Curarte. Espacio de Humanidades Médicas

Curarte. Espacio de Humanidades Médicas Espacio de Humanidades Médicas donde la Medicina y el Arte se nutren mutuamente.

LITIASIS URINARIAComo litiasis urinaria, o urolitiasis, se conoce a la presencia de cálculos en la vía por la que transc...
27/09/2025

LITIASIS URINARIA

Como litiasis urinaria, o urolitiasis, se conoce a la presencia de cálculos en la vía por la que transcurre la o***a, comenzando por el órgano donde se produce, el riñón, el uréter, la vejiga, donde se estaciona, y la uretra, por donde sale al exterior. Estos cálculos urinarios se originan por la precipitación y cristalización de sustancias químicas presentes en la o***a, como oxalato de calcio y ácido úrico. Es una enfermedad de alta prevalencia a nivel mundial, vinculada a factores alimenticios, estilo de vida, y factores genéticos. Las complicaciones de la litiasis son principalmente el dolor agudo e intenso (cólico renal), la infección y la hematuria, es decir, la presencia de sangre en la o***a.
Se han encontrado cálculos renales en momias egipcias, y se menciona “la enfermedad de la piedra” en los papiros médicos de la época. En una tabla mesopotámica, de unos 3.000 aC, se lee: “Introducirás un remedio en el pene con la ayuda de pequeños tubos de bronce”, lo que documenta la existencia de catéteres uretrales para el tratamiento de problemas urinarios obstructivos. Todas las sociedades idearon métodos para extraer los cálculos, pero siempre con procedimientos agresivos altamente riesgosos, al grado que Hipócrates incorpora en su famoso “Juramento”, que los médicos “No operaremos ni siquiera a aquellos que sufran del mal de la piedra, y dejaremos esta labor a aquellos que practican la cirugía”, reafirmando de paso la supremacía de la clínica sobre la cirugía, diferenciación que persistió hasta el siglo XVI.
El médico romano Celso (25 aC-50 dC) describió en “De re medica” el método para extraer las piedras de la vejiga a través de la vía perineal, con tanta aceptación que fue utilizado hasta aproximadamente el siglo XV. Una ilustración medieval muestra el momento de la extracción del cálculo vesical por vía perineal, una operación con alta mortalidad por hemorragia o infecciones. Y si el paciente sobrevivía, portaba una fístula para toda la vida.
Ante tamaños riesgos, era mejor solicitar la intersección de un santo milagrero, o aún mejor, directamente de la Virgen María, para eliminar los cálculos, como lo expone una ilustración del Códice Rico. En la primera viñeta, el paciente acude al médico en busca de ayuda. Cuando, a través de la uroscopia conoce el diagnóstico, se pone en manos de la Virgen María, pudiendo así expulsar la piedra.
En la medicina del Islam, se destacó como cirujano dedicado a la urología el turco Seraffedin Sabuncuoglu (1385-1468), autor de un tratado muy completo, con 134 ilustraciones sobre intervenciones urológicas, como, entre otras, el tratamiento de las retenciones urinarias y de los cálculos vesicales.
La medicina tuvo un avance notable en el Renacimiento, al dejar atrás los dogmas intocables del Medioevo, basados en la autoridad indiscutible de los textos de Hipócrates y Galeno, y la imposibilidad de avanzar en el estudio de la anatomía por la prohibición eclesial de disecar cadáveres. A partir del siglo XV se desarrolla la anatomía científica y consecuentemente la cirugía, impulsadas ambas ciencias por Vesalio y Ambroise Paré. Paralelamente, la invención de la imprenta favoreció la difusión del conocimiento médico. En el campo especifico de las enfermedades urológicas, Jean Desromain, en 1520 inventó una técnica novedosa para romper los cálculos vesicales con el litótomo, que se introducía por la uretra y podía triturarlos. La operación requería que el paciente adoptara una posición con las piernas bien flexionadas, como muestra la ilustración.
Otra ilustración, representa al cirujano urólogo realizando un cateterismo vesical a un soldado que padece una obstrucción uretral, mientras otros dos esperan su turno. La escena hace pensar que se trata de pacientes blenorrágicos, ya que, al no existir antibióticos, la gonorrea se convertía en una enfermedad crónica que traía como secuela la estenosis de la uretra.

