25/06/2024
PURIFICAR EL AGUA CON EL SOL
El agua tiene la capacidad de almacenar la energía fotónica del sol y transmitirla a los organismos vivos. Es importante recordar que tu cuerpo está compuesto en un 80% de agua, aunque generalmente se enseña que es un 70%.
Esta capacidad de almacenamiento se realiza en forma de frecuencias electromagnéticas. Por ello, beber agua de la red o cañería no es lo ideal, ya que, a pesar de los filtros y procesos de potabilización, el agua de grifo contiene diversas memorias y sus moléculas pueden estar desajustadas debido al recorrido por las tuberías y otros elementos que no se limpian completamente en el proceso de potabilización.
La cuestión va más allá de lo químico. A pesar de los aditivos que se utilizan para limpiar y hacer potable el agua, estas memorias no deseadas permanecen. Para abordar tanto el aspecto de las memorias como el de los químicos, el agua se puede exponer al sol. Gracias a la luz fotónica, las moléculas del agua se modifican y se recomponen, retornando a su estado original sin contaminación.
¿Qué sucede al poner la botella al sol?
Los rayos solares incluyen infrarrojos, que atraviesan el vidrio y calientan las moléculas del agua, activándolas. En homeopatía, este proceso se llama "dinamización del agua", donde el agua "cobra vida". Los rayos ultravioleta esterilizan el agua, eliminando cualquier bacteria. Al dejar la botella destapada, el cloro y otros químicos se evaporan. En el caso del cloro, se transforma en gas debido a la acción química y sube a la superficie, completando la purificación del agua con la ayuda del sol.
¿Crees que nuestro cuerpo no reconoce eso?
Todo lo que existe en nosotros, ya existió antes. Al dinamizar el agua, eliminamos bacterias, cloro y otras impurezas, y recuperamos la memoria original del agua. Al beberla, nuestro cuerpo también se beneficia de esta memoria.
Cómo preparar agua solarizada
Utiliza una botella o recipiente de vidrio transparente, preferiblemente azul cobalto.
Llénala con agua del grifo, embotellada o de la canilla.
Ponla al sol durante al menos una hora, tapada con una tela suave, gasa o servilleta de papel para que no se ensucie pero permita la evaporación del cloro.
Después, tápala con un corcho o tapa no metálica y ya estará lista para usar.