10/12/2019
Ejercicio y cáncer: ¿cómo, cuándo y por qué? Beneficios del ejercicio físico en las diferentes etapas del cáncer
Los beneficios del ejercicio en pacientes con cáncer se extienden a lo largo del proceso clínico e incluso comienzan ya a nivel preventivo. En este sentido, se ha constatado que la práctica de ejercicio físico se relaciona con un menor riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer como son el de colon, próstata o mama y muy posiblemente tenga efectos sobre la incidencia de otros como por ejemplo el cáncer de pulmón o el de ovarios. Según una revisión sistemática publicada en el 2015, realizar el equivalente a 2.5 horas de ejercicio por semana, suponía una reducción del 13% en el riesgo de fallecimiento por cáncer (7). En pacientes que han sido recientemente diagnosticados de cáncer y que todavía se encuentran en fase pre-terapéutica se han puesto en marcha programas específicos dirigidos a optimizar el estado funcional y la condición física de los pacientes en preparación para las terapias anti-cáncer, especialmente en el caso del tratamiento quirúrgico. La prehabilitación oncológica, como se conoce en el ámbito científico a estos programas, generalmente se basa en una intervención multimodal en la que además del ejercicio físico se incluyen la deshabituación tabáquica, el soporte psicológico y la nutrición. Aunque estos programas están poco implementados todavía en la práctica clínica, son varios los estudios que han demostrado que dichos programas son eficaces para incrementar la capacidad aeróbica, la fuerza muscular y optimizar el perfil nutricional previamente a la cirugía, así como acelerar la recuperación post-cirugía (8,9). En el caso de pacientes que reciben quimioterapia o radioterapia, el ejercicio físico puede contribuir a atenuar los efectos de estos tratamientos, mejorar la condición física incluso en pacientes en estadíos avanzados (10) y mejorar la respuesta al tratamiento y la supervivencia