Prof. Dr. Eduardo Scarlato – Prof. Dr. Antonio Werner

FIEBRE AMARILLA O VÓMITO NEGROLa fiebre amarilla, mal de Siam o fiebre de Barbados, ha sido una de las enfermedades cont...
24/09/2025

FIEBRE AMARILLA O VÓMITO NEGRO

La fiebre amarilla, mal de Siam o fiebre de Barbados, ha sido una de las enfermedades contagiosas más temidas por los humanos, ya que podía producir epidemias devastadoras, como las sucedidas entre los siglos XVII y XX.
La enfermedad genera necrosis hepática, que se traduce en ictericia, vómitos hemorrágicos, anuria y delirio terminal. El nombre de fiebre amarilla deriva de la coloración cutáneo mucosa característica de la ictericia.
El virus de la fiebre amarilla es transmitido a los humanos por la picadura de mosquitos infectados, en particular de la variedad Aedes aegypti. Pese al conocimiento antiguo de la afección, recién en el año 1901 se relacionó la transmisión de la fiebre amarilla con la picadura del mosquito a los humanos.
La transmisión de la fiebre amarilla fue un misterio para la ciencia durante siglos hasta que en 1881, el médico cubano, Carlos J. Finlay (1833-1915), finalmente demostró el papel que el mosquito desarrolla en el ciclo de la enfermedad.
No fue fácil la aceptación por la comunidad médica local. Cuba estaba ocupada por las tropas estadounidenses que habían vencido a las colonialistas españolas en la guerra en 1898, y las nuevas autoridades enviaron varias comisiones médicas con el objetivo de erradicar las epidemias que hacían estragos en sus fuerzas acantonadas en la isla. El científico más importante era el médico Walter Reed, quien invitó a Finlay para que se asociara a su Comisión y tratara de probar su teoría del mosquito como transmisor.
No solo lo logró, sino que aplicando sus recomendaciones sobre la manera de eliminar al mosquito, logró erradicar en siete meses las epidemias de fiebre amarilla.
La primera epidemia confirmada de fiebre amarilla en América fue la de 1647 en Barbados, con un saldo de 5.000 mu***os. Debido al corto alcance del vuelo del mosquito, las epidemias ocurrieron con mayor intensidad en los centros poblados como Buenos Aires, que las padeció en los años 1852, 1858, 1870 y 1871, la más grave de todas. Fue un desastre que mató aproximadamente a 14.000 personas, lo que significaba el 8 % de la población.
Por ser endémica en Brasil, se piensa que fue transmitida por los soldados que regresaban de la Guerra de la Triple Alianza. La difusión de la epidemia en la ciudad se vio favorecida en los barrios más pobres y más poblados, por el hacinamiento y las escasas condiciones sanitarias. La saturación de los cementerios obligó a la creación del cementerio de la Chacarita y para las áreas de entierro de los cadáveres de los apestados se recurrió a detenidos por delitos comunes sin sentencia firme, con la promesa de que se les reducirían las p***s.
La conducta de las autoridades fue diversa y criticada. Mientras algunos, como el presidente, Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), y el vice, Valentín Alsina (1802-1869), huyeron a resguardarse en el Tigre, otros dejaron la vida en la atención solidaria de los enfermos, como los médicos Francisco Javier Muñiz (1795-1871) y Manuel Argerich (1835-1871), y el abogado Roque Pérez (1815-1871), que había liderado la Comisión Popular que debió actuar en lugar de Ejecutivo ausente en la tragedia. Como héroes anónimos murieron 11 médicos, 60 sacerdotes y 22 miembros de la Comisión.
El pintor uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901), que por entonces estaba radicado en Buenos Aires, pintó un cuadro en plena epidemia de 1871. Lo llamó “Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires” y en el mismo, con gran maestría representó la visita de los integrantes de la Comisión Popular, Manuel Argerich y Roque Pérez a la pieza de un conventillo de San Telmo, en la cual yace una madre moribunda, con el color amarillento de la enfermedad, junto al pequeño hijo que se aferra a su pecho. A la derecha, y en el cono de la sombra, se alcanza a ver otra víctima sobre un camastro. El cuadro conmovió a los miles de porteños que concurrieron a verlo a fines de 1871, en el hall central del viejo Teatro Colón, cuando la sala estaba todavía frente a la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo.
La pintura de Blanes está inspirada en una noticia publicada por varios diarios de la ciudad. El diario “La Tribuna” lo titulaba "Horroroso", y relataba que un sereno de la calle Balcarce (barrio de inmigrantes), "había encontrado la puerta de una casa abierta y al entrar encontró en una de las piezas el cadáver de una mujer, en cuyo seno mamaba un niño. No sin algún trabajo consiguió desasirlo de los brazos de la mu**ta." Hay, en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo un boceto preliminar de Blanes, más fiel a la noticia periodística, pero que evidentemente no terminó por conformar a Blanes, ya que presenta diferencias notables con la pintura final. En el boceto, todo es más dramático; los visitantes no están identificados y no parecen muy comprometidos con la tragedia que están viendo, el cadáver sobre la cama se encuentra en una posición chocante, y el niño directamente está mamando del pecho de la madre mu**ta.
En el puerto andaluz de Cádiz se desató una grave epidemia de fiebre amarilla en el año 1819, llegada desde La Habana por la corbeta anglo-americana “Delfín”, varios de cuyos tripulantes murieron durante la travesía. Los efectos de la enfermedad fueron retratados por el pintor academicista Théodore Géricault (1791-1824), en el cuadro que llamó “Escena de la epidemia de fiebre amarilla en Cadiz”. En una habitación muy pobre conviven seis personas con claros signos de padecer la afección en distintos estadíos, el cadáver de una mujer en primer plano. En el centro, recostado en la pared, Géricault incorporó la figura de un moro, una presencia acertada en el ambiente de Andalucía.

