una clínica del corte.

Diferenciar una herida corporal de un corte psíquico es esencial. No es lo mismo aplicar agua oxigenada ante un cortre y contener que que angustiarse sin poder intervenir y terminar enojado. No es lo mismo un accidente que genera un trauma, que un trauma que se repite sin localización. En este sentido, el trauma no está en el hecho, sino en la imposibilidad de simbolizarlo. El sujeto duda: ¿Hubo corte o no? ¿Fue sólo una escena de apuro o hubo algo más?
La angustia entonces no señala el trauma, sino que es el trauma. No porque sea un indicador, sino porque es su inscripción cruda, muda, sin red.

Función paterna, suplencias y el acto de decir que no
La posición del padre está ausente. No porque no esté físicamente, sino porque no transmite. No habla. No corta. No hay palabra que limite el goce materno. En ese vacío, el sujeto queda como objeto de consuelo: “Si a mi madre le falta algo, yo me angustio”. La angustia no le permite separarse, porque él es el suplemento.
El problema, entonces, no es solo que el padre no diga “no”, sino que el hijo no encuentra cómo decirlo. Cuando el padre no opera como función simbólica, hay que construir suplencias. Palabras que hagan límite. Isaías, dice el paciente, fue para él un Nombre-del-Padre: alguien que le enseñó a poner palabras donde no había. Toda suplencia opera como un modo de restitución del corte.
Porque si no hay corte, todo vuelve. El goce vuelve. La demanda se vuelve sin límite. Y la angustia, sin mediación. El sujeto se desmaya para no responder. Como dice Miller (1998), “la angustia aparece cuando el sujeto se convierte en objeto del Otro”. La única salida es pasar al acto de decir que no. Y eso no
puede improvisarse: hay que construirlo.

Construir la angustia como señal
Cuando la angustia no opera como señal, el trabajo clínico debe orientarse a construir esa función. No hay escena reprimida que explique. No hay padre que transmita. No hay palabra que diga basta. Pero sí hay síntomas. Y esos síntomas, lejos de ser un resto a eliminar, pueden convertirse en brújula.
El síntoma puede ser la ley donde no hay ley. El desmayo, la inhibición, el pánico: todos ellos pueden comenzar a leerse de otro modo si el tratamiento permite historizarlos. No se trata de eliminar la angustia, sino de dotarla de sentido, de tiempo, de inscripción.
Porque no es lo mismo angustiarse sin saber por qué, que angustiarse sabiendo qué es lo que está en juego. Y no es lo mismo sufrir un trauma pasivamente, que simbolizar un corte.

Bibliografía:
• Freud, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia. Obras Completas, Vol. XX.
• Lacan, J. (1962-1963). Seminario 10: La angustia. Paidós.
• Lacan, J. (1974). Televisión. Buenos Aires: Manantial.
• Miller, J.-A. (1998). “El Otro que no existe y sus comités de ética”. Lacaniana, Nº 1.

.psicologia  .xxi .uba  .uba .uba
19/06/2025

.psicologia .xxi .uba .uba .uba

Dirección

Avenida De Mayo 546
Ramos Mejía
1704

Notificaciones

Sé el primero en enterarse y déjanos enviarle un correo electrónico cuando Asunto Psicoanalítico Del Oeste. Maximiliano Vecchio publique noticias y promociones. Su dirección de correo electrónico no se utilizará para ningún otro fin, y puede darse de baja en cualquier momento.

Contacto El Consultorio

Enviar un mensaje a Asunto Psicoanalítico Del Oeste. Maximiliano Vecchio:

Compartir

Categoría