Prof. Dr. Eduardo Scarlato – Prof. Dr. Antonio Werner

CAMPTOCORMIALa camptocormia es una enfermedad de afectación muscular de aparición poco frecuente y tardía, consistiendo ...
26/07/2025

CAMPTOCORMIA

La camptocormia es una enfermedad de afectación muscular de aparición poco frecuente y tardía, consistiendo básicamente en una lumbalgia crónica asociada a una cifosis secundaria a la debilidad de la musculatura paravertebral lumbar. Esta cifosis se incrementa con la fatiga, siendo reductible completamente en decúbito supino y presentando una relación mujer/hombre de 4 a 1. En un 20% de los casos se asocia a un déficit moderado de la musculatura escapular o pelviana.
El término camptocormia deriva del griego Kamptein (curva) y Kormós (tronco), habiendo sido descripto en un principio por Brodie en 1837 como un trastorno psiquiátrico histérico. Posteriormente se lo observó en reclutas en la I y II Guerra Mundial que presentaban dolor y debilidad de la musculatura paravertebral dorso-lumbar. Hasta inicios de la década de los 90 esta entidad fue considerada de origen psiquiátrico, y es a partir de esa época en que, a raíz de diversos estudios, se pasó a considerarla como una enfermedad con base orgánica. En 1996 Karras planteó la diferenciación entre dos procesos hasta entonces etimológica y clínicamente confundidos: camptocormia y cormoptosis. La cormoptosis se referiría al cuadro de dolor lumbar y cifosis que se presenta en sujetos jóvenes y que tendría una etiología psiquiátrica, mientras que la camptocormia se referiría a un proceso que cursaría con afectación de la musculatura paravertebral.
El evangelio según san Lucas, escrito entre los años 70 a 80, presenta una sanación milagrosa, la que, dado el tipo de patología y la forma de curación, podría corresponder con un caso de camptocormia. “Estaba un sábado enseñando en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu inmundo que la tenía enferma desde hacía 18 años, estaba encorvada y no podía de ninguna manera enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó y glorificaba a Dios”. (Lucas 13:10-17). La inmediata recuperación de la postura erecta es la mejor evidencia de que la curvatura era reversible, excluyendo una deformidad fija por espondilitis, espondilosis, escoliosis, osteoporosis u osteomielitis tuberculosa o enfermedad de Pott.

Prof. Dr. Eduardo Scarlato – Prof. Dr. Antonio Werner

ANEMIA Y LOS BÚCAROSLa palidez como signo visible de la anemia puede ser excepcionalmente por sí misma el motivo de una ...
09/07/2025

ANEMIA Y LOS BÚCAROS

La palidez como signo visible de la anemia puede ser excepcionalmente por sí misma el motivo de una obra de arte, o, mucho más común, ser una señal más de uno o varios personajes enfermos o heridos en un cuadro cuya temática no guarda relación con la anemia. La palidez obedece al déficit de hemoglobina en los tejidos, la proteína rica en hierro que es transportada por los glóbulos rojos, y que le confiere el color rosado a la piel y las mucosas.
Samuel van Hoogstraten (1627-1678) fue uno de los discípulos preferidos de Rembrandt, y entre su prolífica obra se encuentra el cuadro “La dama anémica”, de 1660. Una mirada superficial a la tela permite ver la clásica visita médica en la pintura flamenca, con un elegante y distante facultativo que estudia la o***a de la paciente pálida, mientras el marido asiste preocupado por la salud de la esposa. Pero en realidad, el argumento tiene una intencionalidad moralista, habitual en los pintores de su época, miembros de una sociedad calvinista y puritana. El médico examina la muestra de o***a de la enferma para certificar que está embarazada, mientras el esposo, incómodo, mira fijamente el vaso que confirmará su sospecha de que no es realmente el padre. La protagonista mira con complicidad al observador. El cuadro de Venus y Cupido que cuelga sobre la puerta del fondo alude a los complementos eróticos de la escena. El pintor ha logrado transmitir con mucha naturalidad y realismo la palidez de la piel y de las mucosas faciales por causa de la anemia, en este caso, por el propio embarazo, que aumenta el requerimiento de hierro en la sangre.
Contemporáneo de van Hoogstraten, Gabriel Metsu (1619-1667), radicado en Ámsterdam, se especializó en la pintura de género, retratos y bodegones. En el cuadro “El niño enfermo”, de 1660, el pequeño personaje en el regazo de la madre que lo sostiene con cariño luce débil, con los brazos y piernas colgando fláccidos. No sabemos lo que padece, pero sí que posiblemente estuviera anémico por la palidez de la piel. La expresión serena de la madre nos asegura que no es nada grave. Los colores terrosos elegidos por el pintor ayudan a aportar intimidad a la escena.
Durante mucho tiempo la coloración pálida de la piel fue un concepto estético y de posicionamiento social. Portar una piel pálida rayana en la lividez cadavérica llegó a convertirse en un símbolo de pertenencia a la clase más privilegiada. Solo aquellos que no debían estar bajo el sol, condenados a ganarse el pan con el sudor de su frente, lograban una piel pálida, la que además, evocaba el recuerdo de la levedad de las cosas mundanas, sujetas a la temporalidad. La búsqueda de la palidez con objetivo estético condujo a hábitos extravagantes como la bucarofagia, es decir, el hábito de comer el barro de los búcaros (del portugués púcaro y éste a su vez del latín pocŭlum “vaso”), recipiente que posee una boca y cuello angosto y un vientre abombado.

Esta práctica está incluida dentro de otra enfermedad más amplia, la geofagia, la que está comprendida a su vez en una categoría superior que es la pica o ingesta de cualquier sustancia incomestible. El término pica proviene del nombre científico de la urraca (Pica pica), por ser ésta un ave que engulle todo aquello que de alguna manera le atrae.

Estas cerámicas confeccionadas con barros rojizos procedentes de ciertas zonas de Extremadura y de México, fueron muy codiciadas porque refrescaban y aromatizaban el agua y porque algunas jóvenes las utilizaban para anemizarse ingiriéndolos pulverizados, ya que, al parecer, estas arcillas ingeridas interferían con la absorción del hierro, generando con el tiempo, una anemia ferropénica. Por otro lado, esta deficiencia de hierro se traducía en muchos casos en amenorrea, lo que servía como rudimentario mecanismo anticonceptivo. El exceso de esta práctica alcanzó niveles tales que llegó a intervenir la Inquisición, prohibiendo esta práctica.

Es el caso de la infanta Margarita, presente en primer plano en “Las meninas” de Velázquez, recibiendo una bandeja con un pequeño búcaro. Como se cree que la infanta padecía el síndrome de McCune-Albright o pubertad precoz, con frecuentes y muy abundantes menstruaciones desde su infancia, en este caso estaría recibiendo el mismo en calidad de medicamento.

El pintor retratista de la corte de Felipe II, Alonso Sánchez Coello (1532-1588) pintó en 1585 a Juana de Mendoza, duquesa de Béjar, y si bien la obra se titula “Enano entregando chocolate a Juana de Mendoza, futura duquesa de Béjar”, el ofrecimiento lo realiza en un búcaro.

Juan Bautista del Mazo (1612-1667) era yerno de Diego Velázquez, y como tal pintaba siguiendo el estilo y técnicas de su célebre suegro. Uno de sus cuadros más famosos, “La reina Mariana de España vestida de luto”, sigue los lineamientos básicos que Velázquez estableciera para “Las Meninas”, incluido el perro, los enanos y el ofrecimiento del búcaro, en este caso al pequeño futuro rey Carlos II. La obra se pintó un año después de la muerte de Felipe IV, razón por la cual la reina guarda luto estricto.

La práctica fue registrada también en la literatura. Lope de Vega (1562-1535), en su obra “El acero de Madrid” comenta acerca de la opilación relacionada con los búcaros: “Mujer que come medio jarro/ que no lo hace por el barro/ sino por dar a entender/ que su barriga es basera” (plana como una bandeja).

Paradójicamente, el tiempo traería de la mano del hierro una serie de tónicos utilizados para tratar medicamente la anemia ferropénica. Una mujer anémica es la protagonista de un cartel publicitario francés de 1898, que hacía la propaganda de un tónico ferroso para tratar la carencia de hierro. No se trata de la típica dama parisiense, coqueta y mundana; la imagen es la de una trabajadora, una costurera que cae lánguida y pálida sobre la máquina de coser. El advenimiento de la revolución industrial, y el pasaje del trabajador del campo asoleado a la sombra de la fábrica, sumado a la mala alimentación, llevó a que la palidez de la piel, otrora patrimonio de la clase pudiente, pasase a ser un signo de la clase trabajadora. La hora del atardecer, el gato, la lámpara humeante de gas, y el fondo de París con la torre Eiffel le agregan dramatismo a la escena.

Prof. Dr. Eduardo Scarlato – Prof. Dr. Antonio Werner

AMUSIAAmusia es el término con el que se denomina a un número de trastornos que inhabilitan el reconocimiento de tonos o...
24/05/2025

AMUSIA

Amusia es el término con el que se denomina a un número de trastornos que inhabilitan el reconocimiento de tonos o ritmos musicales, de su reproducción, su lectura, dicción o su escritura. En este sentido, es un trastorno equiparable a la afasia.
La amusia, salvo los casos congénitos, sobreviene a partir de una lesión cerebral. La manera de clasificar los distintos tipos de amusia se clasifica en base a las alteraciones clínicas que provoca, entre las que se encuentran:
Amusia motora, cuya expresión clínica sería la incapacidad para silbar o cantar.
Amusia perceptiva, cuya expresión clínica sería la incapacidad para discriminar los tonos.
Amnesia musical, cuya expresión clínica sería la incapacidad para reconocer canciones familiares.
Apraxia musical, cuya expresión clínica sería la incapacidad para interpretar música.
Agrafia musical, cuya expresión clínica sería la incapacidad para escribir música.
Alexia musical, cuya expresión clínica sería la incapacidad para leer música.
En la mitología griega, Tamiris o Tamaris, hijo de Filamón y Argíope, fue un “aedo” tracio, artistas que cantaban epopeyas acompañándose de un instrumento musical, el phorminx. Fue considerado el primer hombre que cortejó a otro hombre, cuando sedujo a Jacinto, el hijo de Clío, la musa de la Historia. Apolo, también enamorado de Jacinto, convenció a Tamaris que desafiara a las musas a una prueba de canto y destreza con la lira. Las musas, como castigo por su soberbia, lo cegaron y le privaron de su habilidad musical, constituyendo un típico caso de apraxia musical
Aleksandr Andréyevich Ivánov (1806-1858) fue un pintor ruso que adhirió a la decadente y conservadora tradición del Neoclasicismo, por lo que encontró poca aceptación entre sus contemporáneos. Desarrolló gran parte de su carrera artística en Roma, de donde regresó a Moscú en 1858, solo para morir dos meses después en una epidemia de peste. Hoy, su obra es reconocida, y entre la misma se encuentra el cuadro "Apolo, Jacinto y Cipariso tocando y cantando", de 1834, donde Apolo abraza tiernamente al joven Cipariso mientras Jacinto toca la flauta.
En la mitología griega, Cipariso (Ciprés en castellano), al morir fue convertido por Apolo en el árbol ciprés, el cual elevó su punta aguda hasta el cielo. Desde entonces, es el árbol que electivamente adorna los cementerios, al considerárselo el símbolo del dolor por la muerte de los seres queridos.
Un ejemplo actual de amusia adquirida ha sido el caso del músico y compositor francés Maurice Ravel (1875-1937), quien sufrió en los últimos años de su vida un compromiso del córtex prefrontal y los ganglios de la base, lo que le produjo una afasia de Wernicke, con gran dificultad para la lectura y la escritura, aunque logró conservar la comprensión del lenguaje. Desde el punto de vista musical, esta lesión neurológica se tradujo en un pensamiento musical relativamente bien conservado, pero con gran afectación de la escritura y la lectura de las partituras musicales. Su obra más famosa, el “Bolero”, con su “ostinato” repetitivo, su relativa pobreza melódica y su linealidad, sería el reflejo de esta enfermedad.
El propio compositor opinaba así del Bolero: "¿Mi obra más famosa? El Bolero, por supuesto. Por desgracia, está vacío de música." En sus últimos años, la lesión cerebral de Ravel lo transformó en un ser incapaz de comunicarse con los demás, aunque lamentablemente, con conservación parcial del intelecto. En 1932 expresó: "Tengo la cabeza llena de música, pero no soy capaz de escribirla".
Desafortunadamente, el célebre compositor fue puesto en manos de los neurocirujanos Clovis Vincent (1879-1947) y Thierry de Martel (1974-1940), pioneros de la especialidad en Francia, quienes decidieron abrirle el cráneo para investigar la presunta existencia de una masa tumoral que explicaría la evolución de su enfermedad. No encontraron nada, pero terminaron con la vida de Ravel, que al salir del quirófano entró en un estado comatoso del que no se recuperó, falleciendo a los 62 años.

Prof. Dr. Eduardo Scarlato - Prof. Dr. Antonio Werner

Dentro de la capacitación técnica que brindamos, incorporamos en todas las clases material material artístico e históric...
13/05/2025

Dentro de la capacitación técnica que brindamos, incorporamos en todas las clases material material artístico e histórico que enriquecen el acabado conocimiento de los efectos en la salud de las sustancias químicas potencialmente peligrosas.

PROGNATISMOEl prognatismo (del griego πρo y γναθος, mandíbula) consiste en una deformación de la mandíbula por la cual é...
23/03/2025

PROGNATISMO

El prognatismo (del griego πρo y γναθος, mandíbula) consiste en una deformación de la mandíbula por la cual ésta, sea en la parte superior o bien en la parte inferior, sobresale del plano vertical de la cara, pudiendo ir desde afectaciones estéticas hasta trastornos en el habla, la mordida o la masticación por desalineación maxilar.
El prognatismo fue distintivo de la dinastía de los Habsburgo, una de cuyas ramas, la Casa de Austria, ostentó el trono de España entre los siglos XVI y XVII, desde el reinado de Carlos I hasta el de Carlos II. Debido a la endogamia que fue habitual en dicha dinastía, el prognatismo se repitió en los sucesivos reyes españoles y sus descendientes; incluso a veces en sus esposas, que fueron parientes más o menos lejanas. Varios reyes con este defecto se dejaron crecer la barba para disimularlo, aunque sin mucho éxito, a juzgar por sus retratos oficiales. La endogamia no fue casual, o bien el fruto de enamoramientos entre primos hermanos; o bien constituyó una política de estado implementado por la familia Habsburgo para mantener unidas las dos ramas de la dinastía, la alemana y la española.
En 1993, G.Wolff y colaboradores, del Instituto de Genética de la Universidad alemana de Friburgo, describieron 13 familias nobiliarias de Europa que presentaban esta característica. Maximiliano de Habsburgo, emperador de Alemania que portaba un mentón más que prominente, al casarse con María de Borgoña, prognática ella también, no pensó que su hijo, el futuro Carlos I, heredaría la deformación en forma tan pronunciada, al grado que se dejaba la barba para tratar de que se le notara menos.
Bernhard Strigel (1461-1528) fue un pintor de origen alemán contratado por la corte de los Habsburgo para ser el retratista del emperador Maximiliano (1459-1519). Entre sus obras se encuentra el cuadro que lo representa con los miembros de su familia, entre estos, su nieto Carlos I, más prognático aún que su abuelo (Figura 1).

Carlos I, rey de España, a la vez Carlos V, emperador de Alemania (1500-1558), no solo se dejaba exprofeso la barba, sino que tanta vergüenza le daba que lo vieran masticar con dificultad, que prefería comer en soledad. El teólogo y embajador veneciano, cardenal Gasparo Contarini (1483-1542), describió de esta forma al Emperador Carlos V a los veinticinco años de edad: “Tiene los ojos ávidos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; ni en él otra parte del cuerpo se puede inculpar, excepto el mentón y también toda su faz interior, la cual es tan ancha y tan larga, que no parece natural de aquel cuerpo; pero parece postiza, donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la cláusula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien” (Figura 2).

La línea sucesoria de la casa española de Habsburgo, luego de Carlos I, pasó por Felipe II, Felipe III y Felipe IV, todos prognáticos, pero ninguno de las proporciones de Carlos II (Figura 3).

Los padres de Carlos II (1661-1700) eran tío y sobrina, y para colmo, ambos prognáticos. Tan elevada carga genética motivó que su hijo luciera una mandíbula especialmente prominente, que incluso le impedía hablar con soltura. La alta consanguinidad de sus progenitores fue responsable no solo del prognatismo, sino mucho más grave, de estar afectado del síndrome Klinefelter, con debilidad muscular e infertilidad. Por su aspecto y por su deficiencia intelectual, lo apodaron “El Hechizado”. El nuncio papal en la corte española lo describió de esta manera: “El rey es más bien bajo qué alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado…Su cuerpo es tan débil como su mente” (Figura 4).
En la rama alemana de los Habsburgo, el prognatismo más marcado se dio en el soberano Leopoldo I de Austria y Hungría (1640-1715), que le valió que sus enemigos lo apodaran “Boca de camello” (Figura 5).

Leonardo da Vinci, en su búsqueda constante de la belleza, nos ha legado a la Monalisa con su enigmática sonrisa, y otros rostros de damas nobles y de Madonas igualmente fascinantes, pero también una serie de caricaturas propias de un museo de excentricidades. En esta recopilación de grotescos se pueden encontrar varios casos de prognatismo marcado, siempre dibujados de perfil para hacer más notoria la desproporción (Figura 6).

Prof. Dr. Eduardo Scarlato – Prof. Dr. Antonio Werner

HIDROCEFALIAEntre las finas y refinadas cerámicas y esculturas olmeca, se encuentran una serie de aparentes niños que se...
09/03/2025

HIDROCEFALIA

Entre las finas y refinadas cerámicas y esculturas olmeca, se encuentran una serie de aparentes niños que se sostienen la cabeza con ambas manos. Todos presentan un rictus como de dolor y las cabezas son de un diámetro mayor al normal para sus cuerpos. Aunque el significado de estas obras escapa a los conocimientos actuales, podría aventurarse un diagnóstico presuntivo de hidrocefalia.
Cuando Velázquez tuvo el encargo real de pintar también a la servidumbre de palacio, plasmó con su genial capacidad de observación y estilo propio muchas de las deformidades físicas y mentales de algunos de estos personajes. En su obra se puede constatar siempre con absoluta precisión estos signos clínicos, pero sin evidencia de la intención de mofarse de ellos, sin caricaturizarlos ni de buscar un placer morboso; y sin tampoco una falsa compasión. Todo lo contrario, en su obra se puede apreciar la humanidad estoica y serena con la que veía a esas personas.
En 1628 pintó por primera vez el retrato de uno de los bufones de la corte del rey Felipe IV, el de Juan Calabazas o Calabacillas. Diez años más tarde volvió a representarlo con un rostro sin una sola línea claramente delimitada. En su lugar, el relieve de la superficie se compone de una textura de colores y sombras inusitadamente sutiles, rodeada por un cuello irreal de puntilla blanca. Los minúsculos ojos bizcos están hundidos en unas órbitas inmensas. La frente prominente junto a un cráneo aumentado de tamaño y a la debilidad mental.
Lucas Cranach el Viejo (1472-1553) tuvo cinco hijos, uno de los cuales habría padecido hidrocefalia, según algunos de sus biógrafos. Y según otros, esta sería la razón por la cual, en sus cuadros de Madonas los niños pequeños presentan cabezas de tamaño más grande de lo normal. Esta supuesta anomalía se ve claramente representada en varias de sus vírgenes María con el niño Jesús, como en la versión llamada “Madona de las uvas”, de 1520, actualmente exhibida en la Galería Uffizi de Florencia.
En estos casos presentados, el niño evidencia además una baja implantación del pabellón auricular, dedo gordo del pie separado y ambos antebrazos desproporcionadamente engrosados en comparación con los brazos.
Frederik Ruysch (1638-1731) fue un médico y botánico holandés que supo captar el interés de la gente en base a su extravagante colección de malformaciones anatómicas, a las que presentaba formando disparatadas escenificaciones, muchas veces rayanas en el mal gusto. Para los dibujos contaba con el talento artístico de su hija Rachel, eximia y exitosa pintora de naturalezas mu**tas. Entre las ilustraciones de su obra “Thesaurus anatomicus”, se puede ver la de un recién nacido hidrocefálico, detalladamente dibujado por Rachel Ruysch.
Guillermo de Odenburg (1689-1700), duque de Gloucester, fue el único sobreviviente de los 16 hijos que tuvieron los príncipes Ana de Inglaterra y Jorge de Dinamarca. Era el candidato del partido protestante para ser heredero de la corona, pero su endeble salud frustró los planes de los políticos ingleses. Sufría de hidrocefalia, que, si bien no afectaba su intelecto, lo condicionaba a no poder sostenerse sin ayuda, y a padecer un sinfín de enfermedades. Periódicamente, los cirujanos de la corte le perforaban el cráneo para extraer líquido cefalorraquídeo, aunque lamentablemente no conocemos el resultado de estas cruentas intervenciones. A los once años, enfermó gravemente con fiebres muy altas, y pese a las sangrías y los esfuerzos de los médicos reales, murió con el diagnóstico presuntivo de escarlatina o viruela. La necropsia demostró la abundante cantidad de líquido entre los ventrículos del cerebro.
El pintor alemán sir Geofrey Kneller (1646-1723), discípulo de Rembrandt, finalmente se radicó en Londres, donde tuvo tanto éxito como retratista oficial de la corte inglesa que el rey Carlos II lo nombró caballero. A Kneller se le debe el retrato oficial del desdichado Guillermo. En la imagen del príncipe se aprecia un aumento discreto del tamaño de la cabeza, pero es probable que el pintor haya tomado sus recaudos para que los súbditos no se alarmaran con el aspecto enfermizo del futuro rey. A otro pintor cortesano, Edmond Lilly (1680-1716), el preferido de la madre de Guillermo, también se le encargó un retrato de Guillermo, que presenta igualmente el aumento de cráneo por la hidrocefalia que padecía.

Prof. Dr. Eduardo Scarlato – Prof. Dr. Antonio Werner

Dirección

Retiro

Página web

Notificaciones

Sé el primero en enterarse y déjanos enviarle un correo electrónico cuando Curarte. Espacio de Humanidades Médicas publique noticias y promociones. Su dirección de correo electrónico no se utilizará para ningún otro fin, y puede darse de baja en cualquier momento.

Compartir

Share on Facebook Share on Twitter Share on LinkedIn
Share on Pinterest Share on Reddit Share via Email
Share on WhatsApp Share on Instagram Share on Telegram